Escohotado: «La meta del Comunismo es empobrecer a la gente»
Antonio Escohotado comenta la Memoria del comunismo de Federico Jiménez Losantos y explica que él mismo militó en esta ideología durante su juventud: «Le perdí el respeto a la vida ajena y a la mía, gracias a Dios no hice ninguna salvajada, me habría tenido que suicidar en justa contrapartida».
–Según Federico Jiménez Losantos, la estrategia del comunismo es matar de hambre a sus ciudadanos, para darles luego una cartilla de racionamiento y que sepan a quién deben estar agradecidos. ¿Está de acuerdo?
–Federico ha escrito un libro notable, si no fuera tan volcánico, sería aún mejor. Es una explosión donde él pone también mucho de su corazón. Por supuesto que la meta del comunismo es empobrecer. Lo único santo para esta gente desde hace más de 2.000 años es la pobreza, ya lo dice Jesús, Juan Bautista, sobre todo el Apocalipsis y la Epístola de Santiago: Ricos, habéis engordado para el día de la matanza. O lo que dice Juan, el autor del Apocalipsis, que es muy diferente del Juan que compone el cuarto Evangelio: el Señor en su infinita ira va a acabar con los armadores de buques, con los comerciantes, con los odiosos dueños. El primer profeta de Israel, Amós, empieza con aquella profecía en la que dice: malditos sean los que viven desahogadamente, malditos sean los que disfrutan. Pues una gente muy rara, amigo mío, yo prefiero no tratar con ese personal.
–Orwell ya advertía en ‘1984’ de todos los horrores de un régimen totalitario como el comunismo. ¿Por qué hoy las utopías siguen fascinando a tanta gente?
–Que se lean el tercer tomo de Los enemigos del comercio. Me llevó tres o cuatro años investigar por qué las mentes más brillantes, Malraux, Camus, Sartre, Simone de Beauvoir… todos eran comunistas. Pero la respuesta es: ¿por qué fuiste tú, Antonio, comunista? Porque yo lo fui durante bastantes años. Le perdí el respeto a la vida ajena y a la mía, gracias a Dios no hice ninguna salvajada, me habría tenido que suicidar en justa contrapartida. Es un fenómeno difícil de explicar. Es una forma de ser y pensar que plantea el no como algo de la misma sustancia y dignidad ontológica que el sí. Eso es totalmente imposible. Para negar, es preciso algo que negar. Este alma de mundo no lo admite. Originariamente hizo un desplazamiento semántico que fue pasar la putrefacción, lo impuro, lo corrupto de los cadáveres –y por eso los enterramos o quemamos– y dijo: no, lo impuro, lo inmundo, lo que nos lleva a la perdición es el oro. Jaja, se obsesionaron con el oro, con lo bonito que es. Entonces la corrupción se deslizó hacia el oro y los ricos, apareció la palabra ofensiva de usar oro, usus aurum, y se llamó usura y se tipificó como delito. ¿Ah, sí? Pero qué raro. Pero como yo he pasado por esa tosferina, lo entiendo mucho mejor. A mi juicio, un importante porcentaje la ha cogido y la ha dejado, como yo. Es como una enfermedad transitoria.
–¿Stalin fue una especie de enfermedad o corrupción del comunismo, o es la esencia del comunismo?
–Es la esencia del comunismo, como hombre fiel a Lenin. El que diga que Stalin es independiente de Lenin no sabe de lo que habla. Stalin sigue a pies juntillas todo lo que dice Lenin, que es lo mismo que dice Marx: me sobran tres cuartas partes de la condición humana. Mientras no acabemos con ellas, estaremos muy mal. Todo eso es una salvajada genocida, que encima pasa por defender a los pobres. Todavía te encuentras la palabra liberal, capitalista… conectada con la pobreza de terceros. ¡No me lo dirás en serio! Tu régimen viene a hacer pobre a todo el mundo, no sólo en los 60 y pico ejemplos históricos que tenemos en los últimos 100 años. Tu régimen viene a traer la pobreza no sólo porque lo demuestran los hechos, sino porque en eso consiste tu régimen: en odiar a los ricos, en odiar a los que disfrutan, en sentirse furiosos porque otros prosperar y destacan… Eso es intolerable.
–¿Es cierto que Putin era agente del KGB antes del derrumbe de la URSS? Parece que ahora quiere reconstruir la URSS sin comunismo.
–Se sabe perfectamente, estaba destinado en la Alemania oriental. Es una empresa titánica que no creo que pueda sacar adelante. Pero hay cosas muy peligrosas, esas reservas enormes de combustible nuclear almacenadas a cielo abierto en unos bidoncitos. Tienen cantidades descomunales, miles de toneladas de plutonio, que tiene 25.000 años de vida activa. Eso sí que es infernal. ¿Recuerda cómo mataron a ese coronel del KGB exponiéndolo a una variante del plutonio que llaman polonio? Bastó exponerle un segundo y a las seis horas estaba con cien cánceres en el hospital. ¡Qué barbaridad, pobre pueblo ruso! Tienen las tasas más altas del mundo de violencia intrafamiliar, de cirrosis hepática, alcoholismo, crímenes violentos… ¡Qué espanto!