El Gobierno ignoró una alerta de la UE del 10 de febrero sobre el impacto de los eventos masivos en el coronavirus
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A las alertas que el Gobierno ignoró desde que el coronavirus empezó a propagarse desde China se une otra más. Un dossier técnico del Centro Europeo de Control de Enfermedades -del que Fernando Simón es asesor- fechado el 10 de febrero advertía ya de los riesgos para la propagación del virus. Entre ellos, los eventos de masas. Pese a ello, como es conocido, el Ejecutivo autorizó y alentó las manifestaciones ideológicas del 8-M, que se celebraron por todo el país. Tampoco creyó conveniente cancelar eventos deportivos. El Ejecutivo no reaccionaría hasta un mes más tarde. Curiosamente, un día después de las marchas del Día de la Mujer, y cuando ya se contaban 16 fallecidos y un millar de contagiados.
El documento ‘Pautas para el uso de medidas no farmacéuticas para retrasar y mitigar el impacto del Covid-19’ fue uno de los primeros emitidos por la citada agencia europea, a la que Pedro Sánchez alude, junto a la OMS, para justificar su gestión de la pandemia, pese a desoir sus recomendaciones. El título es lo bastante explícito. Como también que se dedicase un apartado específico a las ‘medidas relacionadas con las reuniones masivas’.
Los expertos europeos destacaban, siguiendo modelos sobre la gripe, que «durante la fase de mitigación, las cancelaciones de reuniones masivas antes del pico de epidemias o pandemias pueden reducir la transmisión del virus». Pese a los datos, el Ministerio de Sanidad se resistió hasta mediados de marzo a entrar en dicha fase y hablaba de un escenario de «contención». Aún el 13 de ese mes, con más de 1.200 contagios y 28 muertos, el ministro Salvador Illa se refería a una «contención reforzada». Una muestra más de que, de haber adoptado antes las medidas, el impacto podría haberse atenuado.
Pero la guía europea avalaba también la adopción previa de esas medidas, ya durante la misma «fase de contención». «La cancelación de reuniones masivas en la UE puede justificarse en casos excepcionales, por ejemplo, grandes conferencias con un número significativo de participantes en un área altamente afectada». Un escenario que se correspondería con la Comunidad de Madrid el 8 de marzo.
Análisis del riesgo
En ese caso, la decisión de cancelar el evento sería «coordinada por las autoridades, caso por caso» en base a un análisis de riesgo, teniendo en cuenta «la gravedad de la epidemia, la situación epidemiológica local, el tamaño del evento, la duración y la procedencia de los asistentes». El Gobierno ignoró estas pautas y siguió adelante con las manifestaciones. Semanas después, acabaría admitiendo que ya horas antes de las marchas conocía que los contagios se habían disparado en Madrid.
La advertencia del organismo de la UE era clara: «Las reuniones masivas aumentan el número de contactos cercanos entre personas durante largos periodos. Por tanto, pueden conducir a la introducción del virus y a la propagación». Cuatro días después de haber asistido a la manifestación en Madrid, las ministras de Igualdad y Política Territorial, Irene Montero y Carolina Darias, anunciaron que estaban infectadas. La mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, que también participó, lo comunicó dos días más tarde.
El centro insistía en que «las medidas para reducir el riesgo que representan las reuniones masivas incluyen medidas de distanciamiento interpersonal para evitar el hacinamiento y medidas organizativas, como su cancelación, aplazamiento o reorganización».
En su lugar, el Gobierno rechazó el riesgo de la manifestación del 8-M. Sólo un día antes, el propio Fernando Simón explicaba gráficamente: «Si mi hijo me pregunta si puede ir, le diré que haga lo que quiera».
Otras recomendaciones
Tampoco se implementaron en aquel momento otras recomendaciones, incluidas en aquel documento, por ejemplo, las restricciones en los viajes -«para reducir el riesgo de importar el virus desde los países afectados»- y medidas de control, como la medición de temperatura con dispositivos de infrarrojos. El documento contemplaba también el cierre de escuelas como medidas preventiva, en áreas con transmisión continua, pero no recomendaba por entonces otras medidas, como la restricción de viajes interiores o el cierre de fronteras.