VIVIENDA

Las personas que viven hacinadas se duplican desde que gobierna Sánchez y alcanzan ya los 4,4 millones

En 2018 solo un 4,7% residía en hogares superpoblados, ahora un 9,1% de los ciudadanos vive hacinado

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
Alba Martín

Desde que Pedro Sánchez llegó al Gobierno, las personas que viven en situación de hacinamiento en España se han duplicado, pasando de los 2,2 a los 4,4 millones, según los últimos datos de Eurostat. En 2018, cuando se produjo el cambio de Ejecutivo, tan solo un 4,7% de la población residía en hogares superpoblados. Ahora un 9,1% de los ciudadanos vive hacinado: se trata de la cifra más elevada de los últimos 20 años.

Para abundar más, las familias en situaciones con un plus de gravedad en dicho hacinamiento -forzadas a compartir pisos con más personas, viviendo en casa de progenitores o familiares o inquilinos de «nanopisos»- también han aumentado con la crisis de vivienda que atraviesa el país. Según recoge el IX Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España, ya representan el 7% de la población, concretamente 3,4 millones de personas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que los ciudadanos viven hacinados cuando el número de ocupantes de una vivienda excede la capacidad del espacio disponible, ya sea medido como habitaciones, dormitorios o superficie. La Comunidad de Madrid, por ejemplo, establece como hacinamiento «crítico» que haya menos de 6 metros cuadrados por persona en una vivienda. En España, la escasez de oferta de vivienda está empujando a muchas familias a tener que vivir en habitaciones o alquilar antiguos locales comerciales ahora transformados en nanopisos.

El hacinamiento es el resultado de un desajuste entre la vivienda y la familia y es considerado un síntoma de la pobreza, privación social y desigualdad de un país. Para la OMS se trata de una situación que prolongada en el tiempo tiene resultados negativos para la salud física y mental. Estas carencias, sin embargo, suelen ser invisibles para la opinión pública y suscitan menos presión social que el sinhogarismo o los asentamientos chabolistas.

Los diferentes niveles de este problema se establecen según el tamaño y diseño de la vivienda, incluida la superficie de las habitaciones, y también se relacionan con el tipo, tamaño y necesidades familiares. Por ejemplo, algunas familias pueden verse obligadas a permanecer juntas en habitaciones particulares de su hogar para evitar las partes frías o inhabitables de la vivienda o para ahorrar en calefacción dado el elevado precio del gas o la luz.

La vivienda, más precaria que nunca

El análisis también constata que en los últimos seis años, la vivienda ha pasado de ser un factor de integración a convertirse en «la gran emergencia social para los hogares más vulnerables». En este sentido, destaca que la tenencia en precario (cesiones, subarriendos, ocupaciones o avisos de desahucio) ya llega al 6,3% y que los gastos desorbitados de vivienda comprometen ya la economía del 14,1% de los hogares.

En este contexto se puede entender que el impago del alquiler haya sustituido ya al de hipoteca como causa principal de los lanzamientos, siendo el motivo del 68% del total de los desahucios en España. Y es que, el mercado de la vivienda se ha convertido en un factor clave en la definición de las dinámicas de exclusión social. Según ha comprobado OKDIARIO, desde 2018 la exclusión residencial ha ido subiendo poco a poco hasta afectar a una de cada cuatro personas, dejando al 88% de los españoles en «exclusión severa».

En definitiva, el sobreesfuerzo que supone el pago del alquiler, la tenencia precaria de la vivienda y el hacinamiento, son ya los ejes de una emergencia residencial y social que ha degradado en gran medida la calidad de vida de los ciudadanos en España.

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