Cuentas públicas

La ruina presupuestaria de la era Sánchez deja un agujero de 265.000 millones pese al récord de impuestos

Los números rojos que acumula el Gobierno de Sánchez son similares a los que hubo en los peores años de la crisis de 2008

Sánchez
Roberto Pérez
  • Roberto Pérez
  • Periodista y licenciado en Ciencias Políticas. Especialista en sector público, economía política y presupuestaria, e instituciones político-administrativas. Trabajó para Agencia Efe y Cope, ejerció durante más de 20 años en ABC -etapa que incluyó el ejercicio temporal de la corresponsalía de Nueva York- y actualmente es subdirector de OKDIARIO.

La era de Gobierno de Pedro Sánchez está dejando un desolador resultado en las arcas del Estado. Desde que el líder del PSOE llegó a La Moncloa, acumula un déficit presupuestario sin precedentes, un agujero de 265.000 millones de euros. Y eso pese a disfrutar de una cifra récord de recaudación por impuestos. El gasto público desbocado, muy por encima de los ingresos, está haciendo que en estos momentos, con la economía despegando –»como un cohete», según Sánchez– las cuentas públicas se estén desmoronando prácticamente con la misma intensidad que lo hicieron entre 2008 y 2013, en los peores años de la última gran recesión.

En ese enorme boquete que acumulan las cuentas del Estado se incluye el impacto que tuvo la crisis del Covid. Pero se trató de un bache de corta duración –dos ejercicios–, al que siguió un fuerte y sostenido repunte económico. En nada comparable a las recesiones económicas clásicas.

El problema es que cuando la actividad se recuperó y la recaudación tributaria volvió a despegar con fuerza, Sánchez la dilapidó con su gasto público desbocado. El caso del último año es ejemplificador de la deriva en la que están sumidas las arcas del Estado: el Gobierno disfrutó de una recaudación histórica, unos ingresos no financieros –los que no incluyen la adquisición de deuda– de 218.180 millones de euros, un 10% mayores que los de 2023, ejercicio éste que también se situó en niveles de récord. Sin embargo, pese a disfrutar de tal volumen de ingresos, el Gobierno generó el año pasado un agujero presupuestario no financiero de 30.515 millones.

La clave para diagnosticar el estado de las cuentas presupuestarias de cualquier administración pública está en los saldos presupuestarios no financieros. Es decir, los que no incluyen ni los pagos por vencimientos de deuda ni los ingresos por suscripción de nuevo endeudamiento, que sirve para enjugar precisamente el déficit y aplazar a generaciones futuras los agujeros contables que genera el presente.

Desde que Sánchez está en La Moncloa, el déficit presupuestario se ha disparado. Y todo ello coincidiendo con una expansión del gasto público soportado con una precaria gestión de la Hacienda estatal, manejada con recurrentes prórrogas presupuestarias. Sánchez ha convertido en norma lo que es una excepción: no tener cuentas al día. Y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no para de aplaudir.

Lesivas prórrogas de presupuestos

Cuando llegó a La Moncloa, en junio de 2018, estaban en vigor los presupuestos de aquel año, los que había aprobado el Gobierno de Mariano Rajoy al que el líder socialista tumbó con su moción de censura apoyada por comunistas e independentistas. En 2019, el primer año completo de Sánchez en el poder, siguió gobernando con los Presupuestos del Estado prorrogados. Y lo mismo en 2020.

No fue hasta 2021, tras dos años y medio en el Ejecutivo, cuando entraron en vigor sus primeras cuentas. Aprobó también los Presupuestos Generales del Estado para 2022 y 2023, pero ninguno más. Así, desde el 1 de enero de 2024 se mantiene en La Moncloa sin presupuestos al día, con cuentas prorrogadas. Es decir, en sus casi siete años que lleva en el poder, Pedro Sánchez sólo ha aprobado tres Presupuestos Generales del Estado, una anomalía provocada por su notoria debilidad presupuestaria.

El PSOE minimiza las consecuencias de gobernar con prórrogas presupuestarias. Pero la realidad es que, además de ser una anormalidad política, las cifras demuestran que en nada ayudan a una saludable gestión de las arcas del Estado. Expandir el gasto público sin una previa programación obliga a capear la improvisación presupuestaria a base de continuas modificaciones en las cuentas, remiendos que va decidiendo el Ejecutivo sobre un documento económico elaborado en contextos económicos que han quedado desfasados.

El roto, año a año

En 2019, primer año completo de Sánchez en el poder, el Gobierno generó un agujero presupuestario no financiero de 6.516 millones de euros. Fue la diferencia entre los ingresos y gastos ordinarios, es decir, sin incluir las operaciones de deuda pública. En 2020, año que estalló la crisis del Covid, el boquete fue de 77.986 millones. Al año siguiente, de 62.654 millones. En 2022, pese a que la economía ya estaba despegando con fuerza, el Ejecutivo de Sánchez volvió a incurrir en un enorme déficit presupuestario de 46.887 millones. Y en 2023 y 2024, más de lo mismo, pese a que ha gozado de una recaudación récord por impuestos. En 2023 el agujero presupuestario provocado por el Gobierno fue de 40.780 millones, y de 30.516 millones el pasado 2024.

De los casi siete años que Sánchez lleva en La Moncloa, cinco han sido de clara bonanza económica. Sin embargo, el agujero que ha dejado en las cuentas del Estado es similar al que se acumuló en los peores años de la gran recesión que arrancó en 2008. En la era Sánchez, un boquete de 265.358 millones –hasta el 31 de diciembre pasado–, y la cifra sigue al alza; entre 2008 y 2013, el agujero fue de 230.831 millones.

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