Con la Copa por bandera
La final de Copa del Rey. Ese partido que año tras año despierta la polémica sobre pitos y politiqueos y que este año no iba a ser menos. Pero en el trasfondo hay un auténtico partidazo, que mide a dos de los grandes de España en un estadio a la altura de las circunstancias: Sevilla – Barcelona. El Wanda Metropolitano se pone guapo, se viste de gala, para acoger la que será su primera gran noche para ver a dos clubes que son historia reciente y pasada de la competición y que tratarán de hacerse con el primer título de la temporada.
En lo futbolístico, el rey es el Barça. Los azulgranas son los absolutos dominadores de una competición que se han llevado en 29 ocasiones. En esta última década han inflado su palmarés con cinco victorias, heredando un trono dominado históricamente por el Athletic. Este sábado buscarán la trigésima. No será a priori una tarea sencilla, pues si algo ha demostrado este Sevilla es que a soñador y luchador no le gana nadie y que busca vendetta ante su verdugo en 2016.
Montella ha sido el encargado de devolverle la ilusión por un nuevo título a la afición hispalense. Desde su llegada, el equipo ha dado una de cal y otra de arena en el campeonato liguero. Sin embargo, ha demostrado ser capaz de lo mejor en eliminatorias a 180 minutos, tanto en Europa como en España. Después de dejar en la cuneta al Atlético de Madrid y al Leganés, tratarán afrontar, con el mismo éxito, esta final.
Onces de gala
Con las rotaciones en la última jornada liguera, ambos han dejado claro -si es que había alguna duda- que no se guardarán nada en la lucha por el título. Es una final y los dos técnicos pondrán todas sus armas sobre el césped del Metropolitano, o casi todas en el caso de Valverde, que en principio dispondrá de su ‘portero de la Copa’ para la final.
El txingurri se permitirá el lujo de mandar a Ter Stegen al banquillo. En su lugar, Jasper Cillessen defenderá la meta del Barcelona, respaldado por la defensa de lujo azulgrana con Sergi Roberto, Piqué, Umtiti y Jordi Alba. En la medular, indiscutibles Busquets, Rakitic e Iniesta, que vivirá casi con total seguridad su última final como culé. Acompañándolos estará un Coutinho que, en principio, parte con ventaja respecto a Dembelé. Arriba poca discusión, pues Suárez y Messi tratarán de ponerle los goles a la trigésima del Barça.
En frente estará el ordenado Sevilla de Montella, que buscará otra noche mágica. Para ello dispondrá de los once mismos que trataron de hacerlo hace bien poco en Múnich, aunque sin éxito. Sólo una duda: quién será el punta.
Así, David Soria, que se ha ganado en los últimos encuentros ser el meta titular, volverá ante el Barça a defender los palos sevillistas. En defensa los cuatro de casi siempre, el reconvertido Navas por la derecha, Mercado y Lenglet en el eje y Escudero por el carril izquierdo. El italiano dispondrá de su doble pivote habitual con NZonzi y Banega, mientras que Sarabia y Correa ocuparán las bandas. En el enganche estará Franco Vázquez y arriba la pugna anda entre Muriel o Ben Yedder.
El amarillo de fondo
El partido quedará empañado por la situación política que se vive en el país respecto a Cataluña. El Barcelona, fiel defensor como institución de la independencia, parece más interesado en utilizar el partido como altavoz a la causa que como lo que realmente es. sí se ha encargado Bartomeu de recalcarlo en los últimos días, justificando la actitud de los aficionados de cara a la final.
Los independentistas amenazan con teñir de amarillo la parte correspondiente de la grada, como protesta por la encarcelación de los líderes políticos catalanes tras la proclamación de la no república catalana. Además, se harán notar desde el momento en el que el Rey Felipe VI haga acto de presencia en el palco de autoridades y comiencen a sonar los acordes del himno.
Más allá de todo esto, prepárense para disfrutar de un auténtico partidazo entre el vigente tricampeón y el aspirante y finalista de 2016. Tal y como demostraron hace apenas dos semanas en el Sánchez-Pijuán, Barcelona y Sevilla volverán a dejar patente la grandeza de este deporte y de esta gran competición.