Zidane toca la fibra del vestuario: «Mirad La Undécima, la historia os está esperando»
Zinedine Zidane siempre fue un hombre más de miradas que de palabras. Al técnico madridista nunca le gustaron las grandes charlas, ni las homilías bélicas, ni las referencias a la gloriosa historia del Real Madrid, ni las conferencias futbolísticas sobre una pizarra llena de flechas. «A los jugadores hay que hablarles poco y darles las órdenes justas y sencillas», dice siempre Zizou cuándo le preguntan sobre cómo se debe conducir un vestuario lleno de estrellas.
Tiene la ventaja el entrenador del Real Madrid de haber sido estrella mundial antes de vestir el chándal del sufrimiento. Zinedine Zidane ha vivido una final de Champions como jugador y como asistente y en ambas citas lo hizo desde la concentración y desde la más absoluta discreción.
Su volea en Glasgow es una de las imágenes más bellas de la historia del fútbol. Su labor, ciega y sorda, en el Real Madrid de Ancelotti sólo la conocen de verdad los que estaban dentro del vestuario. Ahora, como jefe de un equipo que cogió descosido y le ha hecho una arreglo en forma de traje a medida para la gloria, Zinedine Zidane sabe que poco se puede hacer a menos de 24 horas para la final.
Sus pocas palabras en estos días, y sobre todo en la tarde previa a la final, han estado enfocadas exclusivamente a tocar la fibra sensible de sus jugadores. «Mirad la Champions, la historia os está esperando», ha dicho Zizou a una plantilla que llega en el mejor momento de la temporada a un partido que dejará el último regusto a un año irregular, que nació con la decepción del proyecto interruptus de Benítez, pero que puede acabar en la gloria de La Undécima.
O en la esperanza de un entrenador que, con o sin Champions, ha devuelto al madridismo la ilusión de ir al Bernabéu a ver fútbol. Porque el fútbol no es sólo ganar, es también emocionarse. Y eso es lo que quiere Zidane que hagan mañana sus jugadores: «Jugar con la cabeza y también con el corazón».