Francisco Camps: «He sufrido lo indecible, la destrucción personal está en el ADN del PSOE»

El expresidente valenciano, exonerado en todas las causas, nunca aceptó las ofertas de la fiscalía y prefirió dimitir

"El acoso personal de Sánchez a Ayuso me recuerda al que yo he sufrido 15 años"

"Zapatero es el origen ideológico del plan de ruptura del PSOE y Sánchez su ejecutor y el gran peligro de la democracia"

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«He sufrido lo indecible y nadie ha pedido perdón, la destrucción personal está en el ADN del PSOE». Lo afirma, en una entrevista con OKDIARIO, Francisco Camps, expresidente de la Generalitat valenciana, exonerado de todas las causas judiciales promovidas por el PSOE durante los últimos 15 años. Los cuatro trajes, a los que El País dedicó más de 160 portadas, fueron el inicio de un calvario judicial y personal cuyo objetivo, Camps lo tiene claro, era político. Para Camps, el PSOE no se detiene cuando no puede ganar en las urnas: «La izquierda busca la imposibilidad de tu recuperación personal. No sólo la imposibilidad de volver a ser alguien con alguna responsabilidad pública, sino acabar socialmente contigo. El PSOE lleva mucho tiempo destruyendo al adversario político desde el punto de vista personal y social. Y lo sigue haciendo. Forma parte de su ADN».

Por eso, pese a las diferencias entre sus gobiernos, Camps lo tiene claro: «El acoso personal de Sánchez a Ayuso me recuerda al que yo he sufrido». Para Camps, como hicieron con él, el acoso personal de Sánchez a Ayuso forma parte de un plan político del PSOE para echar al PP de la Puerta del Sol, visto que no consiguen ganar en las urnas: «Me recuerda porque es una forma de desactivar dirigentes políticos [Ayuso] que impiden al PSOE ganar en lugares estratégicos [Madrid y Valencia]. Es lo que el PSOE lleva haciendo mucho tiempo. Lo hizo conmigo, lo hizo con Rita [Barberá] y lo hace ahora con Ayuso».

Cuatro trajes y 169 portadas

Todo empezó por los famosos cuatro trajes. Sólo en esa causa, el diario El País le dedicó 169 portadas, algunas a cinco columnas. «¿Alguien le ha llamado ahora para pedirle perdón?», le preguntamos. «Nadie», responde. Para Camps, «el plan del PSOE estaba perfectamente pergeñado» para usarle como chivo expiatorio: «Ximo Puig fue uno de los cuatro firmantes de las primeras acusaciones contra mí». Suena a la misma estrategia del PSOE con Ayuso en Madrid: el acoso personal.

Francisco Camps recuerda cómo, al estallar el caso de los trajes en El País, Alfredo Pérez Rubalcaba llamó para «asustar y amedrentar» a la entonces secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Rubalcaba (el detalle no es menor) estaba perfectamente al tanto de una investigación judicial de la Policía: «Rubalcaba llamó a Cospedal y le dijo… ‘esto es cosa de unos tickets y unos trajes’ y Cospedal me lo contó». Las advertencias de Rubalcaba siempre había que tomarlas en serio, aunque las pronunciara con aquella sonrisa tan suya. Rubalcaba era un crack en amenazas sibilinas: «Le dijo a Cospedal lo de los trajes y los tickets y luego le dijo… ‘la cosa no tiene mucho recorrido, pero le va a hacer daño…’». Y ahí lo dejó. Adviértase el tono.

El PP de Rajoy y Cospedal se arrugó desde el primer momento. Francisco Camps y Rita Barberá fueron, progresivamente, abandonados por los dirigentes nacionales y locales («no todos», aclara Camps) de su partido. Los dejaron solos al albur de un linchamiento mediático y en redes despiadado. Rita Barberá apareció muerta, de un infarto, en un hotel de Madrid el 23 de noviembre de 2016.

Calvario: el PSOE no ceja

Francisco Camps ha sufrido durante 15 años un acoso personal que no cesa ni siquiera hoy. La fiscalía ha renunciado a recurrir la última absolución de Camps: el juicio de Gürtel por los contratos de la Generalitat al Grupo Correa en FITUR. Pero dos de los cuatro militantes socialistas que iniciaron las denuncias junto a Ximo Puig hace 15 años sí han decidido recurrir. Está claro que alguien está por encima de estas dos insistentes militantes del PSOE. Porque, si pierden nuevamente, tendrán que afrontar más de 300.000 euros en costas judiciales y nadie imagina que las vayan a pagar ellas: «El PSOE siempre ha estado detrás», dice Camps con claridad.

Para Francisco Camps han sido 15 años de calvario judicial, familiar y personal. Ahora, el libro del historiador Javier Más, Paco Camps, reenfocando España (editorial LibrosLibres), que se presenta esta semana en Madrid, recorre estos tres lustros de un «sufrimiento indecible e inenarrable», en palabras del propio Camps. Como Rita Barberá, llegó a sufrir, por meses, escraches constantes de 1.000 personas bajo su casa, retransmitidos en directo por La Sexta, sin poder salir y con sus hijos pequeños dentro. El libro recorre las 10 causas judiciales, su trayectoria política hasta su dimisión el 20 de julio de 2011 y su visión política de la España actual y de futuro.

Francisco Camps ha sido completamente exonerado de las 10 causas judiciales impulsadas desde 2009 por el PSOE. Las sucesivas denuncias iban firmadas, entre otros militantes socialistas, por Ximo Puig, entonces en la oposición. Los socialistas llegaron a pedir más de 100 años de cárcel para él.

La diferencia con Sánchez

En estos tres lustros, Camps ha tenido que comparecer más de 100 veces ante un juez o un fiscal. «Siempre respondí», recuerda, seguro de su inocencia y sin nada que esconder. Camps, por eso, marca la diferencia de su caso con el de Pedro Sánchez: «Sánchez no contestó al juez cuando fue a interrogarle. Yo contesté siempre a los jueces y a los fiscales. El hecho de que el presidente el Gobierno no contestara al juez cuando se presentó en La Moncloa para preguntarle por las circunstancias de su cónyuge es muy sintomático. El presidente del Gobierno tiene la obligación de contestar a un juez. Siempre. El sólo hecho de que no contestara, presume que hay algo gordo detrás».

A diferencia de Camps, que dimitió, Sánchez se va blindando cada vez más en la presidencia del Gobierno. «Debería dimitir», dice el expresidente valenciano, pero por mucho más, en su opinión, que las imputaciones de su mujer, su hermano, su núcleo político más cercano y el fiscal general: «Sánchez debe dimitir no sólo porque ha mentido, tiene un lío judicial espectacular y está gestionando de horror nuestro país. Debe dimitir, sobre todo, porque está preso y humillado por quienes no quieren la democracia y no quieren España. No puede seguir deshaciendo España y deshaciendo al Estado».

Para Francisco Camps, vivimos una «catástrofe institucional». Pedro Sánchez, dice, «es el gran peligro de nuestra democracia». Pero no el inicio: «Zapatero es el origen ideológico del plan del PSOE. Sánchez es su ejecutor. El congreso de Sevilla ha sido la evidencia de la ruptura definitiva del PSOE con la Constitución, la Transición y la concordia democrática». Con todo, no cree que Sánchez llegue a 2027: «Habrá implosión en el PSOE». Para Camps, el congreso de Sevilla fue «el último baile de Sánchez». «Fue una suerte de despedida fanática y eufórica de quien sabe que esto se acaba».

El «honor» de Camps

Al contrario de un Sánchez bunkerizado en La Moncloa, Camps tuvo claro que su objetivo principal era demostrar su inocencia. Por eso, nunca aceptó los pactos tentadores de la fiscalía. Como el de 2011, antes de las generales en las que Rajoy vencería a Zapatero. La fiscalía le ofreció, si se declaraba culpable, pagar una multa, no inhabilitarle para cargo público y poder seguir siendo presidente de la Generalitat.

Camps prefirió dimitir «motu proprio», asegura pese a las enormes presiones de Génova. Lo hizo para no dañar la institución y poder defender su honradez: «Yo quise, desde el principio, demostrar que no había nada, que no había cometido ninguna irregularidad, que todo era un gran montaje contra mí, que es lo que ha sido, y que mi conciencia estaba tranquila en mi honorabilidad como presidente y mi inocencia como ciudadano».

Y, efectivamente, dimitió el 20 de julio de 2011. Ese día el fiscal del caso le esperaba en su despacho para firmar el acuerdo de conformidad en la causa de los cuatro trajes. No se presentó, dejando plantado a su abogado, convocó a la prensa y anunció su dimisión: «Dimití en conciencia. No quise llevar a la presidencia de la Generalitat al banquillo. Dimití también para que Rajoy fuera presidente en las elecciones de noviembre. No quería ser pasto del debate de la izquierda, que me perseguía desde hacía dos años. Y dimití, ante todo, por honor. Yo quería que los valencianos supieran que habían votado a una persona honesta y honorable».

La trama Gürtel se coló en sus gobiernos. Como la corrupción se coló en aquel PP valenciano y en los gobiernos de Eduardo Zaplana. En el caso de Camps, las sucesivas absoluciones o archivos de las causas han demostrado su inocencia. Esta ha sido su lucha personal sin el apoyo de su partido. «Amedrentarme -dice Camps- no estaba previsto. No va conmigo».

Francisco Camps pudo blindarse. Dos meses antes de dimitir había borrado a la izquierda de Les Corts en las elecciones autonómicas. Sacó una mayoría absolutísima de 55 diputados, 11 más que toda la izquierda junta. Pero decidió irse por «honor». Con su dimisión, Camps asumió su responsabilidad política por Gürtel. Ahora, con los años, afirma: «Yo confío en todo el mundo. Allá cada cual con su conciencia por lo que hiciera».

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