Klopp se enfrenta a su gafe en las finales europeas
Jurgen Klopp ha conseguido instaurar sus ideas en el Liverpool
En el Borussia de Dortmund, también alcanzó una final de Champions League pero la perdió contra el Bayern
Excéntrico y desaliñado, convence por su capacidad de gestión
Jurgen Norbert Klopp (Stuttgart, 1967) llegó al Liverpool en octubre de 2015. En menos de tres años, el alemán ha logrado instaurar toda su ideología futbolística en el histórico Anfield. No es tarea sencilla, no es un club fácil. La historia pesa en el banquillo red pero el técnico teutón ha demostrado su capacidad de mando lejos de su Alemania natal, tras dos grandes etapas en el Mainz 05 y en el Borussia de Dortmund.
Para entender a Jurgen Klopp hay que remontarse a su etapa de futbolista. En el Mainz 05 fue donde el ahora estratega dio sus últimos coletazos, intercalando dos posiciones tan dispares como la punta de ataque y la zaga. Su polivalencia y capacidad para entender dos demarcaciones tan dispares ligaría después con el entrenador en el que se convertiría.
Tras su retiro y título de entrenador de primer nivel, cogió las riendas del propio Mainz 05. En la capital del estado federado de Renatia-Palatinado, el alemán dio sus primeros coletazos en el banquillo entre la segunda y la primera división del país. Allí sufrió y disfrutó, pero sobre todo se formó. Creó un gen competitivo, un modelo, una idea que ha ido sembrando allí donde ha ido.
Tras siete años en Mainz, cambió el rojo y blanco de estos por el amarillo y negro del Borussia de Dortmund. Allí fue donde el rompecabezas de Klopp terminó de ensamblarse. El alemán generó todo un entramado logístico para potenciar el fútbol de un club que elevó de nuevo al cielo. Basó su idea en la juventud, en la cantera alemana que tan bien moldeó durante sus siete temporadas entre los muros del Signal Iduna Park y su envolvente afición.
Ante todo, su filosofía
Como técnico borusser llega su zenit tras alcanzar una final de Champions League, que acabaría perdiendo ante el Bayern de Munich por 1-2, tras tumbar al Málaga y el Real Madrid en cuartos y en la semifinal. Klopp fue un técnico excéntrico y atemporal, siempre desaliñado, dando esa sensación de despreocupado, afianzó un modelo futbolístico que le llevó al alcanzar esta cima. La velocidad, el ritmo eléctrico, la movilidad constante y la presión asfixiante son marcas endémicas de la voracidad que implantó el alemán a los negriamarillos.
Klopp también fue capaz de destaparse como ojeador preciso. Posaba sus ojos en jugadores a punto de explotar, con un potencial en ciernes de ver la luz. A Dortmund trajo a fichas como las de Lewandowski, Gundogan o Subotic y rescató de la prolífica cantera a Mario Gotze. Siempre destacó por fichar barato y vender caro, encontrar metales, pulirlos y tasarlos a precio de oro.
En octubre de 2015, Jurgen Klopp llega a Liverpool con la intención de implantar ese modelo. En algo menos de tres años, ha conseguido asentar las bases y erigir las columnas que cimientan a este conjunto red. En este laxo de tiempo ya ha alcanzado dos retos que parecían inalcanzables desde hace años en Anfield, lograr acceder a una final de Europa League –en la temporada 2015/16 cayendo por 3-1 ante el Sevilla– y este curso devolviendo al conjunto inglés a una final de Champions League tras una sequía de 11 años sin estar en ella. Klopp tiene algo especial.