Picasso y Goya, juntos en Madrid unidos por el arte de la tauromaquia
La exposición Goya / Picasso. Tauromaquias forma parte del acuerdo de colaboración suscrito por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Fundación Bancaria Unicaja con el objetivo de promover, planificar y ejecutar exposiciones compartidas, presentadas en itinerancia en sus respectivas sedes de Madrid y Málaga, en este caso, además, en colaboración con el Museo Casa Natal Picasso de Málaga, con motivo de la conmemoración del cincuenta aniversario de la muerte de Pablo Picasso en 1973. El artista, que siempre mantuvo su condición de español, aceptó ser elegido poco tiempo antes de su fallecimiento académico de honor de la Real Academia, que con esta exposición rinde nuevamente homenaje a su obra.
La exposición que podrá visitarse en la sede de la Academia (Madrid) del 23 de junio al 3 de septiembre, recalará, en virtud del acuerdo suscrito entre ambas instituciones, en el Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga, donde se podrá ver desde el 3 de octubre hasta el 10 diciembre.
Por lo que respecta a Goya, con carácter excepcional se muestran todas las planchas de cobre de su Tauromaquia, grabadas al aguafuerte y aguatinta entre 1814 y 1816, nunca exhibidas íntegramente hasta ahora. En el Gabinete Francisco de Goya de la Calcografía Nacional se expone una selección de las planchas con criterios museográficos, siendo consideradas obras de arte en sí mismas y no meros dispositivos de producción de estampas. Este criterio de preservación de las matrices originales, grabadas directamente por las manos del artista, responde al compromiso de reivindicar su valor como patrimonio universal.
En el Gabinete Goya se muestran solo cuatro planchas de la Tauromaquia. La exposición Goya / Picasso. Tauromaquias ofrece la oportunidad única, sin precedentes, de contemplar la totalidad de las treinta y tres planchas de la serie, lo que constituye uno de los más destacados alicientes del proyecto expositivo.
La Academia aporta las treinta y tres láminas calcográficas, siete de ellas grabadas por ambas caras, junto con la primera edición completa, publicada en 1816. Además, añade las siete estampas desechadas, excluidas de las dos primeras ediciones e incorporadas a partir de la tercera (1876). También incorpora la Academia cuatro excelentes ejemplares de los Toros de Burdeos, dibujados con lápiz litográfico por Goya entre 1824 y 1825.
Una década antes de la guerra civil, Gustavo Gili Roig encargó a Picasso una edición de bibliofilia sobre el tratado Tauromaquia o arte de torear, escrito por el diestro José Delgado, alias Pepe-Illo, e impreso en Cádiz en 1796. Inicialmente, Picasso abrió ocho aguafuertes y trazó algunos esbozos que quedaron inéditos.
Durante la primavera de 1957 rescató el proyecto en La Californie, su villa de Cannes, grabando veintiséis aguatintas al azúcar. Dos años más tarde, Gili hijo −Gustavo Gili Esteve− publicó La tauromaquia de Picasso en Ediciones de la Cometa, añadiendo a las veintiséis estampas una cubierta grabada a la punta seca.
La estampación fue confiada al atelier Lacourière en París, bajo la dirección de Jacques Frélaut, y de la tirada de la cubierta se ocupó el grabador catalán Jaume Pla. Se reúne en la exposición, junto a las obras citadas de Goya, la serie completa de Picasso, de la que el Museo Casa Natal Picasso de Málaga ha aportado veinticuatro estampas y la Biblioteca Nacional de España las dos restantes y la cubierta.
Goya / Picasso. Tauromaquias propone una revisión de los significados de las series gráficas de ambos artistas sobre la lidia, los vestigios o secuencias de afinidad entre ellas y sus divergencias. La obra y el pensamiento de Goya suscitan siempre el máximo interés para la Academia no sólo por su condición de académico y profesor de pintura en sus aulas, sino también por la complejidad del universo conceptual del artista y la proyección atemporal de sus ideas. Los grabados y las litografías de Goya conforman uno de los episodios de mayor relevancia en la historia del arte gráfico.
La reflexión crítica sobre las conductas de sociabilidad en los Caprichos o la denuncia de la culpabilidad del ser humano y la despiadada brutalidad de sus actos en los Desastres de la guerra son el más elocuente testimonio de la razón de Goya. Tampoco la Tauromaquia ni los Toros de Burdeos son ajenos a esa dimensión crítica.
Picasso solicitó el ingreso formal en la Escuela de San Fernando el 14 de octubre de 1897. Durante el breve tiempo que pasó en Madrid, según sus propias palabras, visitó con asiduidad las colecciones del Museo del Prado. La tradición pictórica española está profundamente enraizada en Picasso y hay suficientes testimonios de su interés hacia Goya. Del mismo modo como la identificación de Goya con los temas taurinos proviene de sus grabados y litografías, algo similar sucede con Picasso.
Su fama taurina está en deuda con su obra gráfica, no tanto o no sólo en lo que respecta a la Tauromaquia, cuanto a otras imágenes que superan el contexto narrativo de las corridas de toros. La presencia híbrida, entre mitológica y taurina, del minotauro en la Metamorfosis de Ovidio, la Suite Vollard y la Minotauromaquia han contribuido a la construcción de uno de los iconos más reconocibles del arte del siglo XX.
En sus escenas para ilustrar el Arte de torear de Pepe-Illo, Picasso recorre ordenadamente las suertes de una corrida de toros. Es el homenaje de un aficionado a un torero antiguo, José Delgado Guerra, uno de los diestros que, junto a Costillares y Pedro Romero, mejor definió en el último cuarto del siglo XVIII las reglas de la lidia.