Catástrofes naturales

Los científicos alertan por el riesgo de megatsunami en este país: la probabilidad es del 15% hasta el año 2075

Megatsunami
Ilustración de un tsunami azotando a Seattle. Foto: ilustración propia.

Diversas investigaciones geológicas coincidieron en los últimos años en señalar una región del Pacífico norte como foco de preocupación por su potencial destructivo. Los escenarios modelizados por los especialistas contemplan no la llegada de un tsunami, sino de un megatsunami, un tipo de ola oceánica que puede avanzar decenas de kilómetros tierra adentro.

Este tipo de eventos, aunque infrecuente, es capaz de alterar ecosistemas enteros, destruir infraestructuras y generar desplazamientos de población. Los investigadores advierten que incluso las medidas de prevención actuales podrían ser insuficientes.

¿En qué parte del mundo tendría lugar este alarmante megatsunami?

El megatsunami tendría lugar en una gran parte de los litorales de Estados Unidos y una porción de Canadá. La zona señalada por los científicos se conoce como la falla de subducción de Cascadia, una fractura tectónica de más de 1.000 kilómetros de longitud situada frente a la costa noroeste de América del Norte.

Esta se extiende desde el norte del estado de California hasta la región canadiense de Columbia Británica. Forma parte del ‘Anillo de Fuego’ del Pacífico, una zona caracterizada por una intensa actividad sísmica y volcánica.

Los datos publicados en la revista ‘Science Advances’ señalan que existe una probabilidad del 15% de que ocurra un terremoto de magnitud 9 o superior en esta falla durante los próximos 50 años. El fenómeno, según los cálculos realizados, podría alcanzar alturas superiores a los 30 metros.

¿Cuáles serían las zonas más afectadas por este megatsunami?

Las áreas más expuestas ante un evento de estas características incluyen:

  • Norte de California.
  • Norte de Oregón.
  • Sur del estado de Washington.

Estas regiones concentran poblaciones situadas en llanuras bajas cercanas al nivel del mar, lo que aumenta su vulnerabilidad. Algunas ciudades cuentan con planes de evacuación y sistemas de alerta sísmica, pero los expertos consideran que podrían ser insuficientes en caso de que la falla se active en toda su extensión.

Los efectos esperados no se limitarían a la primera ola. Gran parte del litoral podría sufrir un hundimiento de hasta dos metros, lo que dejaría zonas habitadas más expuestas a futuras inundaciones.

Según la geocientífica Tina Dura, «el impacto no terminará con el tsunami, sino que se mantendrá durante décadas debido a los cambios en el perfil costero y al aumento del nivel del mar».

Efectos a largo plazo de este megatsunami

Además del riesgo humano, los especialistas alertan sobre las consecuencias ambientales y económicas que podrían derivarse del evento.

Las tierras bajas utilizadas actualmente para actividades agrícolas y ganaderas serían inutilizadas por la intrusión de agua salada. Esto afectaría tanto la producción como la calidad del suelo a largo plazo.

Asimismo, los ecosistemas costeros que hoy actúan como barrera frente a tormentas y marejadas podrían desaparecer. El proceso de recuperación ambiental sería lento y en muchos casos irreversibles, según los modelos simulados. El desplazamiento de comunidades enteras también se ve limitado por la geografía del terreno y el desarrollo urbano actual.

¿Cuáles son las probabilidades de que este tsunami realmente ocurra y quiénes no están preparados?

Las proyecciones más recientes, elaboradas mediante simulaciones sísmicas avanzadas, indican que la probabilidad de que ocurra un terremoto de magnitud 8,2 o superior en la región es del 37% en los próximos 50 años. Para un evento mayor, que comprometa toda la falla de Cascadia, se calcula entre 10% y 15%.

A pesar de los antecedentes históricos y los datos científicos acumulados, varias ciudades cercanas a la zona de riesgo, como Seattle, Portland y Vancouver, no cuentan con infraestructura capaz de resistir un terremoto de gran magnitud.

Edificios antiguos, puentes y redes de servicios básicos no están adaptados para afrontar un fenómeno de esta escala.

El último gran terremoto registrado en esta región tuvo lugar el 26 de enero de 1700, y provocó un tsunami que llegó hasta la costa de Japón.

La falta de actividad desde entonces no elimina el riesgo. Por el contrario, los expertos indican que la falla de Cascadia sigue acumulando energía, lo que incrementa la posibilidad de una liberación repentina.

Los científicos sugieren actualizar mapas de riesgo, reforzar los códigos de edificación y mejorar la educación pública en prevención de desastres. El estudio también recomienda evaluar nuevas zonas de asentamiento urbano en función del riesgo geológico.

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