Cristiano nos deja de bajón
España parecía de hierro, pero Cristiano está hecho del material de Lobezno. La selección española dio una lección de fútbol y corazón para remontar a Portugal un partido que se nos había puesto de nalgas. Primero, con el penalti dudoso que marcó Ronaldo al principio y luego con la cantada mundial de De Gea al filo del descanso. Remontamos con el doblete de Costa y el golazo de Nacho, pero otra vez al final apareció CR7 para dejarnos otra vez de bajón, igual que estábamos antes del partido.
Llegó la hora de saber si el incendio del caso Lopetegui iba a prender en el césped o el balón ejercería de cortafuegos. Hierro preparó la manguera con un once más conservador que Rajoy porque es lo que tocaba. Nacho en el lateral derecho para tapar a Cristiano, Koke al lado de Busquets para currar como un autónomo y Diego Costa arriba. Un once que habría firmado Lopetegui… si le hubieran dejado.
Los otros ocho eran los intocables. De portero De Gea, en defensa, además de Nacho, estaban El Productor Piqué, Ramos y Jordi Alba. Busquets era la pareja de Koke en el medio, y por delante el ISI de España: Isco, Silva e Iniesta. Arriba, Diego Costa, que ya se lo había contado.
Lejos de sofocarse, el incendio se descontroló desde el inicio. En una de las primeras jugadas del partido Nacho picó con Cristiano. Se comió la bicicleta y el amago y, aunque intentó no entrar al trapo, entró. Ronaldo lo sabía y buscó el penalti. Lo buscó y lo encontró porque Rocchi, que estaba pegado a la jugada como las toallas en la playa de Benidorm, no lo dudó. El VAR ratificó el veredicto del árbitro. Leve, pero había contacto. El penalti lo marcó Cristiano, así que a España le tocaba seguir peleando entre llamas.
El tanto ratificó a Portugal en su planteamiento. Defensa adelantada, líneas muy juntas, campo cortito y fútbol directo. Fútbol prosaico y pragmático, pero efectivo Manoseaba con los pies España la pelota. Lo mismo de los últimos partidos. Silva se asomó al gol en el minuto 10 pero su volea se marchó altísima. Eran los primeros síntomas de comparecencia de España en el Mundial.
El VAR no sirve para nada
Poco a poco, fuimos encerrando a los lusos. El peligro para España era comerse una contra con tipos tan veloces como Cristiano o Guedes. El guión del partido estaba más cantado que el del documental de Griezmann. La selección atacaba y atacaba, Portugal se defendía y lo fiaba todo a las contras. Así pudo llegar el 2-0 si Ramos no hubiera acojonado a Guedes, que se hizo popó cuando vio al central español y también si Moutinho hubiera aprovechado una asistencia magistral de Cristiano. No lo hizo, a Dios gracias.
El fútbol y el VAR se aliaron para penalizar a Portugal. Quizá porque el VAR no sirve para una puñetera mierda si no se aplica con valentía. Así llegó el empate de España, precedido de un codazo en la garganta de Diego Costa a Pepe. Luego el hispanobrasileño se marcó un baile de claqué en el área ante todos los defensas lusos y la cruzó ante Rui Patricio. Fue un golazo. Vale, sí, ilegal, pero un golazo. Nos habíamos merecido el empate por insistencia… y lo logramos. Sí, ilegal, lo que queráis, pero golazo. Así que a volver a empezar.
El empate dio un nuevo impulso a España, no como el de Pedro Sánchez sino de verdad. Volvimos a encerrar a Portugal, que ya sufría mucho y contragolpeaba poco. Iniesta acarició el gol en el 34, pero su toquecito sutil y de espaldas a la portería se marchó desviado por poco. El acoso español al área lusa crecía según pasaban los minutos.
¿Es De Gea o es Karius?
Pero entonces, al filo del descanso, justo cuando más daño podía hacer a España, llegó la cantada de De Gea. Fue la cantada del siglo. Una cantada carne de meme. Una cantada al estilo Karius. Fue un pelotazo que cayó en los pies de Cristiano. El luso hizo lo que mejor sabe: tirar fuerte desde fuera del área. El disparo iba al medio y De Gea puso las manos blandas, como esta gente odiosa que te da la mano sin ganas, y se la tragó por debajo de las piernas. A los que ya tenemos una edad, nos vino a la memoria Arconada y la final de París.
A los que somos del Madrid nos recordó a… Bueno, que me lío. Fue un gol obsceno de esos que te echan de un Mundial y justo en ese instante Rocchi señaló el descanso. Portugal nos ganaba 2-1 aunque no nos merecíamos perder. Ya. Pero esto no siempre va de méritos, esto va de ganar y al descanso íbamos perdiendo.
A toda Costa y mucho Nacho
En la reanudación España salió tocada. El gol regalado afectó a La Roja, que manejaba la pelota sin encontrar los caminos hacia el área portuguesa. Sin embargo, el balón parado nos daría un poco de aire. Fue al filo del minuto 55 en una jugada de estrategia cuando Iniesta encontró a Busquets en el segundo palo. El mediocentro del Barça ganó la espalda a Guedes y la prolongó al área pequeña. Allí apareció el Matador Costa para robar la cartera a Pepe y marcar el 2-2. El gol nos vino como a La Sexta un imputado del PP: maravillosamente.
España se echó al monte y encontró la suerte que le había hecho la cobra en la primera parte. En el 57 Silva e Isco cosieron una jugada maravillosa en el pico del área. Despejó Portugal y la pelota cayó suelta en la frontal. Ahí apareció Nacho para meter el empeine y el corazón y sacarse un disparo estremecedor que hizo inútil la estirada de Rui Patricio y se coló tras tocar en el poste. Un gol de coraje, con una plasticidad emocionante, que premiaba a Nacho con otro Oscar al mejor actor secundario.
Isco se apropió de la pelota como el PSOE del Gobierno. No le hicieron falta apoyos, gobernó el partido en solitario. Al filo del 70 Portugal metió a Quaresma por Bernardo Silva. Respondió Hierro con Thiago por Iniesta, que tiene gasolina justita, como un millenial a fin de mes.
En el 70 Diego Costa perdonó el 4-2 después de pegarla mordida tras una genialidad de Silva, unida a la asistencia de Jordi Alba. España manejaba el partido ante una Portugal que empezaba a destaparse. Para el último cuarto de hora Hierro metió a Iago Aspas por Diego Costa para atacar el espacio. España empezaba a acariciar su primera victoria en el Mundial, pero aún había que cerrarla. Sergio Ramos se bastaba para sostener a España en las malas, pero el triunfo no estaba hecho.
No lo hicimos y Cristiano, con un golazo de falta en el 88, nos robó una victoria que teníamos en el bolsillo. Ejecutó la falta con maestría y De Gea hizo la estatua. Logró el 3-3 justo cuando ya no teníamos tiempo para remontar. Fue un empate inmerecido porque la selección española fue mejor a los puntos, pero los partidos no se ganan a los puntos sino a los goles y en un Mundial no se pueden hacer regalos.