Guillermo de Osma recibe a la artista Isabel Baquedano, “la pintora de los pintores”

  • María Villardón
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Isabel Baquedano (Mendavia, Navarra, 1929 – Madrid, 2018) es una artista española deslumbrante aún por descubrir por el gran público y en ello trabajan los grandes admiradores de su obra como Guillermo de Osma. El galerista del espacio homónimo ubicado en el centro de Madrid (Claudio Coello, 4) que ha organizado una muestra sobre la artista navarra bajo el nombre de Isabel Baquedano, del color del ensueño.

Isabel Baquedano
Isabel Baquedano

Es una exposición muy cuidada con montaje, además, de Ángel Bados, escultor y amigo íntimo de Baquedano. Un hecho lejos de lo baladí, ya que esa unión humana entre ambos, entre Bados y Baquedano –pareciendo que las dos ‘bes’ de sus apellidos estaban destinadas a entrelazarse–, hace aún más especial esta pequeña, pero potentísima, reunión de obras de Baquedano donde se ven escenas tanto religiosas como cotidianas, todas ellas dominadas completamente por el uso tan personal que la artista hace del color.

Isabel Baquedano
Acróbatas con mazas, 2002. Acrílico sobre lienzo.
Isabel Baquedano
Composición, 2003. Acrílico sobre lienzo.

Hace apenas unos años, en 2019, el Museo de Bellas Artes de Bilbao dedicó una gran exposición monográfica –De la belleza y lo sagrado– a Isabel Baquedano, algo que no ocurría en décadas. Gracias a ella, muchas personas –como Guillermo de Osma– conocieron un poco más la obra de la artista y exclamaron: “Pero, ¡dónde estaba escondida Isabel Baquedano!”. De Osma reconoce que aquella muestra bilbaína fue una “auténtica revelación, una cosa tremenda”.

Isabel Baquedano
Foto: María Villardón
Isabel Baquedano
Foto: María Villardón
Isabel Baquedano
Joven con diábolo, c. 2003-05 Óleo sobre lienzo.
Isabel Baquedano
Ejercicio con mono, 2003 Acrílico sobre lienzo.

Pintaba como vivía

“Baquedano deslumbra porque te produce sorpresa, casi no se ha visto nada de ella. Era, además, una mujer secreta, bastante escondida, muy amiga de sus amigos y una pintora de pintores, no hablamos de una pintora de público”, señala. “Hace poco vino un amigo coleccionista a ver los cuadros de Baquedano y se quedó fascinado. Me preguntó por el desarrollo de su obra y le expliqué que era muy difícil de ordenar porque en su pintura hay muchos saltos en el tiempo, a veces volvía sobre la misma obra en varias ocasiones o dibuja y trabaja en cosas muy distintas a la vez”, detalla.

Isabel Baquedano
Foto: María Villardón
Isabel Baquedano
Interior con dos figuras, perro y perchero, c. 2000. Acrílico sobre tela.
Isabel Baquedano
Foto: María Villardón
Isabel Baquedano
Melón partido pintado al natural, c. 2012 Acrílico sobre lienzo.
Isabel Baquedano
Bodegón de Mendavia, 1984 Óleo sobre táblex.

“Lo que sí podemos afirmar”, comenta De Osma, “es que en su obra se refleja mucho lo que le pasaba en la vida. Si observamos esta obra –señala el cuadro Pareja con perro– vemos que su pintura cambia porque es un momento en el que rompe una relación con una persona muy importante en su vida y pasa de hacer cuadros mucho más pictóricos, como Apolo en Corinto, donde ni el color ni las figuras son tan esquemáticas como si ocurre después. Aunque luego vuelve a lo anterior”, aclara.

Isabel Baquedano
Foto: María Villardón
Isabel Baquedano
Jugador de rugby, finales déc. de 1960. Óleo sobre lienzo.
Isabel Baquedano
El sueño de Jacob. Acrílico sobre lienzo

Por todo ello, es tan complicada la labor de poner a esta pintora navarra dentro de un movimiento artístico concreto, a pesar de ser contemporánea de los realistas españoles como Isabel Quintanilla o Antonio López, el cual es un súper admirador de su obra: “¡Cómo maneja la pintura! Cómo pinta es una cosa seria. Cómo pone el color, cómo acaba, cómo desacaba. Está inventando su pintura. Ni ella misma cuando empieza un cuadro sabe por dónde tiene que caminar, pero resulta que ya está en ese espacio. Todos los cuadros son realmente sorprendentes”.

Isabel Baquedano
Composición, 2005. Acrílico sobre lienzo.
Isabel Baquedano
Composición, déc. de 1980. Acrílico y carbón sobre lienzo.

“Es decir”, señala De Osma, “aunque suene mal decirlo, Isabel Baquedano pintaba como le daba la gana. O como dice su amigo Bados, pintaba como vivía. Y, además, usaba el color a su antojo, no se correspondía con la realidad. Y eso, eso también es un rasgo muy especial de la artista, ya que su obra tiene muchos matices como vemos en algunos de sus bodegones de frutas. Los cuales, como ella misma contaba, eran un descanso de los avatares de la pintura”.

Isabel Baquedano
Composición, 2004. Óleo sobre lienzo.
Isabel Baquedano
Acróbatas, 2005. Acrílico sobre lienzo.

El papel del galerista

Isabel Baquedano, del color del ensueño, detalla De Osma, nace año y medio más tarde de la monográfica en Bilbao. “Se acercó a mí Bados para proponerme traer la obra de Isabel a Madrid y accedí de inmediato. Además, hace muchos años que su pintura se veía aquí, creo que la última exposición la hizo Manolo Cuevas en la Galería Estampa. Ella y la forma tan pudorosa con la que guardaba su obra tampoco debían de ayudar mucho en la difusión de su pintura”, relata.

Isabel Baquedano
Autorretrato, déc. de 1980. Carboncillo y óleo sobre lienzo
Isabel Baquedano
Despedida, 1976. Colección Mercedes Navarro Latorre

Y así era, los que conocían a Isabel Baquedano cuentan que poco o nada le importaba lo que sucedía más allá de las paredes de su taller porque a ella lo que le interesaba no era la fama, el reconocimiento o las ventas, sino sencillamente la pintura. “Esta actitud es encomiable porque es una artista que mantiene su pureza (entre comillas) y que no quiere verse influido por los avatares del mercado. Muchos artistas saben qué es lo que gusta al mercado y lo sobreexplotan; pero no era este el caso de Isabel. Ella era muy discreta, le importaba la pintura, lo que pasara después con ella le importaba mucho menos. Diría que ni se lo planteaba”, añade el galerista.

Isabel Baquedano
Anunciación, 1995. Colección particular
Isabel Baquedano
Frutero, déc. de 1990. Óleo sobre táblex

Defiende De Osma en este punto, la labor que hacen los galeristas con los artistas. No sólo desde el punto de vista del mercado, sino también de dar el lugar merecido a pintoras como Isabel Baquedano que, a pesar de su calidad pictórica, no son tan conocidas, a pesar de ser “una de las mejores artistas de su generación”.

Isabel Baquedano
Composición, déc. de 1980. Acrílico y carbón sobre lienzo.

Isabel Baquedano, del color del ensueño
Hasta el 14 de julio de 2023
Galería Guillermo de Osma (Claudio Coello, 4. Madrid)