James dispuesto a resucitar a 3.637 metros en el cielo de La Paz
11 de Octubre de 2011. Un joven e imberbe James Rodríguez, que comenzaba a llamar la atención de los grandes de Europa con sus actuaciones en el Porto, debutaba con la selección absoluta de Colombia en La Paz, Bolivia. El entonces técnico colombiano, Leonel Álvarez, cuestionado por prensa y afición, acudía al descaro de ese novicio James para solucionar una difícil papeleta en un escenario complicado ante todo por su altitud geográfica, 3.637 metros.
Ese día, James no sólo no desentonó sino que fue uno de los más destacados de su equipo. Jugó los 90 minutos y demostró una personalidad asombrosa para su edad. Para la ocasión eligió un número en especial: el 5. “Lo escogí por Zidane, el mejor jugador que yo ví”, reconoció tiempo después. Quién le iba a decir a ese inocente James Rodríguez que años más tarde los azares de la vida le situarían en el mismo escenario donde triunfó su ídolo y comandado bajos sus órdenes.
Mañana, 40 internacionalidades después, regresará al estadio donde se enfundó por primera vez la Tricolor. Más maduro y con estatus de figura, pero inmerso en un mar de dudas por su rendimiento actual tanto en su club como en la selección. Porque no es el Bernabéu el único sitio donde andan descontentos con el nivel de James. En su país son muchos los que le reclaman al crack su mejor versión. La que maravilló en el Mundial de Brasil.
Dos goles en 13 partidos desde el Mundial de Brasil
Una espera que lleva desde la cita mundialista si nos fijamos en los números del cucuteño: 2 goles en 13 partidos. A eso hay que sumarle las duras críticas al combinado nacional, más incisas aún sobre James Rodríguez, tras la debacle en la Copa América, donde se destapó una ruptura en el vestuario provocada en gran parte por la arrogancia con la que trataba el crack blanco a sus compañeros. Y es que en Colombia se acusa a James de haber perdido la humildad que lo caracterizaba. Como si los millones, el lujo y el alto nivel de vida al que ahora se acostumbra lo hubieran obnubilado.
Con ese ambiente enrarecido, y bajo la sombra de una posible salida del Madrid, afronta James sus dos encuentros con la selección colombiana. Ante una atmósfera de urgencia de puntos –Colombia marcha séptima en la eliminatoria– y bajo la lupa de madridistas y cafeteros, que reclaman la mejor versión del ‘10’.
Con una Colombia en horas bajas, sin Falcao ni Jackson. Y con un Bacca con la pólvora mojada desde hace un mes. El madridista tendrá que remangarse y liderar a su equipo. Para ello contará a su lado con un Cuadrado enrachado y con el regreso tras casi un año de su escudero más fiel, Abel Aguilar. El mismo que le faltó en el decisivo partido de cuartos ante Brasil y en la Copa América. Y que James reconoció más tarde a sus cercanos que fue clave para no desplegar su juego. Frente a Bolivia y Ecuador no tendrá excusas.