Llevan 27 años esperando, pero Guinea está a punto de explotar uno de los mayores depósitos de hierro del mundo
Durante más de un cuarto de siglo, Guinea ha perseguido la ambiciosa meta de poner en marcha la extracción del mineral que yace bajo las montañas de Simandou. Con reservas estimadas en 2.800 millones de toneladas, se trata de uno de los depósitos de hierro más codiciados del mundo, tanto por su calidad como por su extensión.
Ahora, tras años de bloqueos políticos y judiciales, el proyecto parece haber encontrado una ruta concreta hacia su desarrollo. Impulsado por una inversión cercana a los 20.000 millones de dólares, el complejo minero y logístico pretende situar a Guinea entre los grandes exportadores mundiales de mineral de hierro, un recurso esencial para la industria siderúrgica global.
Guinea y la historia detrás de uno de los mayores depósitos de hierro del mundo
El yacimiento de Simandou fue identificado en la década de 1950, pero su explotación industrial nunca llegó a concretarse. Recién en 1997, la multinacional Rio Tinto obtuvo las primeras licencias de exploración.
Desde entonces el proyecto atravesó una serie de obstáculos: golpes de Estado, litigios por la propiedad de los derechos mineros, y acusaciones de sobornos que salpicaron a empresas extranjeras.
La situación cambió en 2021, tras la llegada al poder del general Mamadi Doumbouya, quien prometió reactivar el proyecto y asegurar que los beneficios alcanzasen al conjunto del país.
Desde entonces, la junta militar ha tratado de acelerar los acuerdos con los consorcios implicados: SimFer, propiedad de Rio Tinto y del gigante chino Chinalco, y Winning Consortium Simandou (WCS), formado por capital chino y singapurense.
A cambio de autorizar la reanudación de las obras, el Gobierno obtuvo una participación gratuita del 15% en la empresa encargada de las infraestructuras, La Compagnie du TransGuinéen.
Con ello se desbloqueó la construcción de una línea ferroviaria de más de 650 kilómetros que conectará las minas del interior con el puerto de Matakong, en el Atlántico.
Una infraestructura de escala continental: los proyectos involucrados en Simandou
El proyecto de Simandou no se limita a la extracción del mineral. Incluye también la construcción de carreteras, tres puertos de aguas profundas y una red ferroviaria destinada al transporte del hierro hacia la costa. La magnitud de las obras lo convierte en uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos de África.
Según las previsiones oficiales, la primera fase de producción podría arrancar antes de que termine 2025, aunque especialistas del sector estiman que el proceso de extracción y exportación a gran escala no será pleno hasta 2028.
La mina de SimFer, ubicada en el extremo sur de la cordillera, concentra actualmente a miles de trabajadores que operan día y noche en condiciones complejas. Excavadoras, camiones y cintas transportadoras conforman un paisaje dominado por el ruido de la maquinaria y el movimiento constante de toneladas de roca.
Se calcula que, una vez a pleno rendimiento, el yacimiento permitirá una producción anual de 60 millones de toneladas de mineral de hierro.
El impacto ambiental y las tensiones detrás de uno de los mayores depósitos de hierro del mundo
El desarrollo de Simandou no está exento de conflictos. Diversas organizaciones, como Advocates for Community Alternatives (ACA), han denunciado la contaminación de suelos y ríos cercanos a las zonas de extracción. Los análisis apuntan a un incremento de la sedimentación en los cursos de agua, producto de las excavaciones y la deforestación.
Desde SimFer aseguran que se están instalando sistemas de contención y que parte de las operaciones se trasladaron al flanco este de la montaña para preservar hábitats de chimpancés en peligro crítico.
La empresa también afirma haber creado un banco de semillas de flora local para replantar las zonas afectadas y haber iniciado programas de formación técnica para jóvenes guineanos. Sin embargo, la tensión social es evidente. En los pueblos cercanos al proyecto, como Beyla o Touguiyiré, los habitantes denuncian pérdida de tierras agrícolas y disminución de la pesca.
Algunos sectores de la sociedad civil critican la falta de transparencia en los contratos y en el reparto de los beneficios. «No sabemos cuánto ganará realmente el país», declaró el periodista y activista Mamoudou Diallo en medios locales.
Un horizonte económico incierto para Guinea
Las autoridades guineanas confían en que el desarrollo de los depósitos de hierro de Simandou marque un antes y un después para la economía nacional.
Y es que la minería ya representa el 90% de las exportaciones del país, centradas hasta ahora en la bauxita, pero la explotación de hierro podría diversificar los ingresos y financiar nuevas infraestructuras y programas educativos.
El primer ministro, Amadou Oury Bah, confesó a la agencia AFP que la línea ferroviaria y las obras asociadas «abrirán regiones enteras a la agricultura y al comercio», lo que permitiría dinamizar zonas rurales tradicionalmente aisladas.
Sin embargo, expertos del Observatorio Guineano de Minas y Metales advierten que la rentabilidad del proyecto dependerá de factores externos, como el precio internacional del hierro o la demanda china de acero.
Por último, recuerdan que otros proyectos mineros guineanos generaron grandes expectativas sin que la población local percibiera mejoras sustanciales en sus condiciones de vida.