Economía

Los mayores de 65 años, cada vez más cerca de ser el motor de la economía española

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La pandemia ha acelerado el uso de internet por parte de las personas de entre 65 y 74 años.

Los mayores de 65 años cada vez tendrán un protagonismo mayor en la evolución de la economía española, hasta tal punto que se convertirán, salvo un giro inesperado de los acontecimientos, en su motor por su capacidad de gasto y porque van a participar más en el sistema productivo.

Según un informe de Oxford Economics, actualmente las personas de más de 50 años representan el 26% del Producto Interior Bruto español considerando tanto los efectos directos, indirectos e inducidos sobre la economía, esto es, el «efecto arrastre» que implica su consumo al generar ventas en las empresas y, a su vez, compras a proveedores por parte de estas.

Y esa tendencia será creciente y sostenida en el tiempo en un escenario de estancamiento de la población ante la baja tasa de natalidad y, por tanto, de elevación de la edad media. según prevé Pablo Antonio Muñoz, investigador del Centro Internacional sobre el Envejecimiento y catedrático de Marketing de la Universidad de Salamanca. Se espera que en unos 1o años ese tramo pase de suponer el 20% de la población al 30%.

Los que más ingresan

El poder adquisitivo que atesora este rango de edad será clave para el sostenimiento del crecimiento por su influencia en el consumo. Se trata de personas que tienden a gastar lo que ingresan, puesto que no suelen tener cargas de hipotecas o de créditos, lo que les lleva a adoptar una visión más cortoplacista y entre sus objetivos no está el de ahorrar. «No piensan en comprar una vivienda, sino en vivir la vida», apunta Muñoz. «El euro que va a sus manos es un euro que se mueve. Eso explica su capacidad de tirón de consumo», agrega.

Además, aquellos trabajadores que han alcanzado un nivel de madurez en su profesión suelen cobrar más que cualquier otro empleado más joven porque tienen mayores conocimientos intelectuales. Por su parte, las personas de 65 y más años suponen, de media, el tramo de edad con más ingresos mensuales por las pensiones -gracias a un sistema garantista que es mejor que el de otros países- y las rentas de las inversiones que han hecho. «Son los que más patrimonio per cápita tienen, los que menos endeudados están, los que soportan menos costes vinculados a deuda. Si tienes menos pagos financieros, tienes más disponibilidad para el consumo», argumenta. «Las personas de más edad son más estables en el gasto, lo mantienen cuando las cosas van bien o van mal», añade.

Con todo, en España se llega más tarde al nivel más alto de ingresos que en Europa, donde la franja de 50 a 64 años es la que más rentas percibe. Una explicación sería el hecho de que en España el salario medio es más bajo, según Muñoz.

Pero, por otra parte, los trabajadores españoles, en términos generales, están deseando jubilarse, a diferencia de otros países donde no les importa mantenerse en sus puestos durante más años. «En España, en el tramo de 65 a 74 años trabaja el 5% de la población, mientras que en Países Bajos ese porcentaje es del 14% y en Alemania, del 13%. La media europea está en un 9,5%», ilustra Muñoz, para quien es necesario establecer un sistema de incentivos que haga que las personas que se encuentren en condiciones puedan seguir trabajando no solo por un beneficio personal, sino porque el sistema productivo a veces tiene dificultades para captar ciertos perfiles de empleado y los puede encontrar en la horquilla de edad de más de 65 años, que posee una cualificación mayor.

«Socialmente, es útil porque contribuye a sostener el sistema de pensiones en un escenario de vida más larga. Además, en un país como el nuestro, que tiene una deuda pública del 120% y un déficit estructural que hace que la Seguridad Social esté en pérdidas, que estamos pagando con deuda pública, da la sensación de que hay que poner pies en tierra», opina. «No podemos dejar deuda sobre deuda para las generaciones futuras porque no es un método por el que un país se pueda construir, no es bueno, incluso, desde el punto de vista del respeto internacional hacia nuestro país», prosigue.

Equilibrio intergeneracional

En la práctica, si hay que despedir a alguien en las empresas, los mayores de 5o años tienen todas las papeletas, en parte por el estigma de que no están dispuestos a abrazar las nuevas tecnologías. Sin embargo, algunos de estos empleados podrían seguir siendo productivos, ya que «tienen un concepto de empresa por el que están más involucrados», sostiene Muñoz, que aboga por un «cierto equilibrio intergeneracional» en las plantillas.

«Las empresas tienen que ser conscientes de que no se puede desprender uno de un patrimonio humano, del conocimiento que corresponde a las personas de 50 o más años», señala Muñoz, que critica el hecho de que las compañías se fijen más en los costes como resultado de su visión a corto plazo y no inviertan en formación en paralelo con la digitalización.

Asimismo, hay estudios que reflejan que la pandemia ha acelerado el uso de internet por parte de las personas de entre 65 y 74 años. Si en 2019 el 63% de este colectivo manejaba habitualmente los canales online, tras el Covid la cifra ha subido al 74%. La banca electrónica, a la que se han visto abocadas sin remedio todas las franjas de edad, ha obligado a un aprendizaje exprés de las nuevas tecnologías, al tiempo que los mayores no han renunciado a seguir informados en los medios digitales en una época tan convulsa como la actual ni a mantener sus relaciones familiares a través de la mensajería instantánea.

Para más inri, un informe reciente de BBVA basado en los pagos con tarjetas reveló que donde más creció el gasto en equipos tecnológicos tras la pandemia fue en el segmento de mayores de 65 años. «De verdad, se están incorporando a marchas forzadas», afirma Muñoz, que cree que esto demuestra que las Administraciones Públicas deberían primar la formación de trabajadores de mayor edad.

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