El refrán que has usado mil veces sin saber su origen real: Sevilla y Galicia lo inventaron en el siglo XV
Los 3 refranes canarios y su explicación en español
El verdadero origen de los refranes más usados de España
El refrán que todos usamos, pero que es más madrileño que los chotis
El truco casero para que tus cuchillos estén siempre afilados: lo hacen todos los chefs profesionales
El motivo por el que tenemos que lavar el arroz antes de cocinarlo, lo dice la ciencia

El refrán Quien se fue a Sevilla, perdió su silla es el que más hemos repetido desde que éramos pequeños cada vez que alguien se levantaba y le quitábamos el sitio.
Aunque lo hayamos oído a nuestras abuelas mil veces, la mayoría no teníamos ni idea de cuál era su origen. Por increíble que parezca, nos tenemos que remontar hasta el siglo XV.
Fue en ese momento cuando este refrán ganó relevancia gracias a una curiosa anécdota que involucró a Sevilla y a Galicia. Desde entonces, hemos seguido utilizándolo.
El verdadero origen del refrán ‘Quien se fue a Sevilla, perdió su silla’
Para encontrar el origen de esta expresión, hay que remontarse al siglo XV y a una peculiar historia que tuvo como protagonistas a dos miembros de la poderosa familia Fonseca, una de las más influyentes del clero en aquella época.
Todo comenzó cuando Alonso de Fonseca, arzobispo de Santiago de Compostela, fue nombrado temporalmente para ocupar la sede de Sevilla.
Mientras él se trasladaba al sur de la península, dejó a su sobrino, también llamado Alonso de Fonseca, al frente de su arzobispado gallego. Sin embargo, al querer volver se llevó una desagradable sorpresa.
El sobrino se negó a devolverle el cargo, alegando que ya lo ocupaba y que no pensaba abandonarlo. Una especie de golpe familiar dentro de la jerarquía eclesiástica.
Este enfrentamiento dio lugar a un conflicto que llegó incluso a los oídos de la corte, lo que ayudó a que se popularizase por todo el país.
Con el paso del tiempo, la historia de luchas clericales quedó atrás, pero nos dejó un refrán que seis siglos después seguimos usando: Quien se fue a Sevilla, perdió su silla.
Otros refranes famosos del español cuyo origen conocemos
Este refrán no es el único del que tenemos constancia sobre su origen. Hay otros igual de famosos, cuyas historias han perdurado hasta nuestros días. Estos son algunos ejemplos.
‘A buenas horas mangas verdes’
Este es uno de los refranes más usados en España para reprochar a alguien que llega tarde o actúa cuando ya no hace falta. Pero su origen está en una famosa hermandad de vigilantes.
En tiempos de los Reyes Católicos, la Santa Hermandad era un cuerpo armado encargado de perseguir a los bandidos y proteger los caminos.
Sus miembros llevaban uniformes con mangas verdes, pero, debido a su lentitud en llegar a las escenas de los delitos, el pueblo empezó a mofarse de ellos con la frase A buenas horas mangas verdes, como referencia a su tardanza e inutilidad.
‘Irse de picos pardos’
Hoy esta frase se utiliza para referirse a quien sale de fiesta y ni siquiera es necesario hacerlo con la intención de ligar, pero su origen es más curioso y tiene nombre propio: Carlos III.
Durante su reinado en el siglo XVIII, este monarca ordenó que las prostitutas de Madrid vistieran una falda parda con picos para que fueran reconocibles en la calle.
Así, cuando alguien decía que iba De picos pardos, todos sabían perfectamente a dónde se dirigía y con qué propósito.
Con el paso del tiempo, la expresión se suavizó, pero la referencia a las prostitutas de entonces sigue oculta en sus palabras.
‘Salvado por la campana’
Hoy decimos esta frase cuando alguien se libra por los pelos de un problema. De hecho muchos piensan que hace referencia a la alarma que hay en muchos colegios o trabajos, pero su origen es más macabro de lo que parece.
Antiguamente, debido a la falta de medios médicos adecuados, muchas personas eran enterradas vivas por error.
Para evitarlo, se ideó un sistema por el cual, al difunto se le colocaba una cuerda atada a una campana situada sobre la tumba.
Si la persona despertaba, podía tirar de la cuerda y así avisar. Por eso, ser salvado por la campana significa librarse de un final seguro en el último momento.