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Guillermo de Osma: «El coleccionismo está dejado de la mano de Dios, es decir, de la Administración»

Es uno de los grandes nombres clásicos del galerismo español, en su espacio hay obras del genial grupo Equipo Crónica, uno de mejores exponentes del pop español

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María Villardón

Galerista e historiador del arte. Guillermo de Osma (Bilbao, 1953) es uno de los nombres clásicos del galerismo español. Organiza exposiciones en su galería de la calle Claudio Coello pequeñas –se ven rápido, si se quiere, por supuesto, porque tienen un sofá donde poder parar y leer el catálogo–, siempre muy cuidadas y con obras muy potentes. Es el caso de Equipo Crónica. Del pop a la transición (1964 – 1981), la actual muestra que se puede ver hasta mediados de febrero y que es, «sin duda, el mejor exponente de lo que fue el pop español». 

En plena dictadura en España, comprometidos políticamente y muy críticos con los privilegios de alta sociedad del momento, Equipo Crónica usa la ironía y la travesura en sus obras, poniendo por ejemplo unos guantes de boxeo a una escultura del Conde Duque de Olivares. «Son unos gamberros con mucho humor y esa es su genialidad. Hacer arte con ironía no es tan fácil como se cree y, además, no siempre es entendido por el ciudadano de a pie. Dime, ¿cuántas veces hemos escuchado esa expresión de ‘esto también lo hace mi hijo’? Muchas, ¿verdad?», explica entre risas.

Bueno, el propio Osma se llevó a hombros un Espectador de espectadores de los Encuentros de Pamplona en 1972, lo metió en el coche y se fue a Bilbao. «Lo puse en el salón de mis padres, sentado en una silla y tapado con una mantita. Le apodamos Tío Félix. Al final se lo cambié a mi tío Willi porque las visitas se daban unos sustos tremendo, no podíamos convivir con él», concluye. Por lo que se ve, este galerista, como Equipo Crónica, también era un poco gamberro.

Equipo Crónica, un grupo de artistas irónicos y algo gamberros que firmaban de forma colectiva. ¿Quiénes eran?

Equipo Crónica es, sin duda, el mejor exponente de lo que fue el pop español. No sólo el más importante, sino también el mejor desde el punto vista de la capacidad de generar imágenes extraordinarias, muchas de ellas basadas en aspectos históricos.

Este equipo está compuesto por Rafael Solbes y Manolo Valdés, al principio estaba también Juan Antonio Toledo, pero deja el equipo muy pronto. Vienen del contexto de Estampa Popular, un movimiento de artistas cercanos al Partido Comunista de España (PCE), un partido que recordemos en este momento era ilegal, y que tiene la intención de democratizar el arte y acercarlo al pueblo.

Estampa Popular se desarrolla en varias ciudades, una de ellas Valencia, que es donde nace Equipo Crónica, los cuales se desligan del primer movimiento porque ven que no es tan sencillo eso de democratizar el arte. Por eso, ellos empiezan sus creaciones en 1964-65, haciendo en 1966 su primera exposición.

En el año 81 muere Rafael Solbes y Manolo Valdés sigue algunos años con la estética de Crónica para, finalmente, seguir con su camino y una brillante trayectoria.

Una cosa especial de Equipo Crónica es que tiene cobertura teórica y, además, está muy ligada a la política. ¿De qué forma influye esto en su obra?

Efectivamente. De hecho, uno de los grandes animadores de Estampa Popular es Tomás Llorens, éste junto a Valeriano Bozal, ambos muy comprometidos políticamente, van a ser los dos grandes exégetas del Equipo Crónica, aunque no influirán demasiado porque los artistas suelen ser personajes independientes que navegan según sus propias pulsiones e intereses temáticos y estéticos. Y aunque al principio hay mucha crítica política, también es cierto que evolucionan. Los primeros cuadros del 1966 son más políticos que los de los años 80.

Sin título, 1966. @EquipoCrónica

Crítica política en plena dictadura. Años 60. 

Sí, claro. Pero también es verdad que la dictadura, al igual que todo, también evoluciona. Franco muere el año 1975 y Equipo Crónica sigue haciendo esa crítica irónica de la sociedad, aunque se critica un poco más a los privilegiados de la sociedad y no tanto a la estructura política, o al menos no sólo la política.

En esta exposición hay una obra de 1966 que representa una mesa donde hay un grupo de poderosos del mundo mientras miran una pantalla donde se ve a dos soldados, probablemente no españoles; sino seguramente relacionado con la problemática de la Guerra de Vietnam, viva en aquellos años. Es una crítica a la guerra y al abuso de poder, un poder mal usado.

Ellos hacían una crítica en general a muchas cosas, por supuesto, dentro del contexto de lo que era la España de esos años. De todos modos, en ese momento estaban dándose cambios importantes en España, yo mismo los viví, siendo un país más aperturista y mirando a una nueva economía como el turismo.

Del año 1966 es la obra de La casa de Pilatos o Baile de debutantes, ese baile de la alta sociedad al que acudieron Grace y Rainiero de Mónaco o Jacqueline Kennedy en el palacio sevillano.

Claro, ese es el otro lado de la crítica. No hay crítica política, pero sí social. Crítica a esa clase alta que frivoliza con unos bailes estupendos, como fue el caso de este famoso baile de la Casa de Pilatos, el palacio de los Medinaceli en Sevilla. Es una obra mítica donde hubo una cobertura de la prensa rosa impresionante. De hecho, el cuadro está hecho a base de viñetas, igual que las fotos que ponen en las revistas en la parte de sociedad.

Vinieron una serie de personajes internacionales, curiosos y sorprendentes de ver en España en ese momento, aunque nuestro país era un lugar muy atrayente y pensemos, además, que en los años 60 se produjo el boom de la Costa del Sol, el nacimiento de Marbella con toda aquella jet set, etc. Y este baile a Equipo Crónica le pareció que era un tema maravilloso para ironizar y para criticar a esa alta sociedad que vivía tan alejada de muchos de los problemas reales que podía tener la gente normal.

La casa de Pilatos. @EquipoCrónica

Las referencias a los grandes maestros como Goya, Velázquez o Picasso son una constante también en sus obra, pero introduciendo esos toques traviesos como poner guantes de boxeo al Conde Duque de Olivares.

También tiene que ver con el germen de Estampa Popular, esa idea de popularizar el producto artístico. Ellos deciden revisitar la historia del arte español, por lo que tienen que pasar por figuras como Velázquez y Goya, que son los dos grandes genios del arte español, y lo hacen con ironía.

El Conde Duque de Olivares, que como dices aparece con unos guantes de boxeo, lo titulan El morrosko de Olivares. El Morrosko era un boxeador que fue muy famoso en su época, se llamaba Urtain y era una vasco tremendo, forzudo y enorme que luchó en los pesos pesados, sin demasiada fortuna, es verdad, pero que fue muy, muy popular en ese momento en España. Así que, bueno, convierten al Conde Duque de Olivares en un personaje del momento, acercando el arte a la gente y que ésta tuviera la posibilidad de reconocerlo.

Equipo Crónica era un grupo de gamberros con mucho humor, esa es su genialidad. Hacer arte donde se incorpora el humor y la ironía no es tan fácil como se cree y, además, no es algo que se vea demasiado en el S. XX, y no siempre fácil de entender para el ciudadano de a pie. Dime, ¿cuántas veces hemos escuchado esa expresión de ‘esto también lo hace mi hijo’? Muchas. Bueno, pues no, no lo hace su hijo porque resulta que lo ha hecho Picasso, que es un fenómeno y desgraciadamente su hijo pues no lo es, y no es tan fácil hacer lo que han hecho todos ellos.

Pintores en el andamio, 1974. @EquipoCrónica

Gamberras antes que Crónica en la vanguardia española podemos citar a Maruja Mallo.  Una mujer hipnótica.

Huy, mucho, sí. Maruja podía ser muy gamberra también, así es. Ella misma era un personaje muy curioso porque era como el Dr. Jekyll y Mister Hydee. En el lado público es traviesa y llamativa, le gustaba pintarse mucho y no paraba de hablar; mientras que para trabajar era como un monje franciscano, de un rigor increíble y eso muchas veces no se ha entendido bien. Era una mujer de una inteligencia sublime, porque Maruja tenía un éxito con la prensa impresionante.

Y eso que su producción es pequeña, aunque hay quienes creen todavía que están comprando obra de Mallo a buenos precios.

Sí, y ese asunto de las falsificaciones es un problemón. Maruja pinta muy poco, porque lo hace muy despacio. Medita mucho lo que va a pintar, no es uno de esos artistas como Picasso, sobre todo el de los últimos 20 años, que se lanzan al lienzo y pintan directamente. No, Maruja, antes de llegar al lienzo, ha hecho bocetos y ha estudiado todo.

Aquí tenemos una artista con un aporte teórico muy importante, ella leía muchísimo y hacía muchísimas notas. Tenía todo lleno de cuadernos con elucubraciones teóricas que salían de libros y de su propia cabeza. Desde el punto de vista formalista, hace una pintura muy capa por capa y muy muy bien realizada. Y eso, gracias a Dios, ya no es tan fácil de imitar. Así que los cuadros falsos que hay son muy malos y bastante fáciles de captar.

Y luego Maruja documentó mucho su obra. Cuando hicimos el catálogo razonado partimos del propio archivo de la artista. Tenía fotos de cuadros que no sabemos dónde están o que se han destruido que, sin embargo, sabemos que existían. Eso nos facilitó el trabajo.

Ahora hay obra de Maruja Mallo en la exposición Maestras del Museo Thyssen: La Verbena. 

Sí, maravillosa. La exposición del Thyssen acaba con dos verbenas extraordinarias de Maruja, es el final de la muestra y es… es un final apoteósico. ¡Es casi lo mejor de la exposición!

Morrosko de Olivares @EquipoCrónica

Da subidón entrar en esa pequeña sala de cierre en el Thyssen y ver esas dos obras. 

Da alegría, sin duda. Son realmente dos cuadros muy complejos y con una gran cantidad de personajes, espacios donde pasan muchas cosas. Es una obra compleja y en ese momento tenía 25 o 26 años, era muy joven y estaba haciendo cuadros de una madurez increíble. Maruja Mallo es la gran artista del S. XX, al menos para mí.

Ella es fascinante, sí.

Es fantástica y, la verdad, seguimos sin darle su espacio. El problema es que de Maruja hay poca obra para hacer cosas, pero creo que lo que hay que hacer es algo fuera de España. Nosotros hicimos una pequeña exposición en Nueva York hace años y salió dos veces en The New York Times. ¡Y eso es algo que ha pasado muy pocas veces! Pocas cuestiones salen dos veces en en cabeceras tan potentes, quitando a Picasso, Miró o Dalí. Y es que la gente estaba absolutamente fascinada con Maruja… Pero la difusión de la obra de Mallo, como de otros artistas españoles, es algo que debe hacer un museo como el Reina Sofía, sacar el arte español fuera de España. Es algo que siempre le hemos dicho, porque el arte español fuera que se conoce muy mal.

Bueno, ahora ha cambiado de director quizá la cosa cambie. 

Pues esperemos que sí, que hagan esa labor porque creo que es un deber y algo que tenemos pendiente.

Retratro alegórico de una señorita de vanguardia, 1980-1981 @EquipoCrónica

Eso y fomentar el coleccionismo para que la obras se queden en España.

Es que este asunto da para otra charla enorme porque el coleccionismo en España está dejado de la mano de Dios. Es decir, de la Administración. No hay país donde haya más trabas y dificultades que aquí para generar coleccionismo privado, cuando gran parte de éste siempre acaba en manos públicas. Y es algo que siempre ha sido así.

Aquí seguimos sin Ley de Mecenazgo, tenemos la tasa de importación más alta de todos los países de la Unión Europea (UE), hay tasas a la exportación de obras de arte, que es una locura, etc. Si le vendo una obra al MOMA, por ponerte un ejemplo, resulta que tengo que pagar un impuesto en lugar de tener una medalla por promover el arte español y darlo a conocer. La verdad, la Administración con su regulación no es consciente del daño que está haciendo.

Es que se siguen donando obras a museos, a pesar de que hay muy pocos alicientes para hacerlo. Y eso que no tenemos Ley de Mecenazgo… Es una pena porque, por ejemplo, el Impuesto de Patrimonio en las comunidades de Madrid y Andalucía es un desastre para el coleccionista, lo estamos notando muchísimo. En Francia, donde este impuesto estuvo activo muchos años, desde el primer momento las obras de arte estuvieron exentas. Es que aquí somos unos zotes, tenemos una legislación irracional y es terrible porque el patrimonio nacional va a menos y eso es muy malo para el país.

Para cerrar con Equipo Crónica, en el catálogo hablas de Guillermo Wakonigg, el peculiar empresario de Gastón y Daniela, una tienda de telas súper conocida, que estaba relacionado con este grupo valenciano.

Mi tío Guillermo Wakonigg fue un personaje extraordinario, no sólo para los que tuvimos la suerte de conocerlo y tratarlo, como fue mi caso, sino también para el arte español y la cultura española. Tras la guerra, con un grupo de amigos, abre en Bilbao la Galería Studio e hizo cosas extraordinarias. La primera exposición que hacen es a Jorge Oteiza cuando regresa a España en 1948 y organiza la primera o la segunda exposición que se hace de Picasso en la posguerra española. Tuvieron una actividad extraordinaria en un contexto de gran pobreza, estábamos en posguerra, pensemos que en España aún tenía racionamiento, creo que hubo cartillas de racionamiento hasta 1953. Es decir, era un país que vivía casi en autarquía y en Studio hubo un momento en el que, tras no sé cuántas derramas, comprendieron que ya no podían seguir con la galería. Él tampoco tenía grandes medios económicos y menos en ese momento, así que cerraron en 1953.

Pero él estaba muy ligado al arte y siempre fue así. En 1955 se incorpora de manera plena a Gastón y Daniela, que era de sus abuelos y mis bisabuelos, Gastón y Daniela Bolívar, y va a ser un poco el gran hombre de empresa que expande la compañía y abre en Madrid, Barcelona, Valencia, Mallorca, etc. En el año 55 convoca un concurso para jóvenes pintores para que hagan bocetos para telas y se presentan nombres como Millares, Feito, Canogar o César Manrique, entre otros. Gente del arte muy fuerte que tenía veintitantos años y con ellos hace cosas maravillosas que están en la colección de la empresa.

Aquellos dibujos se estampaban en las telas, dejando ver que era un hombre de gran modernidad y con una gran visión, siempre a su forma y nunca siguiendo las modas. La única moda que seguía era su criterio.

¿Cómo conoce a Equipo Crónica?

A él le gustaba mucho el mundo levantino y viajaba mucho allí, siempre en un Land Rover lleno de trastos, así lo recuerda siempre Manolo Valdés. En 1967 se hace un exposición de Crónica en Valencia y mi tío Willi termina fascinado. Les anima a hacer esculturas inspirándose en el mundo de las Fallas y también les encarga dibujos para telas, algunas de las cuales hemos podido recuperar, como Las Meninas estampadas en pañuelos de gasa.

Espectadores de Equipo Crónica entre el público durante los Encuentros de Pamplona, 1972. @Catálogo

Cuentas que te llevas una de las esculturas de Crónica, un espectador, que hay uno en esta exposición de tu visita a Pamplona y al final se lo cambias a Willi Wakonigg por otra obra de Art Nouveau. Dices que salió ganando, ¿por qué se la cambias?

(Reímos) Este espectador acaba en mis manos porque vamos a los Encuentros de Pamplona en 1972. Una vez allí intentamos ir a todos los eventos que había y a uno de ellos llegamos prontísimo; pero para nuestra sorpresa vimos que todo estaba medio lleno, pero ¡no de gente, sino de estos espectadores de Equipo Crónica! Algo que nosotros no habíamos visto nunca, jamás. Era como un happening del evento, nos quedamos alucinados y nos parecieron maravillosos, así que con la osadía de 18 años cada uno de nosotros, que éramos amigos, nos llevamos un espectador a hombros y nos dejaron salir sin problemas, creo que el portero estaba alucinado y no supo qué decir.

Los metimos en el coche de mi primo, que nos había llevado a Pamplona, y al día siguiente le llamó la policía diciendo: ‘Oiga, que aquí hay unos seres muy extraños en su coche. Cuéntenos qué es esto’.

¿De verdad? No puede ser.

Sí, sí,  les explicamos y no hubo ningún problema. Nos fuimos con los espectadores a Bilbao y ya está. Mi espectador acabó en el salón de mis padres, nosotros éramos siete hermanos y yo compartía habitación, no lo iba a poner en mi cama. Pero es que, además, en el salón de mis padres generaba unos sustos tremendos porque la gente daba la luz y se encontraba este personaje siniestro, al cual le habíamos puesto incluso una mantita y nombre, le llamábamos Tío Félix. En fin, que el happening de Crónica siguió muchos años más y fue muy divertido.

Al final se lo cambié a mi tío Willi porque las visitas que llegaban a mi casa al verlo daban unos gritos tremendos cuando lo veían. Tío Félix era parte de la familia, pero era complicado convivir con él. Entonces, me quedé con la obra de 1900 que aún conservo, aunque, por desgracia, no tengo el espectador de Crónica.

¿Tío Félix aún vive?

Sí, vive. Y tiene ya 50 años. Impresionante.

@MaríaVillardón

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