Una España “en funciones” agota a la economía: se necesitan reformas estructurales urgentes
España se dirige hacia unas nuevas elecciones, que se celebrarán el próximo 10 de noviembre. El PSOE, que ganó las elecciones por mayoría simple, acabó la ronda de negociaciones sin sacar ni un solo acuerdo de las mismas. No aceptó las condiciones de Podemos pero tampoco las de Ciudadanos y el PP.
La gobernabilidad de España está en juego, señores. España, tierra de elecciones, como me gusta a mi llamarla tras el tortuoso escenario político que nos ha llevado a las urnas en cuatro ocasiones durante los últimos cuatro años, sigue notando, y ya de forma abrupta, los duros efectos de la desaceleración económica que sacude la economía global.
Una economía global que experimenta a diario los fenómenos de los distintos shocks de incertidumbre que sacuden al escenario económico, obligando a los organismos a reajustar continuamente sus previsiones. Una situación complicada y que, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, podría generar grandes problemas en el medio plazo.
Estamos ante una situación en la que el país se muestra nuevamente descabezado y a la deriva, ante una situación económica, como poco, pesimista. Si uno hace una leve radiografía de la economía española y observa los distintos registros que nos dejan los indicadores, con el 60% de los mismos en negativo, la economía española muestra una clara tendencia subyacente de desaceleración económica.
Una tendencia que no solo se ve reflejada en los crecimientos, donde, de acuerdo con el BBVA Research, creceremos menos de lo esperado, sino que también empieza a observarse en otros indicadores como la tasa de desempleo, la inflación o los PMIs, donde el manufacturero, con la caída de la producción industrial, se ha visto mermado, traspasando la barrera, en tendencia bajista, de los 50 puntos que lo sitúa en entorno recesivo.
La economías desarrolladas, en su conjunto, están atravesando una dura situación. Los altos niveles de incertidumbre y el fuerte deterioro del balance de riesgos a nivel global están acabando con una economía que ya, a principio de año, se mostraba debilitada.
El problema, ahora, está en la resistencia de cada economía a estos shocks de los que hablamos, entre los que se encuentra la guerra comercial, el brexit, entre otros factores. Una resistencia que dista mucho, cuando observamos detenidamente, entre España y Alemania, por poner un ejemplo, pues de esta resistencia dependerá mucho el futuro de la economía en cada país.
Durante el último informe WEO que publicaba el Fondo Monetario Internacional, el organismo hacía especial hincapié al grado de dependencia de la economía con las políticas aplicadas por cada gobierno. En otras palabras, la política aplicada por cada país jugará un papel determinante en el futuro de cada economía, por lo que es necesario saber hacer un buen diagnóstico de cada aspecto de la economía, pudiendo tomar decisiones que traten de revertir la situación y dotar de mayor dinamismo a unos crecimientos que se muestran, prácticamente, apagados.
Entre esos diagnósticos se encuentra la capacidad de analizar cuales son las vulnerabilidades de cada país a la hora de tomar las decisiones en materia de política económica, así como el escenario vigente que le permita aplicar una serie de medidas u otras. En el caso de España, la situación, como ya anunciaba el Banco Central Europeo, es muy limitada.
Debemos ser conscientes de que la realidad económica de este país parte de una deuda de casi el 99% sobre el PIB; de una tasa de desempleo que, tanto en materia juvenil como en la general, supera al resto de homólogos en la Unión Europea; así como un tejido empresarial que, por cuestiones ajenas, se muestra más vulnerable ante posibles shocks de la economía, debido a su pequeño tamaño.
Ante esta situación y comparando con Alemania, donde la deuda representa únicamente el 53% sobre el PIB, así como una tasa de desempleo que no alcanza el 4%, la situación de España es mucho más limitada que la germana, por lo que no podemos estar continuamente comparándonos con un país que, a nivel de estructura económica, se encuentra a años luz de España. Un país que, aunque la recesión técnica llegue a darse, cuenta con un punto de partida donde los márgenes para aplicar estímulos son infinitamente mayores que en España, donde la capacidad para aplicar esos estímulos, de acuerdo con el BCE, no existe.
Esta, junto a otras, son las razones por las que no podemos seguir hablando de economía global y debemos comenzar ya a tratar los temas locales. La economía alemana está liderando planes de contingencia, pese a los márgenes, para tratar de revertir la situación que le está llevando a una recesión.
Sin embargo, en España, donde, como decía, estamos peor que en el resto de las economías desarrolladas que viven el impacto de la desaceleración, seguimos sin un gobierno que lidere las reformas económicas pertinentes que vive la sociedad, dejando la economía, como decía, a la deriva y sin planes de choque alternativos.
La economía española va a la deriva. Los partidos políticos siguen jugando al juego de los sillones, sin lograr, al menos, el pacto que, por fin, los asigne. Un juego en el que estamos obviando grandes costes de oportunidad y que, en otros casos similares, sirviendo de ejemplo Italia, están pagando ese coste con 2 recesiones técnicas en un mismo año.
Ya avisó el Fondo Monetario Internacional sobre la adopción de políticas económicas arbitrarias en este delicado escenario económico, sin embargo, España, sigue más pendiente de su ombligo, jugando al “politiqueo”, que de lo que ocurre en el propio país y en la sociedad, desamparada ante una posible recesión futura.