Telefónica se resigna a no cobrar a las ‘big tech’ pero peleará para que reduzcan su consumo de red
Telefónica y otras grandes operadoras europeas se han resignado a que no van a poder cobrar a las grandes tecnológicas norteamericanas (las big tech) para el despliegue de la red de la que son las principales beneficiarias. Pero, a cambio, han abierto una nueva batalla para que estas compañías reduzcan el uso «innecesario» de estas redes, lo que reducirá la necesidad de inversiones.
El Libro Blanco ¿Cómo dominar las necesidades de infraestructura digital de Europa?, que ha elaborado la Comisión Europea, no contempla que los proveedores de contenido asuman una parte de la inversión en redes, como llevan años solicitando las empresas de telecomunicaciones y reiteró este lunes el propio José María Álvarez-Pallete. Ante esta situación, Telefónica y sus principales pares europeos han «tirado la toalla» en esta batalla contra las big tech, según fuentes del sector.
Pero, a cambio, pretenden abrir otro frente: reducir el consumo de ancho de banda. Algo a lo que también aludió el presidente de Telefónica en su discurso de inauguración del Mobile World Congress (MWC) como el «uso responsable de los recursos compartidos».
«Las grandes empresas de contenidos no tienen ninguna sensibilidad al gasto de datos que hacen porque no les cuesta nada la red. Y hay un enorme tráfico innecesario que satura el ancho de banda y que requiere hacer las redes más grandes para nada, detrayendo unos recursos que podrían invertirse donde hace falta de forma mucho más eficiente», explica una de las fuentes.
Ejemplos de uso irresponsable
Un ejemplo de este «uso irresponsable» es que YouTube (propiedad de Alphabet, la matriz de Google) siga reproduciendo vídeos sin parar una vez que ha finalizado el que usuario quería ver. Otro es que Spotify reproduzca vídeos cuando el usuario simplemente está escuchando música con auriculares y no está viendo nada.
Un tercer ejemplo, y quizá más perjudicial, es que las compañías de streaming como Netflix, HBO, Disney + o Amazon Prime emitan sus series y películas en el teléfono móvil con una altísima calidad que no aprecia el ojo humano, en vez de dejar esa calidad en un nivel suficiente y reducir así el uso innecesario de datos.
«Estas prácticas absurdas obligan a las operadoras a ensanchar con más carriles las autopistas actuales, cuando serían más que suficientes si se hiciera un uso responsable, en vez de construir autopistas nuevas donde se necesitan de verdad. Están obligando a hacer inversiones ineficientes y que no les aportan ninguna rentabilidad», según otra de las fuentes.
Esa es la razón por la que Telefónica y el propio Pallete como presidente de la asociación GSMA (que agrupa a los operadores de móvil del mundo) están planteando esta nueva batalla contra las big tech. «Ya que no pagan por las redes, que las grandes tecnológicas al menos no obliguen a que las telecos gasten más de lo necesario en ellas para un uso innecesario», añade esta fuente.
Nueva Comisión
El comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, apoyó el lunes las demandas del sector de que las grandes tecnológicas contribuyan de alguna forma al despliegue de las redes, en especial los que tienen negocio en la nube (Amazon es el líder mundial): «Necesitamos un verdadero campo de juego nivelado, porque en un espacio tecnológico donde las telecomunicaciones y la infraestructura en la nube están convergiendo, no hay justificación para que ellos no jueguen con las mismas reglas».
Ahora, las operadoras tienen que conseguir que la Comisión Europea asuma esta necesidad de reducir el «uso irresponsable» y establezca alguna normativa que obligue a ello a las big tech. Tendrá que ser el nuevo colegio de comisarios que se forme tras las elecciones al Parlamento Europeo de junio, y la gran pregunta es si seguirá en ella Margrethe Vestager, la actual titular de Competencia.
Vestager, que compitió con Nadia Calviño para acceder a la presidencia del BEI, es la enemiga pública número uno del sector de telecomunicaciones por su doctrina de que en cada país debe haber al menos cuatro operadores relevantes. Una doctrina que limita las fusiones y que impide a las operadoras europeas competir en igualdad de condiciones con las estadounidenses o asiáticas.