La depresión económica de Cataluña, entre los independentistas y Colau
Más allá del escándalo de los indultos a los líderes del intento de golpe de Estado de octubre de 2017 y de la manifestación de este domingo, está la Cataluña real, la que madruga para levantar la persiana y se deja la piel cada día para prosperar. Y esa Cataluña, más concretamente esa Barcelona, está ahora mismo sumida en una profunda depresión porque ha perdido el liderazgo económico de España y ve impotente cómo la riqueza se concentra cada vez más en Madrid. Y además de los disparates independentistas, señala a un culpable claro: Ada Colau.
La depresión es generalizada en el mundillo empresarial y financiero de la Ciudad Condal: «Barcelona cada vez es menos relevante económicamente, es muy triste ver cómo todo el mundo se va a Madrid. Todavía queda industria en Cataluña, pero estamos en claro declive», señala un importante representante de dicho mundillo. Y añade que «ha sido una sorpresa que CaixaBank mantenga la sede operativa en Barcelona [la social está en Valencia a raíz del procés], todo el mundo pensaba que se la llevaría a Madrid tras la fusión con Bankia».
Es un movimiento generalizado. Hasta las big four y los grandes despachos de abogados están trasladando cada vez más operaciones y personal de Barcelona a Madrid. Desde una firma financiera catalana apostillan que «no es nada bueno para España esa concentración de la actividad y el poder económico en Madrid. Francia, pese a ser un país mucho más centralista políticamente que España, está mucho más descentralizado económicamente, y eso les da una diversificación del tejido productivo que incrementa su riqueza y les hace mucho más resistentes a las crisis que aquí».
¿Cuándo se jod… Cataluña? La respuesta más evidente es con el delirio independentista, claro, que ha pasado una alta factura a la economía catalana, con la salida de más de 7.000 empresas en busca de una sede a salvo de sobresaltos. Pero no es la única desgracia que les ha caído encima; ni siquiera la más grave, según muchos representantes del mundo económico de la comunidad. La peor es el asalto de Podemos (con su marca En Comú Podem) al poder municipal en Barcelona con el apoyo del PSOE.
Ataque frontal al turismo
Y estos males tienen una culpable clara: la alcaldesa Colau. Sus numerosos impuestos, tasas, regulaciones y prohibiciones han asfixiado la economía barcelonesa hasta dejarla al borde de la parálisis. El último ejemplo es una tasa turística para crujir al sector que más ha sufrido con la pandemia, justo lo contrario de lo que necesita: ayudas o, al menos, facilidades para recuperar la actividad.
Pero es bien conocido el odio de la extrema izquierda al turismo, la primera industria de España, y a la riqueza y el empleo que genera. Recuerden aquellas campañas de los cachorros de la CUP (toleradas por el Ayuntamiento) de vandalismo contra el turismo. «El turisme mata els barris», era su eslógan.
Dentro de esta turismofobia, se inscribe también otra medida: la prohibición de abrir nuevos hoteles en la Ciudad Condal o de ampliar los actuales, así como de aumentar el número de viviendas de uso turístico. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña tumbó esta medida en mayo (todavía queda algo de sentido común), pero Colau está dispuesta a volver a la carga. Los turistas sobran en su ciudad imaginaria de flores y bicicletas. Pero sin ellos, lo que va camino de tener es una ciudad de pobreza y delincuencia; no hay más que ver la degradación del Raval.
Imposible construir nuevas viviendas
Pero no se trata sólo del turismo. «¿Ves alguna grúa en Barcelona? ¿A que no?», pregunta otro empresario catalán, para subrayar el contraste con la recuperación de la promoción inmobiliaria en Madrid y otros puntos de España. «Colau puso una norma por la que hay que destinar un 30% de cada promoción a vivienda social. Eso viene a ser el margen del promotor, es decir, la medida equivale a quitarles el margen, porque con la vivienda social apenas se gana dinero. Conclusión: nadie construye en Barcelona».
Y de bajar impuestos para incentivar la actividad, ni hablamos. «Plantear aquí que los empresarios y comerciantes paguen menos impuestos es imposible. Si en casi toda España te miran mal si dices eso, aquí directamente te tiran al mar», según una de las fuentes. «La ideología socialcomunista lo impregna todo, porque Esquerra tiene el mismo planteamiento que Colau. Aquí sólo se habla de que los ricos paguen mucho y de aumentar cada vez más el gasto público. No hay nada que hacer», apostilla otra.
Por supuesto, hay muchas voces que hacen propuestas para devolver a Cataluña su esplendor y tratar de volver a equilibrar las fuerzas con Madrid. Entre ellas, las infraestructuras: construir el Corredor Mediterráneo para transportar mercancías muy rápidamente desde Andalucía, Murcia o Valencia a Europa, unir Cataluña con el País Vasco y la cornisa Cantábrica, revitalizar el languideciente puente aéreo con Madrid (justo cuando Pedro Sánchez se lo quiere cargar del todo, según su agenda 2050), etc.
«Mientras todos estos proyectos están en un cajón, nos gastamos el dinero en hacer el AVE a Galicia, a Murcia o a Burgos, no tiene ningún sentido», se lamenta uno de los entrevistados.
Los catalanes dicen que «panxa plena no té pena». Pues con este panorama político, van a tener la panza cada vez más vacía mientras otras regiones les comen la merienda. Una pena.