EL CUADERNO DE PEDRO PAN

Toca poner a caminar la capitalidad cultural del Mediterráneo, proyecto estrella del PP de Palma

La victoria del centroderecha en Cort lleva a concluir que el proyecto de Jaime Martínez caminará con paso firme

Convertir Palma en la capital cultural del Mediterráneo

El PP promete convertir el abandonado edificio de Gesa en un Museo de Arte Moderno y Contemporáneo

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Óscar Fidalgo, Jaime Martínez y Javier Bonet, en el Castillo de Bellver.

La victoria del centroderecha en las elecciones al Ayuntamiento de Palma, y con la posibilidad cierta de que Jaime Martínez (PP) sea el alcalde, lleva a concluir que el proyecto estrella del candidato, esa capitalidad cultural del Mediterráneo, caminará con paso firme hasta convertirse en una realidad.
No es menos cierto, que la importante herencia cultural de los años 80 se la cargó sin contemplaciones el alcalde Joan Fageda, también del PP, pudiera ser que en un desafortunado intento de desmarcarse. Bien cierto es que su primer regidor de Cultura, que en paz descanse, en conversación distendida con los medios soltó aquello de: «¿Cuánto tiempo tarda un negro en sacar la basura?». Fue un desafortunado acudit, aunque sin duda era lo que se suele decir un buen hombre. Solo que un poquito bastante torpe.

De aquello han pasado a fecha de hoy 32 años y entre medias la debacle de proyectos como El Mundo Sinfónico, la Gran Temporada de Ballet, las Serenates d’estiu, contando asimismo la suspensión que hizo Joan Fageda de los festivales internacionales de Teatro y de Jazz. Bien cierto es que una capitalidad cultural no solamente se construye a partir de estas citas si bien son parte consustancial. Lo que debería saber Jaime Martínez es que hubo un pasado prometedor enterrado por su propio partido, por el hecho de que construyó aquella odisea un consistorio gobernado por socialdemócratas.
Lo que nos lleva a una primera idea central: la capitalidad cultural solo será posible entendiéndola como una cuestión transversal, de estado.

En declaraciones durante la campaña, Jaime Martínez dijo que no llevaba reloj, que su coche era eléctrico y que coleccionaba arte. Sabemos que es un arquitecto con estudio conocido en Palma, por cierto una garantía para enderezar ese Plan General de Ordenación Urbana que la meliflua Truyol dejó inacabado por incompetente. Me niego a pensar que Martínez sueñe con hacer de Palma capital cultural con el único propósito de transformar el edificio de GESA en Museo de Arte Moderno y Contemporáneo, hecho lo cual cantar o contar eso de misión cumplida como buen coleccionista.

Hay indicios en todo caso que la cosa no acabará ahí; sin ir más lejos aquel propósito de aprobar un IBI cultural, algo que Mateu Isern no fue capaz de llevar a cabo y que en primera instancia va a beneficiar al Auditórium de Palma, injustamente tratado en términos de IBI como gran superficie en la primera línea. ¡Menudo disparate! La idea es que cualquier edificio o local dedicado a actividad cultural resulte beneficiado por la rebaja del IBI. Una excelente noticia porque rebaja la tensión impositiva en cualquier actividad que esté comprometida con hacer de Palma un referente cultural.

Hay más. La candidata del PP Marga Prohens, que puede ser la próxima en llegar a la presidencia del Govern, se comprometió en campaña a la apuesta por mejorar la situación aprobando dos leyes trascendentales. Una ley para la música, en definitiva las artes escénicas, y la otra centrada en la industria cultual. ¿Ha hecho algo parecido el Pacte de Pogrés?

Gabriel Quetglas, cuando era conocido como Gabi Morgue (por el fanzine) y volcado entonces en la edición y distribución del Youthing, me dijo en una ocasión que Mallorca era la isla con mayor actividad del Mediterráneo en materia cultural. Una afirmación, que viniendo de un observador sagaz como él, adquiere una relevancia incontestable. Ahora mismo, su actividad se centra en la Celda Chopin de La Cartoixa de Valldemossa, en especial el Festival Pianino, que ha encontrado en su piano de cola Pleyel de 1851 un instrumento único e irrepetible que nos regresa a la sonoridad del XIX.

Eso le convierte en un innovador, como en su día lo fue Marcos Ferragut al soñar un Auditórium de amplia proyección y lo hizo realidad en 1969. Son los innovadores los valores a cuidar si en realidad queremos transformar la ciudad en capital cultural del Mediterráneo. Porque los innovadores son el espejo en el que mirarse una ciudadanía que tiene aspiraciones.

De momento tenemos que el centroderecha ha ganado las elecciones y son o serán sus pasos un paseo liberado de las cortapisas de un radicalismo que no ha entendido absolutamente nada más allá de su ideología castrante. Ha llegado la hora de devolverle a Palma su dignidad; una responsabilidad, en manos de políticos que tienen las manos libres para soñar el futuro. Puede que un primer gesto sea aprobar de una vez por todas la fachada del Hotel Artmadams, esa que a diario detiene al viajero sorprendido y la fotografía, como ocurre con los edificios singulares de las capitales de Europa.

Ser capital cultural es la suma de múltiples detalles que la hacen única. Es un viento suave que recorre el día a día en busca de la admiración, de saber que el momento es único y nos acompaña. Confiemos en que Martínez sea consciente de ello y que sepa dar los pasos adecuados para despertar deseos que deben ser compartidos por el conjunto de la ciudadanía y sus visitantes.

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