Los agricultores niegan que el aceite suba por la especulación: son los costes y la mala cosecha
El aceite de oliva sube por los costes y la sequía: no hay especulación
El precio del aceite de oliva sufre una subida interanual récord en 21 años del 67% en septiembre
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El sector agrícola asegura que el precio del aceite de oliva puede seguir subiendo durante los próximos meses debido al aumento de los costes de producción así como una mala cosecha: se está recogiendo la mitad de aceituna que una campaña normal -el año pasado se recolectaron 650.000 toneladas-. En declaraciones a OKDIARIO, el presidente de la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja), Pedro Barato, rechaza con rotundidad que se esté produciendo alguna clase de especulación. «Debido al continuo aumento de los precios, esa afirmación se ha convertido en una suerte de leyenda urbana, pero es sencillamente imposible que esté sucediendo», afirma.
Lo que si está repercutiendo en los precios, en su opinión, «son algunos hechos que hace tiempo que llevamos reseñando, como un aumento sostenido de los impuestos y de las cotizaciones sociales, así como el incremento brutal del Salario Mínimo Interprofesional, que está castigando con saña al sector porque se ha elevado un 40% en los últimos años» como consecuencia de la voluntad del Gobierno de situarlo en el 60% de la retribución media de la actividad económica. Esta circunstancia está castigando de manera especial al sector de la agricultura, añade Barato.
Adicionalmente, el presidente de Asaja cita otra clase de costes que son por igual importantes y tienen un impacto directo en el precio final del producto. Entre ellos, la presión de los precios del gasóleo -que no ha dejado de subir en los últimos tiempos-, el coste relacionado con el envasado -impulsado por el impuesto establecido sobre el plástico-, e incluso, curiosamente, el coste de las ruedas -los neumáticos- que utilizan los tractores en la recolección del producto, que también se han elevado considerablemente.
Todas estas circunstancias desmienten, según explica Barato, que se esté produciendo cualquier clase de especulación. Ya después del prensado en la almazara, el precio del aceite de oliva está en torno a los 8,5 euros. «A eso hay que sumarle el envasado y después el transporte hasta el punto de venta. No hay margen para que cualquier agente de la cadena de producción se esté aprovechando de las circunstancias», explica Barato. Y la mala cosecha está estrechamente relacionada con una climatología adversa, con los dos años consecutivos de sequía, seguida después de lluvias torrenciales que hace imposible que bajen los precios. «Los precios de la alimentación van a seguir subiendo sin remedio», asegura el presidente de Asaja.
Otra de las leyendas urbanas que circula por ahí, según Barato, es que el precio del aceite de oliva es más bajo en el extranjero que en España. «Pero todo tiene una explicación, añade. El aceite que se compra desde el exterior se hace con mucho más tiempo y normalmente a un precio inferior, porque allí no hay tanto consumo como en nuestro país y por tanto la rotación de existencias no se da en la práctica. En España, en cambio, el consumo es más elevado, la rotación mucho mayor y en cuanto falta en los lineales hay que reponerlo, de manera que la demanda presiona sobre una oferta menguada y eleva inevitablemente el precio. No hay más», explica.
El precio del aceite de oliva se disparó en septiembre un 67% en comparación con el mismo periodo de 2022, una subida interanual récord en 21 años. El coste de este producto aumentó un 10,1% respecto al mes de agosto, según datos de la estadística del IPC publicada este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Desde marzo de 2021 hasta septiembre de este año, el precio del aceite de oliva se ha encarecido un 136,6%, es decir, más del doble. El también llamado ‘oro líquido’ acumula hasta septiembre 29 meses consecutivos de ascensos interanuales, con crecimientos de dos dígitos en los últimos 28 meses.
Según Asaja, la subida de los precios de las legumbres, hortalizas y aceites y grasas, junto con el incremento en la electricidad y los combustibles líquidos, genera preocupaciones para los agricultores y ganaderos. Esto se traduce en mayores costos de producción y, en última instancia, afecta la rentabilidad de nuestro sector. En su opinión, es necesario considerar las implicaciones de este incremento de precios para los agricultores y ganaderos. El aumento en la inflación y en los costos de producción representa igualmente un desafío para mantener la competitividad en el mercado.
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