Economía

El ‘efecto arrastre’ ayuda a Sánchez a maquillar la ralentización: la economía creció sólo un 2,6% en 2022

efecto arrastre economía
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El PIB de España creció un 5,5% en 2022, una dato que el Gobierno de Pedro Sánchez no ha parado de celebrar. No obstante, aunque este avance podría parecer elevado, hay que verlo con cierta reticencia, ya que está muy condicionado por un significativo efecto arrastre (carry-over). Sin este efecto, el crecimiento del año se situaría cerca del 2,6%, como consecuencia de la acumulación de las tasas trimestrales entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2022.

Pero, ¿que significa este efecto arrastre? Quiere decir que la economía española, de haberse mantenido durante los cuatro trimestres de 2022 con un crecimiento cero, habría avanzado de por sí un 2,9%. Esto es consecuencia del avance registrado durante los últimos trimestres de 2021 tras la reapertura del sector turístico, que permaneció cerrado o con restricciones durante la pandemia. De esta forma, la economía ha tenido que crecer sólo un 2,6% durante este año para alcanzar el 5,5% con el que ha cerrado 2022

Pero, la ralentización del tercer y cuarto trimestre muestra la debilidad de la recuperación. De hecho, con los datos relativos al cuarto trimestre de 2022, el PIB se queda un 1,5% por debajo de los niveles alcanzados en 2019, antes de que se produjera la crisis del Covid y de que posteriormente se desatara la guerra de Ucrania. Y eso a pesar de la reactivación del turismo y del sector exterior, éste último en todo caso con síntomas de ralentización en el cuarto trimestre del año pasado.

De esta manera, España sigue a la cola de Europa en la recuperación de la actividad a pesar del aumento masivo del gasto del Estado y del incremento correspondiente de la deuda pública. Como consecuencia del incremento de los pagos de la Administración, mayoritariamente en cuestiones estructurales y desaconsejadas por todos los organismos internacionales -y de manera destacada por la UE-, el desequilibrio presupuestario de carácter estructural está en torno al 5%, uno de los más altos de la zona euro, y el endeudamiento público se sitúa igualmente entre los más elevados de la Unión.

Por su parte, la demanda interna sufre una notable contracción en el cuarto trimestre, tanto en lo que respecta al consumo privado como a la inversión, reflejando el deterioro de las expectativas de empresas y familias ante el endurecimiento de las condiciones de financiación, la alta inflación y las perspectivas de desaceleración de la economía en los próximos trimestres. Desde el punto de vista del sector exterior, tanto las exportaciones como las importaciones han mostrado un notable recorte, siendo mucho más intenso en el caso de las importaciones, en línea con la evolución de la demanda interna. Ello ha dado lugar a una aportación positiva del sector exterior que ha compensado la detracción de la demanda interna.

Otro aspecto reseñable es el aumento de las existencias respecto al trimestre anterior, lo que podría venir explicado por el efecto precaución, al acumular determinados bienes para afrontar las posibles dificultades del suministro. Las horas trabajadas retroceden por segundo trimestre consecutivo y continúan estando por debajo de los niveles previos a la crisis (1,0% inferiores al cuarto trimestre de 2019). Los costes laborales unitarios repuntan notablemente en el cuarto trimestre. En comparación con la situación previa a la crisis, los costes laborales unitarios son un 9,7% superiores a los del cuarto trimestre de 2019.

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