Así son Manuela e Iwan Wirth: la poderosa pareja del arte que dará una nueva vida al Chillida-Leku
Iwan Wirth (Suiza, 1970) conoció a su esposa Manuela Wirth (Suiza, 1963) cuando –con sólo 19 años– acudió a pedir a su futura suegra, Ursula Hauser –una viuda temprana, una multimillonaria propietaria de la cadena de electrodomésticos Fust AG y coleccionista de arte–, algunos millones de euros para comprar una obra de Picasso y un Chagall. Él acabó, según ha comentado en algunas de sus entrevistas, borracho de coñac y perdidamente enamorado de su hoy socia en Hauser & Wirth.
Quizá sin saberlo, fue en ese preciso momento, entre negociaciones millonarias aliñadas con espirituosos, cuando se forjó el nacimiento de una de las galerías de arte más destacadas del mundo. En 1992, con la matriarca Hauser como accionista, abrieron una primera sucursal en Zurich, aunque no sería la última. Actualmente poseen delegaciones en Hong Kong, Londres, Nueva York, Los Ángeles, Somerset, Gstaad y Saint Moritz.
Eso sí, la compraventa de arte no es la única actividad empresarial del matrimonio. Iwan y Manuela poseen espacios donde se mezclan el arte, la educación y la hostelería como ‘Roth Bar & Grill’, ‘Durslade Farmhouse’ en Somerset (Reino Unido), el restaurante ‘Manuela’ en Los Ángeles y el hotel ‘Fife Arms’ en Braemer (Escocia) –antigua propiedad de la compañía Shearings ubicada muy cerca del Castillo de Balmoral, la vivienda de veraneo de la reina Isabel II de Inglaterra–.
Hasta este último espacio, un inmueble con origen en 1856, se han llevado alrededor de 14.000 objetos de arte con firmas tan fuertes como Picasso, Lucian Freud o una acuarela elaborada por la mismísima reina Victoria. De hecho, la relación con la Familia Real británica es tan cercana que hace apenas unas semanas tuvieron la visita del príncipe Carlos de Inglaterra junto a Camila Parker Bowles y, además, Beatriz de York, la hija del príncipe Andrés, es la directora de la delegación que Houser & Wirth posee en Londres.
Manuela e Iwan, que según Forbes tienen una fortuna de 180 millones de euros y viven en la campiña inglesa con sus cuatro hijos, sus dos gatos, sus tres labradores y su dachshund miniatura llamado Yoko –en honor a Yoko Ono–, son los encargados de insuflar una nueva vida al museo Chillida-Leku, sito en Hernani, tras ocho años clausurado –cerró el 31 de diciembre de 2010, aunque podía visitarse bajo cita previa– por un desacuerdo económico entre la familia del escultor y el Gobierno vasco.
Tras aquel fiasco con la Administración regional, Houser & Wirth llegó a un pacto con los descendientes del artista para llevar la representación mundial del maestro del hierro y el hormigón, así como la reapertura del espacio expositivo. Desde entonces, la obra de Chillida comparte protagonismo con la de Louise Bourgeois y otros grandes nombres del arte contemporáneo como Henry Moore, Diana Thater, Miki Kelley o Maria Lassnig. No obstante, el arte español no es un desconocido para los propietarios de Houser & Wirth, pues ésta ya organizó una muestra en los años 90 donde se mezclaban las piezas de Alexander Calder con otras del catalán Joan Miró.
Quienes conocen al matrimonio, una de las 100 parejas más poderosas del mundo del arte según la publicación británica Art Review, aseguran que son simpáticos, sonrientes y algo alocados. No cabe duda de tal afirmación, sobre todo teniendo en cuenta algunas de sus divertidas y amenas declaraciones: “Uno puede ser galerista sin convertirse en un capullo. Tratamos a los demás como nos gustaría que nos trataran”, comentaba Iwan en una entrevista. Ambos son aficionados al riesgo en los negocios y a menudo optan por financiar proyectos “locos al límite” porque “nadie más los hará”.
Cuando abrieron su primera sucursal en Londres, el matrimonio se mudó a una mansión en Holland Park hasta que años más tarde, tras vender su casa a los Beckham por 30 millones de libras, decidieron mudarse al campo y vivir alrededor de un año en una caravana. “Fue divertido”, explica Manuela. A toda la familia le gusta el aire libre, la agricultura y la ganadería, por ello, los Wirth poseen una granja con ganado vacuno, ovejas y cerdos, así como árboles frutales, hortalizas, una colonia de abejas de la que obtienen su propia miel y unos viñedos con los que comercializan su vino.
Como galeristas, los expertos del sector del arte, explican que el matrimonio siempre apoya a los artistas a los que representa, incluso cuando las ventas de uno de ellos no son todo rápido que se desearía. Es por ello, y así lo especifican sus colegas, que en sus más de 25 años de historia sólo se han separado de tres nombres: Sterling Ruby, David Claerbout y Martin Eder. Construyen una relación cercana y casi familiar con los artistas –se van de vacaciones juntos, les invitan a hospedarse en su casa o les prestan dinero cuando lo necesitan– y esperan hasta que sus obras son rentables, algo que se pueden permitir holgadamente porque, según Forbes, facturan alrededor de 225 millones de dólares anuales.
No obstante, y a pesar de la elevada cifra de negocio, a Manuela, según ha confesado ella misma a The Gentlewoman, no le gusta nada ir a las ferias internacionales, a pesar de ser uno de los principales circuitos de venta de arte. “No debería decirlo, pero soy la peor vendedora del mundo, jamás he vendido una obra”, comentaba. De todos modos, y a pesar de definirse como una comercial con poco tino, Manuela es la culpable de que, además de la representación de artistas, Houser & Wirth posea una colección de arte privada que está resguardada en Saint Allen (Suiza) especializada en el arte contemporáneo realizado sobre todo por mujeres.
El arte realizado por las féminas, al parecer, le importa mucho y se trata, además, de un aspecto que ha heredado de su madre. “Siempre ha sido muy feminista, es una preocupación que siempre ha estado muy presente. El mercado del arte aún está muy dominado por los hombres, porque el feminismo en este sector es una necesidad real”, explica el galerista londinense y amigo de la pareja, Hans-Ulrich Obrist.
Es más, en honor a su madre, Manuela ha organizado una muestra que verá la luz en mayo en Hauser & Wirth Somerset (Inglaterra) y donde se podrán contemplar alrededor de 70 piezas hechas por mujeres artistas como Alina Szapocznikow, Lee Lozano, Carol Rama –la artista italiana del arte povera de Turín (Italia)–, Heidi Bucher o Sonia Gomes, pero habrá una de ellas que tendrá especial peso en la exposición: Bourgeois, una de las escultoras más importantes del pasado siglo y conocidísima por sus piezas arácnidas y femeninas, que no feministas –tal y como defiende ella misma–. “Conocer a esta artista es una de las cosas más importantes que le ha pasado a Ursula como coleccionista”, según explica su hija Manuela a la publicación especializada Artnet News.