Anna Cruz se engarza el anillo de campeona de la WNBA

Minneapolis y St. Paul componen la mayor metrópolis del estado de Minnesota, el equipo que da nombre a los Timberwolves de Ricky Rubio, y a las Lynx, ahora más que nunca el equipo más exitoso en el baloncesto del estado. Ambas ciudades, conocidas como las ‘Twin Cities’ -la segunda es en realidad la capital del estado pese a ser una ciudad dormitorio de la primera, tradición estadounidense- comparten franquicias, y su equipo de baloncesto femenino se acaba de convertir en nuevo campeón de la competición nacional. Es, de hecho, el único equipo profesional del estado en conocer la gloria: ya habían ‘campeonado’ en 2011 y 2013, sólo los Twins de baseball han ganado en EE UU también, y ese éxito data de 1991.

«Tenemos un gran banquillo, tenemos a Anna Cruz…». Anna Cruz fue la primera jugadora nombrada por la entrenadora de las Lynx, Cheryl Reeve, micrófono y trofeo en mano sobre la cancha, en su alocución al público que llenaba el Target Center. La española Anna Cruz fue la primera jugadora de la que se acordó la ‘Coach’ para explicar cómo logró alcanzar el título un equipo que durante una parte importante de la temporada tuvo lesionadas a sus dos jugadoras exteriores más importantes, Lindsay Whalen y Seimone Augustus. Fue un espontáneo e inesperado homenaje a una deportista que está convirtiéndose en leyenda haciendo de la vida a contracorriente una virtud.

Anna Cruz ha sido una jugadora fundamental durante toda la temporada en el mejor equipo de la WNBA, más en el día a día que reclamando los focos. Ahora que son las chicas las que más tiran del deporte femenino español, Anna Cruz salta a la primera plana, pero lo hace a su manera, sin ser una estrella al uso. Quien fuese fuese bautizada como la ‘hormiga atómica’ por el speaker de Rivas mientras aprendía el oficio de revolucionaria -al este de Madrid se consagró como jugadora importante entre 2009 y 2013- nunca ha destacado por ser la mayor estrella de sus equipos, pero siempre se ha significado por ser una pieza fundamental, hasta imprescindible, en cada grupo en lo que ha estado.

Por ello, y por ser una luchadora incansable. Lo fue al llegar a la selección española desde el modesto club de Olesa, en Barcelona, lo fue al anotar la primera canasta ganadora para el club de Rivas en la Copa de la Reina de 2011, lo fue al atreverse a emprender una aventura en la lejana ciudad de Orenburgo (donde se encuentra la frontera entre Europa y Asia) en 2013 dejando su vida en España para jugar al más alto nivel europeo, lo fue al superar su sensación de ‘malquerida’ sin guardar ningún tipo de rencores cuando se quedó fuera de la selección española ese mismo verano, selección que se proclamaría campeona de Europa en Francia -debido a una lesión en una final con su club de Rivas-, lo fue al embarcarse en la aventura norteamericana en 2014 con las New York Liberty y, en última instancia, al aceptar el reto de regresar a EE UU a bucarse su lugar en la mejor plantilla de la competición este último verano de 2015.

La recompensa ha llegado en forma de anillo siendo una jugadora importante de las Minnesota Lynx, nuevas campeonas del baloncesto femenino estadounidense, por delante de las Indiana Fever, campeonas en 2012. Un título, por cierto, con cierto sabor español, puesto que cuatro de las componentes de sus Lynx jugaron en la única final entre clubes españoles en la historia de la Euroliga, en 2012: la propia Anna Cruz y Ashja Jones -nombrada mejor jugadora de aquel torneo- jugaban para el conjunto madrileño de Rivas, mientras que Maya Moore -probablemente la mejor jugadora del mundo a día de hoy- y Rebekkah Brunson lo hacían para el entones eurocampeón y hoy extinto Ros Casares de Valencia.

Así, derribando obstáculos se ha convertido, sin buscarlo específicamente pero derribando puertas con su capacidad de lucha, en la última y gran estrella del deporte español Anna Cruz.

Las demás españolas con experiencia WNBA

Esta misma temporada otra jugadora española ha brillado en la WNBA. Se trata de Marta Xargay, que ha debutado en la competición jugando para las Phoenix Mercury con notable éxito: su equipo alcanzó la final de la Conferencia Oeste y la base catalana rozó los veinte minutos de juego por encuentro. Marta Xargay ya ha regresado a Europa y ha debutado sin mayor dilación con su nuevo equipo, el USK Praga. Con bastante éxito, puesto que se ha proclamado campeona de la Supercopa europea junto a otra compañera española en el ‘backcourt’ del conjunto checo, Laia Palau, toda una ídolo en su tercera campaña en Praga.

La mayor coleccionista de anillos es Amaya Valdemoro, la leyenda del basket femenino español. Valdemoro fue una pionera cruzando el charco, la primera junto a la pívot Betty Cebrián. Valdemoro aterrizó en los entonces gloriosos Houston Comets comandados por Sheryl Swoopes y a su vera -aunque entonces jugando reducidos minutos- consiguió tres anillos de campeona, entre 1998 y el año 2000.

En ese año probó con las Liberty de Nueva York Marina Ferragut, y poco después en 2002 una joven Elisa Aguilar se enfundaba la camiseta de las Utah Starzz, mientras que Begoña García lo hacía en Detroit Shock. En ese mismo equipo tuvo su experiencia Isa Sánchez, en 2004, justo después de que el equipo de Michigan consiguiese el primero de sus tres anillos.

Hubo un tiempo en que Rudy Fernández era ‘el hermano de Marta Fernández’, antes de que el primero alcanzase el status de estrella. En la familia la primera en cruzar el charco fue la escolta mallorquina, quien completó un año más que interesante jugando como base -muchos encuentros como titular- en Los Angeles Sparks, en 2007. En Minnesota ya hubo antes dos españolas, la base Nuria Martínez, quien ha vivido dos etapas, en 2005 y 2010 y Anna Montañana, quien estuvo en 2009.

La pívot nacionalizada e internacional Sancho Lyttle lleva una década, desde 2005, siendo importante, antes en Hoston y desde 2009 ininterrumpidamente en Atlanta. Intenta seguir sus pasos Astou Ndour, el pasado año 2014 en San Antonio Silver Stars.