POLÍTICA MONETARIA

El ala dura del BCE persuade a la presidenta Lagarde para no bajar los tipos de interés en marzo

Los 'halcones' del banco central presionan para no aflojar la mano en el precio del dinero

La inflación de la eurozona cae al 2,8% en enero mientras la de España aumenta al 3,5%

Petróleo, BCE, Tipos
Luis de Guindos y Christine Lagarde

El ala dura del Banco Central Europeo (BCE), compuesto por los miembros del consejo de gobierno más ortodoxos, tiene prácticamente persuadida a la presidenta de la institución, Christine Lagarde, para que no baje ni por lo más remoto los tipos de interés en la próxima reunión de la organización, que se celebrará el 7 de marzo. De esta manera, los conocidos como ‘halcones’ siguen librando su ya legendaria batalla con los llamados ‘palomas’, más sensibles a tener en cuenta los síntomas claros de anemia en el crecimiento económico que dominan a casi todos los países de la Unión y que requerirían, a su juicio, de una relajación de la política monetaria, en virtud de la cual el precio del dinero ha pasado del 0% al 4,5% en poco más de un año.

Aunque el intenso endurecimiento monetario ha tenido un éxito notable sobre la reducción de la inflación, cuya tasa anual ha bajado hasta el 2,8%, al tiempo que el índice subyacente -que descuenta el impacto de los alimentos no elaborados y de la energía- también ha cedido hasta el 3,3%, el sector más conservador del banco está convencido de que «recorrer la última milla para anclar definitivamente el crecimiento de los precios en el 2% -que es el objetivo fundacional del BCE- aún va a costar, y que sería una pena aflojar la mano y desbaratar todos los esfuerzos realizados; todavía no es el momento», añaden las fuentes consultadas por OKDIARIO.

Los argumentos que esgrime el sector duro de la institución es que la evolución de los salarios es preocupante -con un aumento medio superior al 4%-, que la productividad del conjunto de la economía continúa siendo muy baja -y por tanto es incapaz de amortiguar el incremento de los costes laborales- y que, por último, el precio del petróleo sigue siendo elevado -el barril de Brent está por encima de los 82 dólares-. Adicionalmente, todas estas circunstancias se están produciendo en medio de una situación geopolítica muy tensa y compleja, con los conflictos bélicos en Ucrania y Gaza en su máximo apogeo, así como una coyuntura política plagada de elecciones clave en zonas del mundo cruciales como la propia Unión Europea en junio y Estados Unidos a finales de año, según los medios del BCE consultados

Las presiones parecen haber hecho efecto en Lagarde, que ha venido advirtiendo en sus últimas intervenciones públicas y privadas sobre la necesidad de estar seguros no sólo de alcanzar el 2% de objetivo, sino de estar absolutamente convencidos de que, «una vez que lleguemos a él, lo hayamos hecho en unas condiciones que nos permitan tener la tranquilidad de que va a anclarse en esa posición de manera sostenible, lo que sin duda será bueno para la estabilidad general de la economía y permitirá recuperar a medio plazo su fuelle».

Pero no todos los miembros de la organización con sede en Fráncfort piensan lo mismo. Por ejemplo, el gobernador del Banco de Portugal, Mário Centeno, es un claro partidario de no demorar el abaratamiento del precio del dinero, dada la situación de debilidad general del conjunto de las economías. Y está convencido de que para tomar esta decisión no es preciso esperar más a observar los últimos datos de evolución salarial -que se conocerán ya después de la reunión del 7 de marzo-.

Sede del Banco Central Europeo
Es improbable que el BCE baje los tipos en marzo

En la misma dirección se ha manifestado su colega del banco central de Francia, François Villeroy de Galhau, que incluso apostaría por un descenso de los tipos en marzo, ya que los últimos datos de actividad económica en Francia y Alemania son desalentadores y las perspectivas de los organismos internacionales apuntan a la baja. «Tenemos que evitar actuar demasiado tarde y ralentizar excesivamente la actividad», ha declarado recientemente en una entrevista en el periódico francés Le Tribune Dimanche.

Otros colegas van se manifiestan en dirección contraria. El gobernador del banco central de los Países Bajos, Klaas Not, ha afirmado recientemente que «ahora tenemos una expectativa creíble de que la inflación va a volver al 2% en 2025, pero es necesario asegurarnos de que los salarios se van a adaptar a unos precios más bajos, y hasta ahora no vemos que suceda, de manera que los avances realizados para alcanzar nuestro objetivo podrían descarrilar perfectamente si no perseveramos en la política adoptada desde hace un año».

Esta es la misma posición que sostienen otros responsables monetarios de países del Este como Eslovaquia -es el caso de Peter Kazimir-, y en todo caso de la pieza más importante del ‘sector integrista’ de la institución de Fráncfort, que es el gobernador del banco central de Alemania, Joachim Nagel. En su caso, como ha venido sucediendo tradicionalmente, pesa más el temor legendario a la inflación -que se viene heredando desde los tiempos de la República de Weimar- que los problemas de crecimiento, justo en un momento en que la economía germana lleva tiempo en la cuerda floja, rozando la recesión. De hecho, el PIB de Alemania cayó un 0,3% en 2023 y un 0,2% en el último trimestre del año pasado.

Los mercados, por su parte, llevan tiempo flirteando con la posibilidad de que tanto el BCE como la Reserva Federal de Estados Unidos recortasen las tasas lo más pronto posible -incluso ya en marzo- pero, a medida que pasan los días y se acumulan los gestos de los principales responsables monetarios, las expectativas se han ido diluyendo y una gran parte de los inversores da por hecho que permanecerán inalterables en la reunión de marzo, entretenidos como están con el rally que están viviendo las bolsas de todo el mundo.

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