Análisis

¡Bienvenidos a la nueva economía!

Estos son los valores refugio por los que apuestan en Bolsa los analistas en la segunda ola de contagios de la crisis del coronavirus.
Estos son los valores refugio por los que apuestan en Bolsa los analistas en la segunda ola de contagios de la crisis del coronavirus.

«Sabiendo de dónde vienes puedes saber a dónde quieres llegar, nunca debemos olvidar nuestro pasado», Steve Jobs.

¿Cuándo fue la última vez que te preguntaron qué es lo realmente importante para ti? Para mí lo real, lo real resiste en el tiempo, resiste a cualquier tipo de debacle. Pero, ¿cómo sabes cuando algo es real? Dicen que la gente joven está convencida de que posee la verdad. Desgraciadamente, cuando logran imponerla ya ni son jóvenes ni es verdad. Lo que está claro es que el futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad, y para mi es el legado. Vivo comprometida con aquello por lo que mi nombre será recordado, por cómo recordaréis lo que os he hecho sentir. Mi legado conlleva la enorme responsabilidad asumida de cambiar un sector que ya en forma, ha quedado obsoleto, y mi identidad me exige ser fiel a mis valores; aquellos que nos enseñan que la calidad humana se mide por como eres con tus iguales o inferiores, no con tus superiores. Incorruptibles, seguiremos luchando para descifrar el funcionamiento de este intrincado mundo, la otra alternativa es ignorarlo, ¡y a eso no estoy dispuesta! Antes de que te preguntes por qué, te diré que nunca es necesario excusarnos ni explicar nuestras elecciones.

Y hablando de elecciones, esta semana viviremos un hito muy importante para este 2021; la toma de posesión de Joe Biden como nuevo presidente de los Estados Unidos. Más allá del morbo que siempre provoca presenciar como el presidente saliente da paso a un nuevo mandatario, el estado de crispación generalizado por la irresponsable actitud de Donald Trump será uno de los principales focos al que nos enfrentaremos. Que el reciente asalto al capitolio pase a ser una anécdota de la historia moderna, depende en parte de la transición de poder de esta semana.

La hábil maniobra de Nancy Pelosi dando la segunda estocada al juicio político de Mr. Trump, podría ser mucho más que un golpe de efecto simbólico y convertirse en el fin de la carrera política de Donald, dejando el legado del populismo en la peor presidencia de la historia de los Estados Unidos, algo que no duden tratarán de vender a la opinión pública tanto los medios de comunicación americanos, como el dichoso establishment.

Dicho esto, no olvidemos que venimos cohabitando con un debilitado plan de estímulos propuesto por el Sr. Biden, por cierto menor de lo esperado por el mercado, y con el arranque de una vacunación masiva que llega en medio de las peores cifras de contagio, haciendo realidad aquellos pronósticos que decían que la segunda ola sería peor que la primera, y la tercera peor que la segunda. Cierto es que sorprendentemente el optimismo sigue reinando en nuestra sociedad, si la vacuna funciona tal vez estemos ante el último proceso de restricciones sobre nuestra libertad social, una vez eso sí… volvamos a doblegar la curva de contagios y emprendamos la desescalada.

Sin embargo, me resultaría absurdo que alguien pensara que la vacuna nos devolverá a 2019, porque si algo tengo claro es que esta pandemia ha cambiado el mundo tal y como lo conocíamos. La instauración del ‘delivery’, del comercio electrónico y del teletrabajo son ya elementos definitivos, que junto con las medidas de distancia social e higiene, han tatuado a todas las generaciones venideras. Con ello, y no menos importante, no debemos olvidar a todos los empresarios que la mala gestión del actual gobierno y esta pandemia se han llevado por delante, como al emblemático Corte Inglés de la Plaza Francesc Macià de Barcelona, que llega a su fin con un más que significativo; ¡renovarse o morir!

Una nueva manera de entender la sociedad, significa una nueva forma de gobierno y una nueva economía. Las desgracias que han asolado la historia de la humanidad, siempre han traído consigo avances beneficiosos para el conjunto de los seres humanos. Y es que guste o no, el sufrimiento es el principal catalizador de la innovación. El ser humano, que deambulaba por el planeta tierra como un animal más, se convirtió en el ser vivo dominante tras descubrir el fuego. El fuego ha sido y es el epicentro de toda interacción social, pues ya nuestros ancestros se reunían juntos a su alrededor para calentarse, cocinar, protegerse de las amenazas y convivir con la cooperación social, tan necesaria para la supervivencia. ¿Sabías que la cocina permitió al ser humano reducir el tiempo de masticación, fomentando así la necesidad de tener una dentadura menos agresiva y dando paso a un mayor espacio para un cerebro más grande? El fuego nos regaló su edad y la innovación dió paso a la maravillosa edad del metal.

Gracias a los descubrimientos para dominar en las escaramuzas tribales y en la caza, el ser humano halló la fundición de minerales, creando así el bronce, el acero y el cobre. Con ello se mejoraron las herramientas que permitieron el desarrollo militar de las potencias dominantes y a pasar de la edad de hierro, a la edad moderna y por fin a la revolución industrial. Incluso el gran incendio de Londres, provocado como consecuencia de una mala distribución de las ciudades, trajo consigo innovación en forma de ciudades verticales, edificios de acero y servicios públicos de prevención de incendios como los bomberos.

La innovación siempre ha dado pie a nuevos planteamientos, que han sido útiles para mejorar el progreso y la prosperidad de nuestra sociedad. Incluso las peores barbaridades de la historia, como la segunda guerra mundial, han dejado cantidad elevada de elementos que hoy hacen más cómoda la vida de las personas. La pólvora inventada por el imperio Chino para vender al gran imperio mongolo liderado por Genghis Khan, permitió plantear a Robert Hutchings Goddard la creación de un cohete espacial impulsado por la pólvora, de la misma manera que el imperio Chino impulsó las flechas como las primeras armas de fuego de largo alcance, autopropulsadas. Del fuego a la pólvora y de ahí al combustible líquido. Ciertamente dudo que Goddard imaginara que su tecnología sería utilizada por los nazis para crear el primer misil balístico de la história, el V2, pero suele pasar con los legados… Y gracias a la necesidad de defensa de un mundo en guerra, hoy disfrutamos de la revolución de las tecnologías que gracias a los cohetes espaciales, nos han permitido poner en órbita los satélites que hoy hacen del mundo, algo mejor, más seguro y más cercano.

Es innegable que nuestra generación vive hoy la época de mayor incertidumbre y necesidad, pero no me cabe duda de que esto traerá consigo una gran revolución que cambiará nuestra forma de vida. Entender las claves del cambio y adaptarse a él, son dos aspectos elementales para la nueva economía. Cuando se te pide un gran deber es porque se te ha dado una gran habilidad, por ello no debemos mirar al futuro con miedo, ni desde la ansiedad del cortoplacismo.

Debemos mirar al futuro recordando lo que la historia nos ha enseñado y siendo tenaces a la hora de plantear nuevos proyectos de inversión, adaptados a un nuevo paradigma; más social, más cercano, más tecnológico y de mayor servicio. Si como sociedad somos capaces de enfrentarnos al cambio y sabemos exigir a nuestros mandatarios que no comentan el error de volver a usar el miedo para atribuirse más poder, sin duda estaremos ante el momento más importante de las próximas generaciones. Dicen que para salir del agujero hay que dejar de cavar, y únicamente podemos saber qué tipo de legado queremos dejar, si no olvidamos de dónde venimos. ¿Me acompañas?

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