Supera a Alemania, Italia y Francia

España lidera la mayor contracción del crédito de la Unión Europea y siembra dudas sobre el crecimiento

Alejandra Kindelán, presidente de la AEB.
Alejandra Kindelán, presidenta de la AEB.

España lidera la mayor contracción del crédito en toda Europa, lo que siembra dudas sobre la evolución a medio plazo del PIB a pesar de que la mayoría de los analistas están modificando al alza sus previsiones debido a la fortaleza que muestra el turismo y al aguante del mercado laboral, aunque las estadísticas al respecto están distorsionadas por el desconocimiento claro del número de fijos discontinuos que están aumentando a gran velocidad desde la prohibición de la contratación temporal incluida en la reforma de la vicepresidenta Yolanda Díaz.

De acuerdo con el último informe del Banco Central Europeo, la demanda de crédito de las empresas en España ha caído un 42% en el primer trimestre del año, en comparación con el aumento del 8% registrado entre octubre y diciembre de 2022; la petición de créditos hipotecarios se ha desplomado un 90% frente a la disminución del 20% registrada en el periodo anterior y el reclamo de crédito para el consumo también cae un 42% frente a la desaceleración del 17% registrada en el periodo inmediatamente anterior.

Todas estas cifras están muy por encima de las que ofrecen los otros países importantes de la Unión Europea como Alemania -donde igualmente los descensos son pronunciados- Italia y también Francia, país en el que los registros contabilizados por el BCE son más moderados. Según las fuentes consultadas por OKDIARIO, esta intensa contracción del crédito tiene que ver con el alto grado de incertidumbre que todavía pesa sobre la economía española, con una tasa de inflación alta y una evolución del índice subyacente -que despeja la volatilidad de los alimentos y de la energía- muy resistente a la baja.

Al mismo tiempo el grado de endeudamiento de las familias sigue siendo elevado, a pesar del saneamiento que han acometido durante el último año. Por otra parte, están las dificultades que esgrimen las entidades financieras españolas antes de firmar un contrato, «su aversión al crédito y la determinación de no repetir las malas experiencias del pasado engordando la cartera inmobiliaria y perjudicando unos balances que en estos momentos están en una buena situación», afirman las citadas fuentes.

La guinda de este cóctel son los repetidos aumentos de los tipos de interés decididos por el BCE desde junio del año pasado y que no tienen de momento fecha de caducidad. Este mismo fin de semana el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, que ha participado en Barcelona en las sesiones del Círculo de Economía, ha dibujado un panorama sombrío sobre las posibilidades de reducir la inflación subyacente a corto plazo. Y si la inflación estructural sigue alta, fundamentalmente a causa del alza de los precios de los servicios, hoy cerca del 6%, habrá una política monetaria más restrictiva. De Guindos, de hecho, se niega a dar señales sobre cuándo llegará el final de la subida de tipos.

El ex ministro de Economía del Gobierno de Rajoy ha desvelado que aunque en el consejo de gobierno del BCE hay halcones y palomas, en estos momentos, al contrario de lo que sucedió en la era Draghi, hay consenso en que no hay que levantar el pie del acelerador. Entre otras razones, sostiene De Guindos, porque la inflación se ha filtrado con mayor fuerza en el sector servicios, mucho más difícil de controlar que el industrial o, incluso, los alimentos. Pese a ello, el número dos del BCE no ve ninguna recesión en el horizonte, ni siquiera técnica (dos trimestres consecutivos de contracción del PIB). Según sus estimaciones, tanto en el segundo como en el tercer trimestre de este año, el PIB avanzará por encima del 0,1% que lo hizo entre enero y marzo. En todo caso, por encima de sus estimaciones iniciales.

Aquí en España, el último informe anual del banco central, que preside Pablo Hernández de Cos, señala que revisará al alza sus previsiones sobre el PIB, y que probablemente las nuevas estimaciones fijarán un crecimiento del entorno del 2%, pero tanto la intensa contracción del crédito constatada por el BCE como las nuevas subidas de tipos de interés siembran dudas sobre que se vaya a cumplir este optimismo sobrevenido. Por otra parte, y de acuerdo con lo señalado por el vicepresidente de Guindos, está claro que, de momento, ni el encarecimiento del precio del dinero ni la contracción del crédito -que debería servir de soporte y de ayuda adicional- están teniendo efectos tangibles sobre la reducción de la inflación.

 

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