EL CUADERNO DE PEDRO PAN

Patético ‘Rural Lives Matter’ en el umbral del 31 Jazz Sa Pobla

Tres décadas de trayectoria del Jazz Sa Pobla no merecen esta afrenta o lo que es lo mismo, "vergüenza y deshonor"

jazz Sa Pobla
Imagen del polémico cartel de la 31 edición del Sa Pobla Jazz.

Los idiotas abundan cuando menos te lo esperas en ambientes que parecían a salvo, pongamos por caso el Sa Pobla Jazz, que nació allá por el 1995 con la sana intención de acercar el jazz al corazón de Mallorca. Una iniciativa a cuenta de un puñado de jóvenes enamorados del género y aparentemente de principios no intoxicados por la corrección política, que es todo menos eso. 

Debo reconocer que no he frecuentado las propuestas de Sa Pobla Jazz pero siempre he tenido a sus promotores en absoluta estima. Coincidimos poco y   cuando sucede, presiento que allí permanece la buena química, que siempre hubo entre nosotros. No sé si alguna vez lo he dejado por escrito, pero algo hay de paralelismo entre la muestra poblense y el histórico Festival de Jazz de Palma que reinó, indiscutible, en la década de los años 80 del siglo XX.

Lo providencial del Festival Internacional de Jazz de Palma es que vino a coincidir con un momento de apuesta por la cultura, los ayuntamientos que surgieron en las primeras elecciones en democracia el año 1979, la mayoría de ellos regidos por los socialistas. Eso nos permitió que a través de las 10 ediciones que tuvieron lugar, recalasen en Palma aquellas leyendas vivas en activo. El PP del alcalde Joan Fageda se lo cargó en 1992, aunque daba lo mismo, porque pocas leyendas quedaban todavía por desfilar. Estuvo mal, es cierto. Pero, apenas tres años después, un grupo de jóvenes aficionados de Sa Pobla apostaron fuerte por seguir hurgando en las fuentes del género.

Otro tanto ocurrió cuando aproximadamente en 2004 apareció en escena el Jazz Voyeur Festival en Palma y en esta ocasión con un promotor de larga experiencia en el Cono Sur, que decidió probar suerte en la isla. El legado, tanto de Sa Pobla como del Jazz Voyeur, siempre fue complementario; no así el reciente Palma Jazz o Jazz Palma, que no recuerdo cómo se conjuga en realidad, que no deja de ser un quiero y no puedo reincidente, cuando el Ayuntamiento de Palma –su precursor- habría estado más acertado en dar su apoyo a la propuesta de Roberto Menéndez, promotor del Jazz Voyeur, como el Ayuntamiento de Sa Pobla ha hecho con Sa Pobla Jazz.

Juntos, Sa Pobla Jazz y Jazz Voyeur Festival han mantenido viva la llama del buen aficionado procurando acercar a la isla la continuación decidida de las herencias del género. Ambos escenarios han vivido hitos agradecidos. 

Esto es precisamente lo que convierte en idiotas a quienes le han dado luz verde al cartel del 31 Sa Pobla Jazz. Algo que jamás se le habría ocurrido a Roberto Menéndez, más pendiente de los contenidos que de darle alas a los diseñadores de un cartel que respira gilipollez por los cuatro costados. Para empezar ridiculizando a la payesía y acto seguido convertido el trombón en arma arrojadiza. Parece ser que el cartel ha sido aprobado por concejales de Més per Mallorca, aunque alguien se lo habrá llevado. ¿Los promotores?

Para entendernos, un idiota es alguien corto de entendimiento y, asimismo, «alguien que carece de instrucción». La RAE. Por eso mismo los sinónimos hablan de estúpido, cretino, imbécil, engreído, merluzo, mentecato y así a no parar. ¿Quién de la organización recibió el cartel y le dio el visto bueno? ¿Alguno de aquellos jóvenes que estuvieron apostando por ello en 1995?

Parece ser que el cartel viene firmado por una pirada tal que llamada Lluïsa Febrer, toda ella obsesionada con quienes no piensen como ella y deudora del llamado con razón Taller Llunàtic, muy propio para una pirada, que por no ofenderla gratuitamente le recordaré que pirada va de loca o chiflada. La RAE. Mientras lunática es asunto de padecer locura, no continuada y sí por intervalos. De nuevo la RAE. Muy propio para diseñar carteles, que le puedan gustar tanto a Més camisetas verdes per Mallorca. Vaya tropa.

Me cuesta pensarlo. Creo en la integridad de todos ellos sin excepción y si me equivoco, pues me maquillaré como Pedro Sánchez y diré: “Lo siento”.

Tres décadas de trayectoria del Jazz Sa Pobla no merecen esta afrenta, o lo que es lo mismo, «vergüenza y deshonor». La RAE. Aunque ellos sabrán si en efecto están detrás de un cartel que retrata un odio inflamado. Sabíamos que Més per Mallorca estaba en esta deriva. ¿También Sa Pobla Jazz?

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