Era el ‘Titanic aéreo’ y también acabó en tragedia: la historia del zepelín de Hindenburg
El mayor zepelín de todos los tiempos
La vida en los conventos españoles en la historia
La conquista de Constantinopla: el fin del Imperio Romano de Oriente
Adiós al mito más repetido sobre la cerveza: lo que pasará si la comparas con el vino
Éste es el origen real del apellido Moreno: los expertos lo desvelan
El zepelín LZ 129 Hindenburg fue el dirigible más grande creado por el ser humano. En 1936, fue lanzado desde Friedrichshafen, Alemania, y ese mismo año comenzó a operar servicios aéreos comerciales sobre el Atlántico Norte, transportando a 1.002 pasajeros en 10 viajes de ida y vuelta entre Alemania y Estados Unidos, según información de «Britannica».
Sin embargo, la vida del zepelín Hindenburg fue trágicamente corta. Al año siguiente de su lanzamiento, mientras aterrizaba en Lakehurst, Nueva Jersey, Estados Unidos, el dirigible sufrió un accidente fatal. El Hindenburg estalló y quedó completamente destruido.
Así era el zepelín de Hindenburg
En la década de 1930, la Luftschiffbau Zeppelin, una empresa alemana, dio vida al majestuoso Hindenburg, un dirigible que marcó época por su imponencia y lujo incomparables. El zepelín era una maravilla de la ingeniería, con unas dimensiones que siguen siendo históricas hasta el día de hoy.
Con aproximadamente 41 metros de diámetro y una longitud de 245 metros, era equiparable a más de cuatro Boeing 787 en fila. Con una capacidad de desplazamiento de 200.000 metros cúbicos de gas, su cabina ofrecía comodidades para los pasajeros, lo que llevó a algunos a compararlo con el «Titanic del aire».
La estructura del Hindenburg estaba compuesta de duraluminio recubierto con una tela especial tratada con barniz y aluminio, otorgándole una apariencia distintiva: plateada y altamente reflectante.
Realizó su vuelo inaugural en 1936 desde el aeródromo de Friedrichshafen, y aún en la actualidad sigue siendo considerado el dirigible más grande del mundo. Además de su función de transporte de pasajeros, el dirigible también cumplía el importante papel de transportar correo y carga entre Europa y América.
Sus logros más notables incluyeron los exitosos vuelos transatlánticos entre Alemania y Estados Unidos en 1936, durante los cuales estableció récords de velocidad y eficiencia, incluyendo el récord de cruzar el Atlántico dos veces en apenas 5 días.
A lo largo de su servicio, completó un total de 34 vuelos exitosos, 17 de ellos cruzando el Atlántico, transportando a 2.798 pasajeros y recorriendo más de 300.000 kilómetros antes de su trágico final.
Tragedia
El fatídico 6 de mayo de 1937, mientras se aproximaba a la base naval de Lakehurst en Nueva Jersey, Estados Unidos, después de un largo vuelo transatlántico desde Frankfurt, Alemania, el Hindenburg se vio envuelto en una tragedia inimaginable.
En cuestión de segundos, el dirigible se convirtió en una infernal bola de fuego, consumido por un voraz incendio que dejó a todos los presentes atónitos.
Aunque las causas exactas del desastre nunca fueron completamente esclarecidas, se especuló sobre una posible fuga de hidrógeno, el gas inflamable que llenaba sus enormes compartimentos, combinado con una chispa eléctrica generada por la electricidad estática presente en el aire.
De las 97 personas a bordo en el momento del accidente, solo 35 perdieron la vida, la mayoría como resultado de quemaduras o de ser aplastadas bajo la estructura en llamas.
Este trágico suceso no solo marcó el final abrupto del zepelín de Hindenburg, sino que también significó el ocaso de toda una era: la era dorada de los dirigibles. Con el avance de la tecnología aeronáutica y la creciente popularidad de los aviones, los dirigibles fueron gradualmente relegados al olvido como medio de transporte a gran escala.
Sin embargo, a pesar de su triste final, el Hindenburg perdura en la memoria colectiva como un poderoso símbolo de la innovación y la audacia humanas, recordándonos tanto los logros como los peligros de explorar los cielos.
Historia de los dirigibles
Los dirigibles, aeronaves más ligeras que el aire, poseen una estructura rígida que les otorga su forma característica y les permite mantenerse en vuelo gracias a la flotabilidad.
Su historia se remonta al siglo XIX, pero fue en las primeras décadas del siglo XX cuando alcanzaron su máximo esplendor. Utilizados principalmente para el transporte de pasajeros, carga y propósitos militares, los dirigibles Zeppelin destacaron como los más populares y utilizados en esa época.
El pionero en este campo fue Henri Griffard, ingeniero francés especializado en máquinas de vapor, quien en 1852 realizó el primer vuelo en una aeronave más ligera que el aire. Equipado con un motor de 3 CV, su máquina alcanzó una velocidad de hasta 9 km/h, recorriendo los 27 kilómetros entre París y Trappes.
Griffard allanó el camino para otros visionarios, como Paul Haenlein y los hermanos Santos Dumont, quienes continuaron perfeccionando la tecnología de los dirigibles. Sin embargo, fue Ferdinand von Zeppelin quien marcó un hito significativo con la fundación de la compañía de dirigibles Zeppelin.
Durante la Primera Guerra Mundial, los dirigibles adquirieron una importancia crucial como bombarderos debido a su mayor capacidad en comparación con los aviones de la época. Los dirigibles alemanes, en particular, lograron vuelos de hasta casi 100 horas en 1917, una hazaña impresionante para la época.
A pesar de estas innovaciones y logros, el desarrollo de la aviación tomó un rumbo diferente al esperado, alejándose de la vía de los dirigibles y enfocándose en otras tecnologías.