Los consultores de EY, sobre 2024: «Será bastante compleja la vida del empresario, pero saldrá adelante»
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Dos consultores de la big four EY atienden a OKDIARIO para ofrecer su visión sobre el horizonte financiero de las empresas españolas para 2024 así como del porvenir de la Economía en general. Las previsiones de los consultores para el próximo año no son catastrofistas, en su opinión, el empresario español está acostumbrado a sufrir y sabrá salir adelante.
Juan Pablo Riesgo, socio responsable de EY Insights y socio de People Advisory Services, y Juan Manuel Martínez, socio del área de Corporate Treasury Advisory FAAS, alertan de que el Estado español ya no se podrá gastar todo lo que quiera en 2024, pues tendrá que cumplir el déficit del 3% y la deuda pública no podrá pasar del 60% del PIB (Producto Interior Bruto). Ahroa bien, el tejido empresarial resistirá.
Pregunta.- ¿Qué escenario aguarda para el mercado laboral en 2024? ¿Cómo responderán las empresas ante otra subida del SMI (Salario Mínimo Interprofesional)?
Juan Pablo.- El mercado de trabajo ha demostrado una importante resiliencia desde el desarrollo de la guerra [de Ucrania], nos ha sorprendido a todos positivamente. Hemos visto cómo ha ido aguantando la creación del empleo hasta el verano y, desde entonces, se ha visto una reducción sustancial. Estamos viendo cómo, entre enero y junio teníamos un crecimiento mensual de la afiliación que ha estado en torno a 80.000 personas cada mes, y desde junio hasta septiembre-octubre se ha reducido a un crecimiento medio de unas 20.000. Se ha reducido ese dinamismo, el crecimiento del empleo por cuatro y las previsiones para 2024 pasan del entorno del 3,5 al 1,5, con lo cual, es clara la desaceleración del crecimiento del empleo en nuestro país.
Juan Pablo Riesgo (EY): «Las previsiones del crecimiento de empleo para 2024 pasan del 3,5 al 1,5%: es clara la desaceleración en España».
Ha habido una resiliencia inicial muy importante pero el efecto de la incertidumbre, la subida de los costes de materias primas, la persistencia de un elevado nivel de inflación y, por supuesto, del aumento importante de los costes laborales por la vía de coste salarial -SMI y costes de cotización a la Seguridad Social- están afectando a la cuenta de pérdidas y ganancias de las empresas y están reaccionando limitando sus procesos de creación de empleo, impulsado por el aumento de las rigideces en el mercado de trabajo.
Juan Manuel.- Creo que puede influir en el enfriamiento, el deterioro que se está observando en la economía global desde un punto de vista macroeconómico; en el que en principio las perspectivas de la economía española pasan por una tasa de crecimiento inferior al 2% -para 2024 en torno al 1,7%- y eso puede generar que se cumpla esa regla histórica antigua que, por debajo del 2%, es muy difícil generar empleo en España.
P.- Nos encontramos en un momento político muy complejo. ¿Qué consecuencias auguran para el tejido empresarial español el próximo año?
JP.- Más allá de la política, es un contexto de incertidumbre en general y se habla de policrisis: tuvimos la pandemia y la guerra de Ucrania y, ahora, el conflicto en Palestina y en Israel. Todo ello, unido a megatendencias que generan tensiones como la transición energética, la transformación digital y el proceso de glocalización o de nearshoring. Incluso en el caso de España, tras unas elecciones con un Gobierno en funciones, somos socios importantes de la Unión Europea (UE). Frente a la incertidumbre, podemos vaticinar un poco de estabilidad en la política macroeconómica en la medida en que buena parte de nuestra política económica viene determinada por la UE, bien desde las directivas o reglamentos, bien desde el Plan de recuperación, transformación y resiliencia Next Generation EU. Las reformas e inversiones en el medio y largo plazo que va a hacer España están tasadas y eso da cierta estabilidad en la política macroeconómica.
La incertidumbre general y la estabilidad política macroeconómica va a venir acompañada de un proceso de desaceleración global con tasas de crecimiento de en torno al 6% mundial, al 3% más o menos, y en las economías avanzadas en el entorno del 2%, unido a un aumento de las rigideces en la política monetaria. Los tipos de interés más altos van a deprimir la demanda, lo que nos hace prever una desaceleración. Además de tener en consideración la consolidación presupuestaria. Además, en el ámbito al menos de la UE y de las grandes potencias mundiales, tras grandes impactos macroeconómicos como la pandemia o la guerra de Ucrania, los estados han gastado en demasía. Algunos venían ya de manera recurrente invirtiendo en gasto social. En España tenemos una deuda pública en torno al 110%. Van a comenzar a aplicarse las reglas fiscales, además del aumento de tipos de salvación global y consolidación presupuestaria, pues… Es un contexto complejo para las empresas.
JM.- En ese entorno perfectamente definido, el empresario español ya está muy acostumbrado a sufrir desde 2018, cuando se inicia una fase de enfriamiento económico. Nos llega la Covid-19, los problemas de oferta-demanda, la guerra de Ucrania, la inflación y un tipo de interés negativo a casi un 5%. El empresario español está ya muy acostumbrado, lo cual no significa que el año que viene tenga que seguir estando acostumbrado al incremento de los costes financieros, la restricción al crédito, la energía, el gas… Va a ser bastante más compleja la vida del empresario en el 2024, pero los españoles estamos acostumbrados a salir adelante.
Juan Manuel Martínez (EY): «Aunque el empresario español esté acostumbrado a sufrir, su vida va a ser más compleja en 2024, pero estamos acostumbrados a salir adelante».
P.- A ello se añade la presión a empresas y grandes directivos, aquellos con los que ustedes están acostumbrados a trabajar. Se habla de prórroga de los impuestos a la banca, a las grandes energéticas, a las grandes fortunas, unido a una inexistencia de beneficios en favor de autónomos y empresas. ¿Qué consecuencia traerá la persistencia de la presión fiscal?
JP.- Lo avanzaba antes en relación con el mercado de trabajo: el aumento del coste laboral durante los últimos 4 años está impactando en el ritmo de las contrataciones y lastrando las cuentas de pérdidas y ganancias. Si bien la empresa española esté acostumbrada a reorientase, aquí tiene una importante oportunidad. Respecto a la política fiscal, por la parte de ingresos, habrá estabilidad en política económica pues la situación del Gobierno que tenemos viene arrastrado por Bruselas. Y de Bruselas buenas noticias, como los fondos Next Generation que deberían empezar a notarse. Si se optara por gestionarlos de forma más ágil e inteligente como, por ejemplo, se ha hecho en EEUU con el IRS (Internal Revenue Service), esencialmente vía incentivos fiscales, evitando los procelosos trámites de las licitaciones de contratos y las convocatorias de subvenciones. Si hiciéramos un programa de incentivos fiscales a la inversión en transición energética, en transformación digital, podríamos compensar las restricciones presupuestarias que vamos a vivir luego. Debería servir para compensar este aumento de la presión fiscal general.
JM.- No hay que olvidar que en 2024, el Estado ya no se puede gastar el Estado dinero libremente: hay que cumplir el déficit del 3%. La deuda no puede pasar del 60% del PIB y la verdad que es muy difícil salvo si se fomenta el crecimiento los ingresos públicos. Si no, tienes que subir los impuestos para compensar esa necesidad pública. ¿Qué ocurre? Que en nuestro país estamos esperando como agua de mayo los fondos Next Generation, que parece que va a tapar todo ese entramado, ese gap que hay entre lo que necesitamos y lo que tenemos.
Juan Manuel Martínez (EY): «Para que todo ese entramado de fondos Next Generation va tapar todo ese ‘gap’ entre lo que necesitamos y lo que tenemos».
P.- La semana pasada la AIReF pidió al Ejecutivo una mayor concreción de las políticas públicas. ¿Qué camino debería seguirse el próximo año para mejorar su aplicación?
JP.- La AIReF, autoridad en responsabilidad fiscal, viene reclamando desde hace tiempo, al igual que el Banco de España, antes de que se amenazara con la reactivación de las reglas fiscales -que entrarían en vigor en 2024-, que es preciso concretar ya un plan de consolidación fiscal para el Reino de España en el medio y largo plazo. Esas reglas fiscales no van a entrar en vigor en 2024. La deuda, el déficit público, ha pasado en el 2000, de en torno al 56% al 2021 al 113%. Hay que empezar a ajustar las cuentas públicas pues no hay una senda que dé estabilidad y confianza de por dónde vamos a ir.
Juan Pablo Riesgo (EY): «España necesita concretar ya un plan de consolidación fiscal a medio y largo plazo y empezar a ajustar las cuentas públicas».
P.- Con la previsión de unos tipos de interés altos durante un largo tiempo, ¿cómo va afectar la corrección de las bolsas a las empresas?
JM.- Ahora mismo, quedan una o dos subidas de los tipos de interés. Aunque somos más partidarios de una sola subida, el problema no es cuándo van a empezar a bajar, sino cuándo van a volver al nivel del 2%, que era el estándar histórico. Ahí ya sí que pueden empezar a bajar en 2025, pero hasta el 2026, no va a haber un coste financiero más normalizado con la historia.
Aparte del coste financiero, tenemos el problema de la restricción de acceso al crédito que van a tener las empresas y las personas físicas en función de todo lo que ha prestado el Banco Central Europeo (BCE), las subastas, las inyecciones de liquidez, la compra de deuda que ha hecho el BCE en la época de crisis ya está empezando a reclamar su devolución: la banca española ha devuelto ya bastante dinero. Va a haber un efecto complejo a nivel de los tipos de interés: no pensamos que vayan a bajar hasta el 2026, 2025 y 2026 en la eurozona del 2%. Y lo que está claro, es que las empresas tienen que acomodarse a esos costes.
P.- ¿Qué riesgos financieros van a afrontar las empresas el próximo año?
JM.- Las empresas tienen un problema de coste de endeudamiento que va a reducir su inversión. A nivel privado, el problema es de consumo, es decir; todo lo que sea necesario por el lado de la demanda y de la oferta por la inyección de liquidez. Hemos vivido del ahorro pero ya se ha agotado el generado en la pandemia. Hemos vuelto a la zona de gasto y de inversión histórica y, ahora mismo, va a ser más difícil acceder al endeudamiento.
P.- ¿Cuál es su recomendación para mejorar el sector público durante el próximo ejercicio?
JP.- En EY hemos presentado Insights, un informe sobre transformación del sector público en el que apuntamos que, entre el 2000 y el 2020, hemos pasado de una deuda pública sobre PIB del 56% al 113%, incrementado el gasto público en 150% y el PIB ha aumentado en torno a un 80%. Luego, se ha duplicado el ritmo de incremento del gasto respecto del PIB, por lo que hay un problema de eficacia y eficiencia en la Administración Pública.
Además, en un contexto en que la sociedad cada vez es más demandante, sofisticada y demanda más protección llegamos a grandes crisis del Estado para cumplir sus objetivos. El sector público quiere aportar, pero la restricción presupuestaria existe: primero son necesarios los grandes consensos y para ello hay que apelar a los poderes públicos.
Juan Pablo Riesgo (EY): «No se puede abordar un proceso de reestructuración del sector público sin grandes consensos».
No se puede abordar un proceso de reestructuración del sector público sin grandes consensos y hablar del medio y largo plazo: no vale que lo que hace uno, se cambie 5 años después. Hay que reforzar la Administración Pública, digitalizarla e impulsar la innovación, acercarla al ciudadano, hacer procesos más fáciles, sustituir licitaciones y convocatorias, procesos de un año hasta que el dinero llegue a la calle, regular un incentivo fiscal como ha hecho Biden: ha sido regularlo y enseguida han ido todas las empresas a utilizar esos incentivos o declaraciones responsables.
La Administración ha avanzado mucho pero tenemos por delante desafíos como los fondos europeos, 4 veces más que en el periodo de programación anterior, y ni tenemos una administración 4 veces más grande, ni 4 veces más eficiente. Hay que ponerse manos a la obra. Se ha avanzado mucho, pero el reto es hercúleo y hay mucho por avanzar.
P.-Por último, ¿creen que en España entrará en un periodo de estancamiento o recesión económica en 2024 o todavía un ejecutivo solvente sería capaz de afrontar esta coyuntura?
JM.- La palabra recesión, la práctica totalidad de analistas del mercado la tienen descartada -pues tiene que haber 2 o 3 trimestres negativos de crecimiento-. Salvo en Alemania, no se está cumpliendo en ningún país. De lo que sí hablamos es de un enfriamiento brutal de la Economía, con una tasa de crecimiento que en la mayoría de países no pasará del 1,5%.
El Fondo Monetario Internacional (el pasado miércoles) comentó en su revisión de datos macro que el mundo va a crecer un 2,8. Antiguamente la tasa de crecimiento mundial era del 5 o 6%, por lo que hablamos de una crisis sostenida en el tiempo desde 2018, que cada 5 meses pasa algo nuevo que sigue complicando las perspectivas de salir hacia adelante y que está, complicando la vida del sector de las materias primas. Solo falta que haya también un recorte brutal en la producción del aceite. No se puede hablar de recesión, pero sí de una situación de enfriamiento sostenido.
JP.- Coincido plenamente. Salvo algo que no estemos contemplando ahora -guerras que puedan surgir o macroelementos que afectan a la economía nacional- (el estancamiento) no está en la base de las previsiones. Nosotros mismos tenemos una previsión de cierre de variación del PIB este trimestre (3T), que hace unos días -porque es dinámica- estaba en -1, que además la AIReF nos acompañó un día después con un crecimiento negativo para el 3T. y ahora ya está en torno al -2 y -3. Luego, estamos en un contexto de moderación del crecimiento al que habría que sumar los fondos europeos, pues impulsarían la demanda de inversión y la actividad económica.
También hay que confiar en en el empresariado español. La situación es compleja, a veces la regulación no acompaña, pero (el empresario) está demostrando un alto nivel de resiliencia, reconfigurando sus modelos de producción, reduciendo gastos, aumentando ingresos y cambiando sus estrategias. De alguna manera parece que los resultados empresariales están acompañando incluso en estos contextos tan complicados.