La maldición económica de llevar el apellido Cameron en Reino Unido
Samantha Cameron –»SamCam», según la prensa inglesa–, la esposa del ex primer ministro de Reino Unido, David Cameron, posee una marca de moda de mujer que no está pasando los mejores momentos financieros, según detallan medios británicos como ‘Tatler’ o ‘The Guardian’. El impulso del Brexit, el divorcio de los británicos de los europeos, por parte del político ha convertido a Cameron en una de las personas, digamos, menos queridas de su país. Sobre todo, además, teniendo en cuenta la deriva económica y social que puede suponer esta ruptura con el Viejo Continente que está liderando Boris Johnson, tras la marcha de Theresa May –la conservadora, por cierto, viste a menudo de Vivienne Westwood–.
La empresaria, que tiene 48 años, fue antaño la directora creativa de las papelerías de extralujo de Bond Street –una de las principales calles de compras de Londres–, Smythson, pero sería en 2017 cuando se lanzara a la aventura de manera individual creando Cefinn. Impulso empresarial, no obstante, que está absolutamente empañado por la actividad política de su marido y su gestión del Brexit, así lo ha admitido ella misma en el acto Women Mean Business Live en Londres esta semana, un evento que ha reunido a más de 500 mujeres empresarias.
Ha reconocido que, aunque en un primer momento, el apellido de su marido le ayudó a atraer a publicidad y clientes, ahora las cosas no resultan tan positivas. «Algunas personas no me compran por el hecho de que Cameron sea mi marido», decía la señora Cameron, eso sí, no quiso culpar del todo al ex primer ministro británico y agradeció el apoyo que su marido le dio desde el primer momento. «Sin embargo, estoy segura de que otros que nos compran porque les gusto», añadía, mientras sacaba pecho por haber salido de las paredes del número 10 de Downing Street por tener un empleo y una vida independiente: «No estuve atrapada en la burbuja de Westminster y eso te da otra perspectiva sobre todo».
La firma, que como decimos nació en 2017, ha tenido pérdidas en sus dos años de vida, sin embargo, en septiembre de 2018 encontró un inversor para esquivar los vaivenes y la competencia del sector e internacionalizar Cefinn: David Brownlow, uno de los mayores donantes del partido Tory, invirtió 2,5 millones de libras a través de el fondo de inversión Havisham Assets. Una de las obsesiones de Samantha, además, ha sido encontrar tejidos que no se arruguen –de ahí que haya aconsejado a la novia de Boris Johnson, Carrie Symonds, que use prendas que no se arruguen– que duren todo el día impecables. Las prendas de Cefinn están fabricadas de Techi Voile, un tejido lavable a máquina y resistente a las arrugas. «Nuestras piezas son sostenibles ya que son de alta calidad, clásicas y estarán en su guardarropa durante mucho tiempo», decía en una entrevista con ‘Grazia’.
No obstante, a pesar de las vacas de poca bonanza o de crisis de imagen de marca, hay quienes aún optan por vestirse de Ceffin como es el caso de la presentadora de BBC News, Sophie Raworth o la primera dama de EEUU, Melania Trump. «Somos particularmente populares entre los presentadores de noticias tanto aquí como en los EEUU. No sé por qué, creo que porque son colores brillantes y los colores brillantes funcionan bien en la televisión», decía.
La marca de moda Cefinn, que posee piezas de moda con un precio que oscilan entre las 300 y las 500 libras, ha estado, además, involucrada esta semana en una polémica laboral. La empresa de Cameron, que emplea a diez personas, puso un anuncio para reclutar un becario para ayudar en la dirección creativa, sin embargo, era un empleo de prácticas sin remunerar.
Un aspecto que ha levantado críticas porque, según defienden las organizaciones sindicales británicas, debe recibir el salario mínimo legal, de acuerdo con la legislación de Reino Unido. Según ésta normativa, sólo trabajarán gratis como becarios los menores de 16 años, aquello con una experiencia laboral muy corta o que realizan las prácticas como parte de su formación.