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Un paisajista avisa de la trampa a la hora de comprar una planta y que no te la cuelen: «Desconfía de las que…»

Comprar una planta
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Diversos estudios han confirmado que tener plantas en casa ofrece un amplio abanico de ventajas para la salud: mejoran la calidad del aire, absorben la humedad, reducen el estrés, refuerzan el sistema inmunitario… Sin embargo, a la hora de comprarlas, muchas veces cometemos errores que pueden marcar la diferencia entre una planta que crecerá fuerte y saludable y otra que se marchitará a las pocas semanas. En este contexto, el paisajista y fundador de Jardines con Vida, José González (@jardinesconvida), con más de dos décadas de experiencia en el diseño de jardines y el cultivo de plantas ornamentales, advierte de un error muy habitual: fijarse única y exclusivamente en la belleza o el tamaño de la planta, sin prestar atención al estado de la maceta ni de las hojas.

«El aspecto de la planta es un espejo de su bienestar», asegura González. Una planta sana debe mostrar ramas firmes, bien distribuidas y sin cortes o fracturas. Las hojas, por su parte, deben ser verdes, homogéneas y con textura firme. «Si ves tallos retorcidos, ramas flojas o un crecimiento desordenado, probablemente esa planta ha pasado por estrés en el vivero o no ha recibido la luz adecuada», advierte. Asimismo, las hojas con manchas marrones, bordes secos o tonos amarillentos son señales de riego inadecuado o presencia de hongos y plagas.

¿Cómo elegir la mejor planta?

José González hace especial hincapié en la importancia de desconfiar de aquellas plantas demasiado grandes para la maceta en la que se encuentran. «Cuando una planta es muy voluminosa y su maceta es pequeña, lo más probable es que lleve mucho tiempo sin trasplante. Las raíces ya no tienen espacio para expandirse, se enrollan unas sobre otras y se comprimen, lo que limita la absorción de nutrientes y oxígeno», explica.

Esta situación, conocida como raíces en espiral, provoca que la planta entre en un estado de estrés continuado, debilitándose poco a poco hasta que las hojas empieza a caer o a cambiar de color. Aunque trasplantarla a una maceta más grande puede ayudarla a recuperarse, el experto señala que no es la mejor opción de compra: «si tienes la posibilidad, elige una planta con el tiesto adecuado a su tamaño actual. Eso indica que ha recibido los cuidados necesarios y que su sistema radicular se ha desarrollado con normalidad».

Por otro lado, un gesto tan sencillo como levantar ligeramente la planta de la maceta puede ofrecer información muy valiosa durante el proceso de decisión de compra. «Si ves que las raíces sobresalen en exceso por los agujeros inferiores o se enroscan alrededor del borde, significa que la planta está pidiendo a gritos más espacio», comenta. En cambio, si las raíces se distribuyen de forma uniforme y no sobresalen, la planta está en buen estado y es una apuesta segura.

Otras señales de alerta 

Más allá de la proporción entre la planta y la maceta, hay otros factores que conviene revisar antes de comprar. «Las plantas con tallos blandos, hojas caídas o un sustrato excesivamente húmedo suelen estar sobrerregadas», advierte González. Ese exceso de agua favorece la aparición de hongos y pudrición de raíces, un problema que pocas veces tiene solución.

Por el contrario, un sustrato completamente seco o con grietas puede indicar un estado de abandono. «En ambos casos, es mejor elegir otro ejemplar. Una planta que ha pasado por periodos de riego irregular tarda mucho en recuperarse», añade.

Asimismo, una revisión minuciosa del envés de las hojas puede evitar sorpresas desagradables en casa. Pequeños puntitos blancos, manchas pegajosas o finas telarañas son síntomas de plagas incipientes, como el pulgón, la cochinilla o la araña roja. «Lo ideal es evitar cualquier ejemplar que muestre estas señales, aunque te parezca mínima la infestación. En ambientes cerrados, esas plagas se reproducen muy rápido y pueden afectar a todas tus plantas», recomienda el paisajista.

Otro aspecto clave es el estado del sustrato. Debe tener una textura suelta, aireada y sin olor desagradable. Si al tocarlo está apelmazado o desprende un olor a humedad, es probable que las raíces ya estén dañadas. También hay que comprobar que la maceta tenga agujeros de drenaje. «Es sorprendente la cantidad de plantas que se venden en macetas sin salida de agua. Eso puede ser letal: la acumulación de agua en el fondo asfixia las raíces en cuestión de días».

Finalmente, González advierte de un error muy común entre principiantes: trasplantar la planta nada más llegar a casa. «Después de un cambio de entorno, lo mejor es darle unas semanas de adaptación». Durante ese tiempo, lo mejor es colocarla en un lugar con luz natural, sin sol directo, y evitar los cambios bruscos de temperatura. «Observa cómo se comporta. Si notas que crece bien, puedes esperar hasta la próxima temporada de crecimiento para trasplantarla con calma». El objetivo es que la planta se aclimate antes de enfrentarse al estrés del trasplante.

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