Frases célebres de Francis Bacon en el día de su muerte
El filósofo, escritor y político Francis Bacon nace un 9 de abril en el año 1626. Se le conoce como el padre del empirismo. En esta jornada le recordamos con las mejores frases célebres de Francis Bacon en el día de su muerte.
Fue también estadista, orador y sus teorías son un antes y un después dentro del campo de la filosofía natural y la filosófica.
La naturaleza a menudo se oculta, a veces se supera, rara vez se extingue.
Dios, de hecho, ha escrito dos libros, no solo uno. Por supuesto, todos estamos familiarizados con el primer libro que escribió, es decir, las Escrituras. Pero él escribió un segundo libro llamado creación.
La naturaleza nunca puso las piedras preciosas en una buhardilla, en lo alto de un cuarto piso, y así los hombres muy altos suelen tener cabezas muy vacías.
Las personas mayores objetan demasiado, consultan demasiado tiempo, se aventuran muy poco, se arrepienten demasiado pronto y rara vez dirigen el negocio a su fin, pero se contentan con una mediocridad de éxito.
La edad es mejor en cuatro cosas: madera vieja para quemar, el vino viejo para beber, los viejos amigos en quienes confiar y los viejos autores para leer.
Porque una multitud no es compañía; y las caras no son más que una galería de imágenes; y habla, pero un címbalo tintineante, donde no hay amor.
La comprensión humana cuando una vez ha adoptado una opinión (ya sea como la opinión recibida o por ser agradable) atrae todas las demás cosas para apoyarla y estar de acuerdo con ella.
Yo conocía a uno que, cuando escribía alguna carta, ponía lo más importante en la posdata, como si fuera algo accidental.
Una pregunta prudente es la mitad de la sabiduría. Frases célebres de Francis Bacon en el día de su muerte.
La raíz general de la superstición: a saber, que los hombres observan cuando las cosas golpean, y no cuando fallan; comprométete a recordar el uno, y olvídate y pasa por encima del otro.
El espíritu humano no recibe con sinceridad la luz de las cosas, sino que mezcla a ellas su voluntad y sus pasiones; así es como se hace una ciencia a su gusto, pues la verdad que más fácilmente admite el hombre es la que desea.
Quien está encantado en la soledad es una bestia salvaje o un dios.
Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde.
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