El Banco de España empeora sus previsiones de paro y déficit público para los próximos años

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Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España

El Banco de España ha empeorado sus previsiones sobre el paro y los números rojos para los próximos años. El organismo que gobierna Pablo Hernández de Cos mantiene, no obstante, en el 2% su estimación de crecimiento para este año y en el 1,7% y el 1,6% sus previsiones para 2020 y 2021.

El organismo empeora dos décimas su estimación acerca de la tasa de paro este año, hasta el 14,3%, cuatro décimas la de 2020 (13,6%) y dos décimas la de 2021 (13%).

La autoridad monetaria también ha empeorado sus previsiones de déficit público, en una décima para este año, hasta cerrar en el 2,5%, medio punto más que el objetivo que se marcó el Gobierno, y estima ahora un déficit del 2,1% y del 1,8% para 2020 y 2021, respectivamente, tres décimas más que lo recogido en la estimación previa. Sobre la deuda, prevé que cierre este año en el 96,6% del PIB, siete décimas por encima de la estimación del Ejecutivo.

El Banco de España explica que la revalorización de las pensiones en el periodo 2020-2022 en línea con el IPC, frente a la actualización del 0,25% previsto en las anteriores previsiones, hace que sus estimaciones de déficit empeoren especialmente a partir de 2020. En concreto, prevé que las pensiones podrían subir un 1,2% el año que viene, de acuerdo con su estimación del IPC.

El servicio de estudios incorpora en sus cálculos por primera vez la estimación de PIB para 2022 (1,5%) y la tasa de paro que espera para ese ejercicio (12,5%).

Recaudación tributaria

Sobre el empeoramiento de la estimación de déficit de las administraciones públicas (2,5% del PIB este año, una décima más de lo calculado hasta ahora), apunta que los datos de ejecución presupuestaria hasta septiembre muestran un avance «más dinámico» de lo esperado de la remuneración de asalariados y de las prestaciones sociales, mientras que los datos de octubre de ingresos impositivos señalan una «desaceleración significativa» de la recaudación del Impuesto sobre Sociedades, al no repetirse este año el elevado pago fraccionado observado en 2018.

Aunque destaca que el déficit público se corregirá gradualmente hasta el 1,4% del PIB en 2022, explica que esta mejoría descansará «exclusivamente» sobre los efectos favorables del ciclo económico y sobre la continuación del proceso de reducción del coste medio de la deuda, como consecuencia del contexto actual de reducidos tipos de interés, ya que no espera cambios significativos en el saldo estructural primario. Así, destaca que el tono de la política fiscal, que ha sido «claramente expansivo» en 2019, pasará a ser neutral en el periodo 2020-2022.

El Banco de España, que estima que el PIB crezca un 0,4% en el cuarto trimestre, la misma tasa que en el trimestre anterior, afirma que el crecimiento de la economía española seguirá apoyándose en la demanda interna, gracias a la mejora registrada en la situación patrimonial de hogares y empresas y a los bajos tipos de interés, mientras que la demanda externa acusa un mayor «debilitamiento reciente» de los mercados de exportación.

De esta forma, aunque ha mantenido sus estimaciones de crecimiento, ha modificado la composición de incremento del PIB, con un mayor alza de la demanda interna (1,7% en 2020, 1,9% en 2020 y 1,6% en 2021) y un empeoramiento de la demanda externa (restará tres décimas este año, dos el que viene y será neutral en 2021). De hecho, explica que los datos más recientes de la economía española han mostrado una estabilización del PIB, frente al debilitamiento que se esperaba, pero no ha sido suficiente para elevar la estimación de crecimiento, debido al empeoramiento de los mercados externos.

Menos inversión residencial

A pesar de la mejora de la demanda interna, el Banco de España advierte de un «menor vigor» de la misma en los próximos años ante la finalización del proceso de absorción de la demanda de bienes duraderos acumulada durante la crisis, el repunte de la tasa de ahorro de los hogares, más cautelosos en relación con sus decisiones de gasto, y la desaceleración de la creación de empleo, así como la moderación de la inversión empresarial.

Sobre la inversión residencial el Banco destaca una «notable desaceleración» a lo largo de 2019, tras crecer a ritmos muy elevados en los últimos años y aunque estima que esta evolución podría estar asociada a razones de «naturaleza transitoria», indica que no puede descartarse la existencia de factores más persistentes que podrían restar vigor a este componente de la demanda.

El supervisor asegura que la moderación gradual de las tasas de crecimiento del PIB a lo largo del periodo analizado se traducirá en una disminución progresiva del ritmo de creación de empleo, que no obstante permitirá que la tasa de paro siga bajando, aunque a un ritmo menor que hasta ahora. Así, el empleo crecerá este año un 2% (dos décimas más que la estimación previa), y repuntará un 1,3% y un 1,4% los dos años siguientes, respectivamente, pero prevé una mayor tasa de paro como consecuencia de un mayor dinamismo de la población activa.

Remuneración

Por otro lado, la autoridad monetaria espera un alza del entorno del 2% de la remuneración por asalariado entre 2019-2021, la tasa de avance «más elevada» desde el inicio de la recuperación, que se une además al aumento del SMI en 2019, por lo que los costes laborales serán más acusados que en los últimos años, dado que el crecimiento de la productividad seguirá siendo reducido. Así, estima un IPC armonizado del 0,8% para 2019 y hasta el 1,6% en 2022.

Este escenario central de crecimiento del PIB no está exento de riesgos, según el Banco de España, que apunta que, de manera predominante, están orientados a la baja. En el contexto exterior, indica que la mejora prevista en los mercados internacionales, en las tensiones comerciales y en la salida del Reino Unido de la UE de manera ordenada podría materializarse en sentido contrario, al tiempo que apunta a un «hipotético resurgimiento» de las tensiones geopolíticas en el Medio Oriente y en América Latina.

En el plano nacional, afirma que persiste la «incertidumbre» acerca del diseño futuro de las políticas económicas y, en particular, de los elementos necesarios para retomar el proceso de consolidación fiscal, «en la medida en que no se ha constituido todavía un nuevo Gobierno tras las pasadas elecciones generales».

Y concluye apuntando que la capacidad de resistencia de la economía española frente a «hipotéticos desarrollos desfavorables» se vería fortalecida con la adopción de un programa de reformas estructurales orientadas a impulsar el potencial de crecimiento de la economía.

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