Detención de Puigdemont

El descuido de Puigdemont que permitió su captura: comunicó el viaje a Italia el 20 de septiembre

Detención Carles Puigdemont
Puigdemont, durante un acto en Perpiñán. (Foto: Europa Press)
Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

La asociación para la difusión del folklore Adifolk lleva más de tres décadas celebrando un certamen anual e itinerante en diferentes ciudades de Europa para “potenciar el floklore catalán”. Debido a la pandemia el año pasado hubo de suspenderse la que hubiera sido la edición número 33. Tras haber llevado a cabo certámenes en Rumanía, en Holanda, también en España o en Alemania entre otros muchos lugares, los organizadores habían elegido Alguer, en Cerdeña, Italia, para la edición de 2020, y el retraso hasta 2021 no hizo que se cambiara la sede. Sin duda la de este año iba a ser una edición especial, así que, el lunes pasado, con casi una semana de antelación, los organizadores pudieron confirmar la presencia de un personaje principal para el independentismo: Carles Puigdemont. Esa confirmación fue el punto de partida de la última detención del prófugo independentista de la Justicia española.

Existen dos elementos fundamentales para comprender qué ha pasado desde el lunes día 20 de septiembre para que Carles Puigdemont haya sido detenido cuatro días después de esa fecha en Italia. En primer lugar, hay que revisar el oficio que ayer mismo el Tribunal Supremo hizo llegar a los tribunales italianos. El juez Pablo Llarena explica en un escrito que la Orden Europea de Detención y Entrega (OEDE) emitida contra Carles Puigdemont sigue vigente desde que se libró el 14 de octubre de 2019 como respuesta a su situación de rebeldía durante el llamado juicio del procés y la de los demás huidos.

Con esta OEDE los servicios de Inteligencia españoles sólo tenían que estar alerta a posibles viajes de Puigdemont fuera de Bélgica, lugar que le garantiza la residencia al margen de sus cuentas pendientes con la Justicia española. Puigdemont ya sabe lo que es ser detenido al salir del país belga ya que en Alemania fue capturado y encarcelado en 2018 hasta que los tribunales germanos dictaminaron que en sus leyes no hay equivalencia con el delito de sedición por el que le reclama Llarena, condición fundamental para entregar a un fugitivo de otro país. Pese a todo, y como recuerda el juez del Supremo, esa orden nunca se desactivó.

Sin inmunidad de europarlamentario

Puigdemont ha vuelto a abandonar Bélgica recientemente, fue el fin de semana pasado. En esa ocasión viajó al sur de Francia, donde recogió un galardón otorgado por una organización independentista. Puigdemont siempre se ha sentido a salvo de ser detenido por la inmunidad que le otorga su condición de europarlamentario, que pese a habérsele sido suspendida por parte del organismo europeo el ex presidente la sigue esgrimiendo al haber recurrido ese revocamiento.

Así que, con este panorama, ¿por qué ahora sí se le ha podido detener? Porque el pasado 20 de septiembre, el lunes pasado, Puigdemont cometió un error: confirmar a los organizadores del festival folclórico independentista que podían contar con él para el acto principal de sus celebraciones en el que además de importantes figuras del independentismo catalán iban a estar presentes miembros del actual gobierno de la Generalitat.

Quién sabe si por la seguridad de haber viajado a Francia sin problemas o por creer que su recurso contra la retirada de la inmunidad parlamentaria europea lo protegía, el caso es que Puigdemont no fue precisamente prudente con la información que llegó a oídos de las autoridades españolas.

El resto fue esperar a que los servicios de Inteligencia pudieran confirmar el vuelo cogido por Puigdemont y una serie de personas que lo acompañaron a Italia el jueves por la noche. El sistema de alertas Schengen funcionó dándole la razón al juez Llarena: su orden de 2019 seguía activa en la base de datos policial europea. Cuando el avión despegó de Bruselas (Bélgica) en Alguer (Italia) ya sabían que les llegaba un prófugo de la Justicia española porque es en origen, dentro de Europa, donde salta la alerta. Según el entorno de Puigdemont en el aeropuerto italiano aseguran que había presencia policial española. Ese extremo no ha podido ser contrastado por este periódico, pero que el lunes día 20 se puso en marcha la detención de Puigdemont por su propia imprudencia es ya un hecho irrefutable.

Lo siguiente será saber si el juez italiano encuentra en su Código Penal similitudes con el delito por el que lo persigue la Justicia española, sedición. Si es así y los argumentos de Puigdemont no le convencen el ex molt honorable president no va a olvidar en mucho tiempo el día que decidió confirmar que iría en persona a un certamen independentista lejos de Bélgica.

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