Más madera: ahora, a San Mamés

En el epílogo de una semana complicada que ha dejado tiritando el futuro del Atlético en la Champions toca visitar San Mamés, un estadio en el que los de Simeone llevan dos derrotas consecutivas. El Athletic, tercero en la clasificación, está un punto por encima de los colchoneros, que si pierden podrían acabar la jornada a nueve puntos del liderato. Tambores de guerra suenan en las inmediaciones del Metropolitano.

Al Atlético se le daba muy bien el nuevo San Mamés en los años inmediatos a ser inaugurado, pero la tendencia cambió y de los cuatro últimos partidos jugados en el estadio bilbaíno ha perdido tres y ha empatado uno. El Athletic, además, les eliminó en las semifinales de la última Supercopa y sólo han podido superarlo en uno de sus cinco últimos enfrentamientos. Las estadísticas son lo suficientemente sólidas como para sentirse preocupados.

Lo peor para el Atlético es que su titubeante inicio de temporada no le otorga margen de error posible. oSi quiere engancharse a la Liga debe ir a por los tres puntos ante un rival que sólo ha perdido un partido -en San Mamés ante el Espanyol- y que viene de empatar en el Sánchez Pizjuán. Sin duda un test de máxima exigencia para Simeone y unos jugadores cuyos registros ofensivos les han puesto en el disparadero.

Para acabar de complicarlo todo, la relación entre Joao y el Cholo parece definitivamente rota, y está por ver cuál será el trato que le dé el entrenador al portugués en San Mamés teniendo en cuenta que el martes próximo el equipo volverá a jugar ante el Rayo Vallecano. Lo lógico sería pensar que va a haber rotaciones, pero hay que ver en qué punto de las mismas se encuentra el menino, que no jugó ni un solo minuto ante el Brujas.

Felipe, Llorente y Reguilón seguirán siendo baja y está por ver si Simeone se arriesgará a volver a alinear a Giménez por cuarto partido consecutivo conociendo los antecedentes. Lamentablemente el entrenador tampoco tiene mucho margen de maniobra porque incluso el empate es un mal resultado. Toca arremangarse y San Mamés llega en el peor momento posible, como una piedra en el zapato en plena recta final para ganar la medalla olímpica 100 metros.