Un diputado independentista defiende «el uso de la fuerza para controlar el territorio» tras el 21-D

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Germà Bel, exdiputado de Junts pel Sí. (Foto: Youtube)
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Germà Bel, exdiputado de Junts pel Sí, considera, en una entrevista en el portal digital Vilaweb.cat, que la experiencia de la proclamación de la independencia ha demostrado que «una mayoría democrática no es suficiente para imponer un Estado», para lo que considera indispensable «controlar el territorio sobre el que impones las leyes». «Si es necesario, con el uso de la fuerza y, en cualquier caso, evitando que nadie más la use en ese territorio», añade.

Bel admite que, si bien la proclamación de la República catalana es «válida», «no ha tenido el resultado que debía hacer efectiva». Por ello, cree que «la única manera de rebajar el requisito del control del territorio por medio de la fuerza es aumentar la mayoría democrática, y, por tanto, aumentar la adhesión interna. Son vasos comunicantes. Si tu fuerza física o institucional es limitada, necesita mayorías más amplias», explica.

Bel continúa defendiendo ese uso de la fuerza en que las mayorías parlamentarias no son suficientes para imponer las leyes. «Esto te da la legitimidad para hacerlo. Para ser efectivo se necesita utilizar la fuerza, si hace falta, y, sobre todo, estar en condiciones de evitar que otro la pueda utilizar en tu territorio», insiste. Para el exdiputado, «un Estado es un entramado de instituciones que impone leyes sobre unas personas en un territorio haciendo uso de la fuerza, si es necesario, y evitando que otro la pueda usar».  Bel admite que «da miedo hablar de la fuerza, de la violencia, del control». 

Autocrítica: «Nos ha faltado debate»

El exparlamentario hace autocrítica y reconoce que el secesionismo no supo ganarse la suficiente «adhesión interna» para proclamar el Estado independiente. Además, considera que «ha faltado un debate a fondo sobre las decisiones que se debían tomar en cada momento».

También admite que la vía del referéndum presentaba inconvenientes. «Creo que no se reflexionó bastante sobre ello. No se habló sobre lo que implicaría tomar una decisión como ésta».  Aunque sí defiende que hacer la declaración de independencia fue «un acierto» porque, entre otras cosas, «se arraiga la noción de que la gente con responsabilidades políticas ha hecho lo que le habían mandado hacer».

«Lo peor que se podría haber hecho habría sido dejar el terreno quemado para la entrada de la represión sin reacción posible», añade. Germà Bel, que dice que esperaba la respuesta del Estado, sí admite sentirse «sorprendido» por algunas cuestiones, como la «permisividad» de la Unión Europea.

«Muy poca gente pensaba que España aceptaría gentilmente una declaración de independencia con un ejercicio efectivo posterior», reflexiona.

Control de fronteras

No es la primera vez que Bel alude a la urgencia de controlar las fronteras. Ya en julio, y en una entrevista en el diario El Mon, afirmó que proclamar un Estado independiente «implica tener el control de las fronteras de forma inmediata. Si no lo tienes, no eres un Estado. (…) Si gana el sí, el presidente de la Generalitat ha dicho que habrá una proclamación de independencia, como es natural, y por tanto, se tendrá el control de las fronteras. ¡Y al día siguiente la vida continuará!».

Bel, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona, ha defendido también en sus trabajos la visión estratégica del control del territorio, con fines políticos. Así, este experto en infraestructuras, asegura, en su libro ‘Madrid, capital París’, que la red de sistemas de transporte consolida el proyecto «centralizador» del Estado, y sostiene que la finalidad de la inversión en infraestructuras obedece a instaurar a Madrid como centro del poder político y económico frente al resto de regiones.

El pasado octubre, el exdiputado llamó «animales» a los agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil desplazados a Cataluña y justificó su expulsión de los hoteles porque «tienen reservado el derecho de admisión».

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