La modelo que inspiró famosas estatuas de Nueva York y su trágica historia

La modelo que inspiró famosas estatuas de Nueva York y su trágica historia
Audrey Munson posa para una fotografía.
Iñigo Artola
  • Iñigo Artola
  • Portadista. Redactor de cultura, internacional, política, sociedad y lo que haga falta. Devorador insaciable de series y películas.

Las calles y edificios de Nueva York exhiben bellos monumentos y estatuas, muchas de figuras femeninas. Lo que pocos saben es que una sola mujer fue la musa inspiradora y modelo para muchas de estas obras del siglo XX. Su nombre era Audrey Munson.

Estatuas de sitios de interés como la Biblioteca Pública de Nueva York, el ingreso al puente de Manhattan y el Columbus Circle se crearon a partir de su belleza. En la parte superior de la alcaldía, en el sur de Manhattan, está la mayor de ellas que cuenta con 7,6 metros de altura.

La vida de la modelo y actriz de cine mudo recientemente se convirtió en un libro, escrito por el periodista James Bone. El título de la biografía muestra que su carrera era cualquier cosa menos ordinaria: «La maldición de la belleza: la escandalosa y trágica vida de Audrey Munson, la primera supermodelo de Estados Unidos» (The Curse of Beauty: The Scandalous and Tragic Live of Audrey Munson, America’s First Supermodel, en inglés).

Munson sirvió como modelo para a realizar la escultura ubicada en la cúpula de la alcaldía de Nueva York.
Munson sirvió como modelo para a realizar la escultura ubicada en la cúpula de la alcaldía de Nueva York.

Munson vivió muchos años, 104 para ser exactos. Pero murió olvidada en una clínica psiquiátrica en costa este de los Estados Unidos, donde vivió por más de la mitad de su vida, y su tumba ni siquiera tiene lápida. Nacida en Rochester, Audrey Munson llegó a la ciudad de Nueva York en 1909, cuando tenía sólo 18 años, con el propósito de ser corista.

«Por suerte para ella, Audrey era muy bella, escultural. Medía 1,77 metros, que para una mujer de esa época era bastante alto. Tenía características casi clásicas, con una nariz larga y recta», dijo Bone.

Según la biografía, 1915 fue el año de Audrey ya que la mayoría de los monumentos y estatuas que vemos estos días en Nueva York fueron tallados y construidos en esa fecha.

«Los edificios necesitan diosas, figuras alegóricas de mujeres». Con su cuerpo delgado y alto, rasgos delicados y nariz larga, Munson encajaba perfectamente con lo que buscaban los artistas.

Según el diario The Wall Street Journal, la llamaban la «Venus de América» ya que era comparada con la Venus de Milo, la famosa estatua griega que ahora se encuentra en el Museo del Louvre, en París.

Aprovechando su fama, Munson probó suerte en algo nuevo por ese entonces: el cine mudo. Protagonizó una serie de películas, aunque que siempre interpretó prácticamente el mismo papel: el de modelo de un artista. Según The Wall Street Journal, este papel le permitió hacer algo que ya sabía hacer ya que su talento dramático era considerado «limitado».

James Bone cita una película en particular: Pureza (Purity, su título en inglés) de 1916. «La cinta fue redescubierta en 1993, entre las pertenencias de un francés, en una colección de lo que en ese entonces se consideraba pornografía «, dijo el periodista en una entrevista concedida a la cadena británica BBC.

Según el escritor, la presión del mundo del espectáculo comenzó a tener un efecto en el comportamiento de Munson después de que se filmó esta película. «A partir de la segunda mitad de 1916 ella comenzó a tener episodios de enfermedad mental».

La actriz nunca se casó. Una vez que su fama terminó, se trasladó con su madre al norte del estado de Nueva York, donde trabajó como camarera.

Munson intentó suicidarse bebiendo veneno. Y luego su madre la internó en un hospital psiquiátrico, cuando la modelo tenía 40 años. Su pasado era algo que negaba. «Cuando la gente le preguntaba sobre su vida, ella cerraba los ojos y se cruzaba de brazos. Se negaba a hablar», dijo Bone.

Después de casi 65 años hospitalizada, Audrey Munson murió a los 104 años. Su cuerpo fue enterrado en un cementerio de New Haven, Connecticut – y como dijo Bone, no había espacio ni siquiera para poner una lápida sobre la tumba.

«La mujer que inspiró tantos monumentos famosos no tenía una lápida. Es una gran vergüenza que ella no haya sido homenajeada», dijo.

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