LIGA: BARCELONA VS VALENCIA (1-2)

Piqué tuvo el periscopio desviado y perdonó el 2-2 en el último minuto

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Gerard Piqué, desolado tras perder ante el Valencia. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Cabizbajo y lloroso. Así abandonó el césped del Camp Nou Gerard Piqué, central, tuitero y periscopero, después de que el Barcelona perdiera ante el Valencia por 1-2 y dejara la Liga a tiro de piedra del Atlético y, lo que es más doloroso para un culé como él, del Real Madrid.

Tres derrotas seguidas –curiosamente, en los tres partidos consecutivos en los que al Barça no le han pidado un penalti a favor– son demasiadas para un Gerard Piqué acostumbrado a una vida de vino y rosas. Bueno, y algún casino que otro también. La realidad es que el rey del Periscope no hizo un mal partido, se dejó todo en el campo como el resto de sus compañeros.

Por eso al final del duelo Gerard Piqué era la viva imagen de la impotencia. Tirado en el suelo entre lágrimas, como si hubiera perdido la final de la Champions o su móvil de última generación. De rodillas como un penitente se lamentaba el central, archienemigo de Arbeloa y azote del madridismo, después de que el Valencia les hubiera pintado la cara.

Y se lamentaba, sobre todo, porque tuvo el periscopio desviado. Y eso Gerard Piqué no se lo perdona. Ocurrió en el minuto 89, cuando el partido se moría y la Liga resucitaba. Con el central jugando ya de delantero centro a lo Alexanco, Iniesta le puso un pase maravilloso. Piqué la mató con el pecho en un control orientado digno del jugadorazo que es y se preparó para marcar ante la salida de Diego Alves. Su tiro cruzado salió lamiendo el poste derecho del portero del Valencia. Cachis.

Piqué sabía que esa oportunidad podía valer un punto y quién sabe si también una Liga. Por eso su cara camino del túnel de vestuarios era la viva imagen de un tipo doliente. No, no es noche para bromas, ni Periscopes, ni películas de Will Smith en casa de los Piqué.

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