El electrodoméstico que tienen todos en casa y está reventando tu factura de la luz: cuatro veces más que la lavadora
Un electrodoméstico que seguro habrás usado este verano y con el que debemos tener cuidado
Desde que el técnico de la lavadora me enseñó éste botón ahorro un 20% en la factura de la luz
Está disparando tu factura de la luz y es un palo: así funciona el temido consumo vampiro


Seguro que es algo que has hecho este verano, siendo consciente de ello, pero sin que tuvieras otra elección. En cuanto llegaron los días fuertes de calor, casi todos hicimos lo mismo: encender el aire acondicionado. Algo que no es un lujo, lleva años en muchas casas y nos salva en verano, pero también se dice que detrás de este electrodoméstico está la mayor parte del subidón de la factura de la luz. Y lo cierto es que así es, es el electrodoméstico que más consume, superando incluso a la lavadora.
De hecho, al compararlo con otros electrodomésticos modernos, el contraste es enorme. Una lavadora de bajo consumo, por ejemplo, apenas supone un gasto asumible, mientras que este otro aparato multiplica hasta por cuatro el consumo. Y no estamos hablando de nada extraño, sino del aire acondicionado antiguo, esos equipos que llevan más de una década funcionando y que, aunque siguen enfriando, lo hacen a costa de un gasto energético desproporcionado. Por este motivo, los expertos en eficiencia lo repiten: el problema no es tanto el número de horas que se utilice, sino la tecnología con la que funciona. Los aparatos viejos no saben regularse y trabajan siempre a máxima potencia. Resultado: cada vez que los encendemos, la luz se dispara. Y con las tarifas como están, se convierte en algo que pesa, y bastante, en la economía de las familias.
El electrodoméstico que revienta tu factura de la luz
Poner la lavadora hoy en día no es lo que era hace veinte años. Los modelos de clase A gastan entre 0,40 y 0,60 kWh por ciclo completo, incluso con agua caliente. En cambio, un aire acondicionado con más de 15 años puede llegar a gastar entre 1,5 y 2,5 kWh por cada hora que está encendido. La diferencia salta a la vista: en dos o tres horas de aire acondicionado, has consumido lo mismo que en varios lavados seguidos.
No hablamos de un par de kilovatios de más, sino de un consumo que puede superar los 300 kWh al año sólo por tener un aparato antiguo funcionando. Eso se nota en el bolsillo, porque cada mes llega reflejado en el recibo. Y si encima se utiliza en invierno como calefacción, la cuenta ya se multiplica sin remedio y acabamos pagando elevadas facturas de luz gran parte del año.
Por qué los aparatos antiguos consumen tanto
El origen está en la tecnología. Los equipos modernos incorporan sistema inverter, que regula la potencia en función de la temperatura real. Así trabajan sólo lo justo. Los antiguos, en cambio, funcionan siempre al máximo, como si tuvieras un coche en primera a toda velocidad durante horas. Y claro, eso se traduce en un mayor consumo y como no, en una factura de la luz más alta.
Además, con los años se van acumulando problemas: filtros sucios, gas refrigerante en mal estado, piezas desgastadas. Todo ello hace que el aparato de aire acondicionado que a lo mejor tenemos desde hace 20 años, rinda menos, necesite más esfuerzo para enfriar y consuma todavía más electricidad. En definitiva, enfrían peor, gastan más y terminan saliendo caros.
Trucos sencillos para gastar menos sin perder confort
La solución definitiva pasa por cambiar de equipo y apostar por un modelo inverter de clase A+++, pero mientras tanto se pueden aplicar algunas medidas que ayudan a reducir el gasto. Algunas son tan simples como limpiar los filtros con frecuencia, revisar que el gas esté en buen estado o asegurarse de que la instalación eléctrica no tenga fallos. Con eso, el aire acondicionado trabaja más desahogado y, aunque no hace milagros, se consigue reducir el consumo y lo que se paga de luz.
También influye mucho el uso que hacemos del aparato. No tiene sentido ponerlo a 18 grados pensando que la habitación se enfriará antes. Lo único que se consigue es forzarlo. Los técnicos recomiendan programarlo entre 24 y 26 ºC, aprovechar la ventilación natural cuando refresca por la noche y usar temporizadores. Otra medida útil es mejorar el aislamiento: cerrar bien ventanas y puertas para evitar fugas de frío y conseguir que funcione menos horas.
Invertir en eficiencia es lo mejor a largo plazo
Al final, lo que más conviene es renovar el equipo. Los modelos modernos pueden reducir el consumo hasta en un 40 % y, aunque requieren una inversión inicial, a medio plazo se recupera con creces en forma de ahorro en la factura. Además, suelen ser más silenciosos y duraderos, lo que también se agradece en el día a día.
La conclusión es bastante clara: esos aires acondicionados antiguos son un pozo sin fondo de luz. La diferencia con otros electrodomésticos es enorme y lo estamos pagando mes a mes. Lo ideal es usarlos con cabeza y, en cuanto se pueda, cambiarlos por equipos nuevos que consumen mucho menos. Es la única manera de mantener la casa fresca sin dejarse parte del sueldo en el recibo de la luz.
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