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Fue la comunidad más grande de España y ahora están huyendo: el motivo por el que no pueden más

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Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Durante años, España fue uno de los destinos más buscados por ciudadanos rumanos en busca de una vida mejor. Atraídos por la estabilidad, las oportunidades laborales y un coste de vida más accesible que en otros países europeos, muchos hicieron de España su nuevo hogar. Algunos llegaron solos, otros trajeron a sus familias más tarde, pero todos compartían un mismo sueño: prosperar, ahorrar, enviar dinero a casa y, en muchos casos, echar raíces. España les ofrecía esa posibilidad. Y durante un tiempo, funcionó.

Sin embargo, algo está cambiando. Cada vez más rumanos están haciendo las maletas para volver a su país de origen. No se trata de un movimiento aislado o anecdótico: las cifras muestran una caída constante en el número de residentes rumanos en España. Este regreso no es por nostalgia, ni siquiera por razones familiares. La razón es mucho concreta: ya no compensa vivir en España. El coste de vida ha subido drásticamente, mientras que los salarios no han seguido el mismo ritmo. Muchos ya no pueden ahorrar, y simplemente sobreviven. Para muchos, ha llegado el momento de volver a casa.

Una comunidad que llegó para quedarse… o eso parecía

A principios de los años 2000, la comunidad rumana en España empezó a crecer de forma significativa. La apertura de fronteras dentro de la Unión Europea facilitó el movimiento de personas, y para los rumanos, España representaba una opción accesible, tanto por el idioma como por la cultura. Los sectores como la construcción, la hostelería, la agricultura o los servicios del hogar se llenaron de trabajadores rumanos dispuestos a empezar desde abajo, trabajar duro y construir un futuro.

En su momento más alto, hace poco más de diez años, se llegó a contar con cerca de 800.000 ciudadanos rumanos registrados en territorio español. Familias enteras se establecieron, muchos compraron vivienda, montaron negocios o se integraron plenamente en la vida cotidiana del país. Las escuelas se llenaron de niños bilingües que crecían con dos culturas. Todo apuntaba a que era una comunidad consolidada y estable. Pero la estabilidad en la vida de los migrantes muchas veces es más frágil de lo que parece.

Los números que muestran el cambio

En los últimos años, los datos oficiales han dejado en evidencia una tendencia preocupante: la comunidad rumana ha disminuido en más de un 30%, situándose actualmente en poco más de 600.000 personas. No es un descenso natural ni motivado por cambios demográficos: es una marcha voluntaria. Rumanos que, tras una vida entera en España, deciden volver. ¿Por qué?

La respuesta se encuentra en algo que muchos comparten cuando se les pregunta: «Es muy difícil ahorrar dinero». Esa frase, repetida en numerosos testimonios, resume el sentimiento generalizado de frustración y desencanto. Lo que antes era una promesa de progreso, hoy se ha convertido en una lucha constante por llegar a fin de mes. La inflación, el aumento del alquiler, el precio de la alimentación y los servicios básicos han erosionado la calidad de vida incluso de quienes tienen empleo estable.

Cuando la vida cuesta más de lo que promete

Este fenómeno no sólo se explica por las condiciones en España, sino también por la evolución que ha vivido Rumanía en los últimos años. Aunque todavía no alcanza los niveles económicos de Europa Occidental, muchos ciudadanos perciben que su país ha cambiado.

Las oportunidades de empleo han mejorado, las infraestructuras se han modernizado y, sobre todo, el coste de vida sigue siendo más bajo. La percepción de que «ya no merece la pena quedarse» se refuerza por el contraste entre lo que cuesta vivir en España y lo que se puede conseguir en Rumanía con menos.

Además, para muchos migrantes rumanos que llevan más de una década en España, el cansancio empieza a pesar. No sólo el físico, sino el emocional. La distancia con la familia, las raíces culturales, el idioma, las pequeñas cosas del día a día que se echan de menos. Y cuando todo eso se suma a las dificultades económicas, la balanza empieza a inclinarse hacia el regreso.

¿El inicio de un cambio más profundo?

Lo que estamos viendo puede ser sólo el inicio de una tendencia que podría cambiar por completo el panorama de España en los próximos años. No es exclusivo de los rumanos: otras comunidades migrantes también están empezando a cuestionarse si merece la pena quedarse. La promesa de Europa como tierra de abundancia y estabilidad parece tambalearse en el contexto de crisis económica, inflación y precariedad laboral. Para muchos, la idea de «triunfar en el extranjero» ya no tiene el mismo brillo de antes.

El éxodo rumano no es una derrota, ni un fracaso colectivo. Es la consecuencia lógica de un sistema que ya no ofrece lo que prometía. Cuando las condiciones cambian, las decisiones también lo hacen. Y muchos rumanos están tomando la más difícil: dejar atrás años de vida para volver a empezar en su tierra.

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