Belarra quiere viajar al Sáhara como ministra para ahondar más en la división con el PSOE
Los morados no quieren que la ruptura de las relaciones por parte del Polisario con el Gobierno les salpique
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La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, quiere viajar como miembro del Gobierno al Sáhara en las próximas semanas. La líder de Podemos y su equipo pretenden aprovechar el retorno de los niños saharauis, que tras la pandemia este verano volverán a ser acogidos por familias españolas, como justificación para su desplazamiento hasta la zona. Pero el trasfondo real del viaje es ahondar en la división con sus socios del PSOE en relación a la autonomía del Sáhara.
La decisión del Polisario de romper relaciones «con el Gobierno de Sánchez» -importante el matiz de poner el nombre del presidente- ha caído como un jarro de agua fría entre los socios de Unidas Podemos. «Hay cosas que no las podemos asumir», recalcan algunos de sus dirigentes, que se sienten «víctimas colaterales» de la decisión unilateral del jefe del Ejecutivo. Saben que el enfado que hay entre sus bases por este tema y por su papel en la invasión rusa en Ucrania, con aplausos incluidos de algunos cargos al discurso de Volodímir Zelenski, les pone en una situación complicada.
Los morados han tragado con el cambio de postura de los socialistas en esta cuestión. Pero no están dispuestos a salir salpicados en sus relaciones con el Polisario. Y necesitan desmarcarse rápidamente como sea, ya que a nivel práctico apoyan las decisiones de Sánchez. Una visita de la secretaria general del partido, en tanto además que ministra, evidenciando así que no todo el Gobierno en bloque comparte la decisión del presidente, podría ser una buena manera de marcar perfil propio. Aunque sea a costa de tensar las relaciones con el PSOE hasta el límite.
Aunque los ministros tienen autonomía para organizarse su propia agenda, que se comparte de forma regular con Presidencia del Gobierno, en el caso de los viajes internacionales Moncloa y Exteriores intentan tener algo que decir -o vetar-. El uso de los medios de transporte oficiales, como el Falcon, depende de la autorización del Ministerio de Defensa. Y autorizar o no el plan de vuelo es una forma de facilitar o torpedear cualquier viaje oficial al extranjero, más aún hacia una zona de difícil acceso como el Sáhara, sin oferta de vuelos comerciales.
En el entorno de Belarra, conscientes de los palos en las ruedas que la parte socialista del Gobierno les va a poner para este viaje, recuerdan que «la acogida de niños saharauis depende de Derechos Sociales». Y argumentan «la importancia de conocer la realidad actual», tras dos años de pandemia, «antes de la vuelta de los menores a nuestro país». La previsión es que empiecen a llegar a España a finales del mes de junio y pasen el verano con distintas familias de acogida en todo el país.
Marruecos
El viaje oficial de un ministro del Gobierno español al Sáhara sería visto como una provocación por parte de Rabat. Tras el sellado de varios acuerdos la semana pasada, por parte de Sánchez y Mohamed VI, que permitirán entre otras cosas la reapertura de las fronteras terrestres, marítimas y comerciales, a cambio del reconocimiento de España a su posición sobre el Sáhara, un desafío de estas características podría ser interpretado como una traición. Y el presidente no quiere problemas con Marruecos. Así que intentarán evitar a toda costa un viaje institucional de un miembro del Ejecutivo al Sáhara.
Relación con el Polisario
«Una solución realista, justa y duradera es aquella que el pueblo saharaui elija de manera libre y transparente mediante un referéndum de autodeterminación en el marco de Naciones Unidas y que sea acorde con las resoluciones pertinentes de la Carta de la ONU», recordó el delegado del Polisario en España, Abdulah Arabi, en las puertas del Congreso el día antes del viaje de Sánchez a Rabat. Comparecía acompañado de dirigentes de Unidas Podemos. Las relaciones entre el Polisario y los podemitas aún goza de buen estado de salud.
Arabi agradeció «el esfuerzo y la generosidad» de los distintos grupos parlamentarios para «recriminar» la postura del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sobre el Sáhara Occidental y «reclamar la vuelta al consenso que siempre ha caracterizado a la política exterior española». Una manera de evidenciar la soledad del secretario general socialista en una cuestión que siempre había generado consenso en la política exterior española.