La inflación subyacente es la más alta desde que se creó el euro

La inflación sigue subiendo en octubre pero se modera en un año por la escalada anterior a la guerra

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Nadia Calviño.

Aunque la inflación se ha moderado en octubre hasta el 7,3%, los precios siguen sin control y no dejan de subir. El mes pasado aumentaron de hecho un 0,3%. La paradoja es sencilla de explicar. La tasa de inflación se mide en términos anuales, y como los precios crecieron intensamente durante el otoño pasado,  ya antes de la guerra de Ucrania, la comparación con lo que sucedió entonces resulta favorable. Si se acumulara la inflación actual a la que se produjo en 2021, daría como resultado un 13%.

Otro de los indicadores que apuntan al descontrol de los precios y a las tensiones de fondo del sistema es la inflación subyacente -que no tiene en cuenta ni los alimentos sin elaborar ni los productos energéticos-. El mes pasado se mantuvo en octubre en el 6,2%, que es el nivel más alto desde que se instauró la moneda única y se fundó el Banco Central Europeo.

Aunque tanto la vicepresidenta Calviño como el presidente Sánchez suelen atribuir el crecimiento desorbitado de los precios a la guerra de Ucrania, lo cierto es que la inflación ya comenzó a dispararse en España antes de la invasión de Rusia situándose en el entorno del 6% en otoño pasado. La causa de esta explosión de los precios fue la intensa expansión del gasto público con motivo de la pandemia, la inyección de liquidez inaudita impulsada por el BCE, así como el ahorro embalsado durante el confinamiento, que disparó progresivamente la demanda una vez que empezó la apertura de la economía.

«La explicación de la escalada de la inflación desde antes de la guerra es la combinación de la bomba monetaria y de la fiscal», explica Ricardo Martínez Rico, presidente de la consultora Equipo Económico. «Ya los precios se dispararon en octubre y noviembre de 2021 y esto explica que, en términos anuales, la inflación se haya moderado en octubre. Y otro tanto sucederá en marzo y abril del año próximo, porque los precios repuntaron igualmente en esos meses de 2021», apunta Martínez-Rico. Esto permitiría al presidente Sánchez presentar unos buenos datos justo en los prolegómenos de las elecciones municipales y autonómicas, por muy engañosos que sean.

La cota elevada y resistente a la baja de la inflación subyacente apunta a que hay muchas empresas que están decidiendo subir los precios porque el encarecimiento de la energía se traslada al transporte, a los alimentos elaborados y a otro tipo de productos, en la mayoría de las ocasiones impulsados por la fuerte demanda, como ha sido el caso del turismo durante la temporada alta.

«Si alguien trata de persuadirnos de que la inflación está empezando a controlarse, después de la desaceleración registrada en septiembre y en octubre, estaría falseando la realidad. Los precios siguen sin control y continúan subiendo, más despacio, pero en una carrera al alza; y no suben más porque algunas medidas adoptadas por el Gobierno como la bonificación de los combustibles están posponiendo los futuros incrementos, que se producirán en cuanto dichas medidas dejen de estar en vigor», asegura Manuel Balmaseda, economista jefe de Cemex.

«El apoyo indiscriminado a la compra de combustibles para el transporte urbano, que beneficia a todos los ciudadanos -independientemente de su nivel de renta o de la necesidad ineludible que tengan de usar el vehículo para trabajar- está conteniendo mucho los precios, es verdad que a costa de incurrir en un fuerte gasto público. Es algo que el Gobierno deberá valorar en el futuro: si continúa con los apoyos, con el coste correspondiente para las cuentas públicas, o los deja expirar, pero corriendo el riesgo de que la inflación vuelva a dispararse», apunta Martínez-Rico.

 

 

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