La goleada del Barça al Bayern en Champions: una venganza que traspasa generaciones
Los azulgranas, liderados por los adolescentes, culmina un partido extraordinario y devora a su ogro de la Champions
El Barcelona golea a su bestia negra
El Barcelona devoró, a la séptima, a su ogro en la Champions League. El Bayern de Múnich claudicó ante la precoz y, al mismo tiempo, talentosa generación que lidera al actual Barça. Cuajaron una coreografía coral que derritió al conjunto alemán y a punto estuvo de encender el pebetero de Montjuic. Se lo merecían los adolescentes de Flick.
Convertidos en mayores de edad tras el partido. El Barça pareció por momentos el Bayern, y el Bayern recordó al inofensivo Barça de las últimas temporadas. Los azulgranas cortaron la sangrante hemorragia de 9 derrotas en 11 partidos, algunas tan despiadadas como el 2-8 de Lisboa. Aquel día, Flick dirigió al gigante bávaro.
Ahora, alrededor de su figura, el Barça ha construido un equipo que viaja al Bernabéu ostentando el liderato de la Liga y es capaz de devorar al ogro alemán en Champions. De aquel 2-8, únicamente De Jong, Ter Stegen, Ansu Fati e Iñaki Peña se mantienen en la plantilla azulgrana. Los cincos llevaban cuatro años con la herida abierta, y ha ido supurando con cuatro derrotas consecutivas en las dos temporadas siguientes.
Aquel descalabro fue un punto y final para algunas vacas sagradas del vestuario culé. Y un antes y un después para la directiva. La sed de venganza se ha ido acumulando y traspasando a las nuevas generaciones con el paso del tiempo. Peña, Cubarsí, Casadó, Pedri, Fermín López, Lamine Yamal, Pau Víctor, Gavi… Todos ellos participaron en la redención continental.
El Barça fue el Bayern y el Bayern el Barça
Los jóvenes, a los que no hay que confundir con noveles porque sobre sus adolescentes espaldas ya cargan varios partidos en la élite, corren, corren mucho. Y brillan, brillan en exceso cuando cosen el balón a su bota. Fermín fue el artífice de los dos primeros goles, Casadó del tercero y en el cuarto fue Lamine quien metió un pase de primeras tan excelso como preciso.
La comunión del equipo con la afición alcanzó su cenit tras el pitido final. Cuando comenzó la fiesta azulgrana. La imagen de Yamal y Fermín, abrazados cantando el himno del Barça que retumbaba en la megafonía de Montjuic, refleja el sentir del vestuario. «Les teníamos muchas ganas», aseguró el propio Lamine, uno de los más activos en la celebración con el fondo de Montjuic.
Mandó a sus compañeros al fondo de animación del feudo azulgrana. «Me lo he pasado muy bien, creo que se ha notado», valoraba el de Rocafonda después de la celebración. «La afición se lo merecía desde hace tiempo. Es normal que la euforia suba, estamos preparados para todo. Vamos a ir a por todas», seguía Pedri en la misma línea. Ambos, culés desde la cuna, sabían el significado de este partido.
«Soy del Barça desde pequeño… las derrotas te tocan el orgullo y queríamos devolvérselo», reconoció el canario. La exacerbada celebración de los jugadores es la imagen de un cuenta saldada, de una generación que cumplió la mayoría de edad y viajará al Bernabéu, un escenario inflamable, con fuego en la mirada.