El Govern de Armengol abandona las zonas turísticas maduras tras una millonaria inversión hotelera
Pese a la lluvia de millones prometida estos siete años y los anuncios realizados las actuaciones han sido nulas
La pasividad en el diseño y gestión de los proyectos públicos a ejecutar pone en evidencia el desinterés del Ejecutivo
El Govern apoyará con fondos europeos la inversión hotelera que acarreará la nueva ley turística
El Govern balear presidido por la socialista Francina Armengol, es una maquinaria perfectamente engrasada para la propaganda, anuncios y publicidad de toda clase de proyectos que, a la hora de la verdad, se quedan en nada, como lo demuestra el hecho de que en estos siete años al frente del Ejecutivo, la inversión pública en la reconversión de las zonas turísticas maduras de Baleares ha sido nula, pese a la millonaria inversión de los hoteleros en la mejora de sus establecimientos.
Magaluf (250 millones sólo de Melia Hotels), Playa de Palma (se han reformado 60 hoteles y 28 han subido de categoría) o el Puerto de Alcudia (180 millones sólo de BlueBay Hotels en tres establecimientos) donde los hoteleros han hecho una millonaria inversión en la reforma de sus inmuebles para lograr el ansiado turismo de calidad que tanto reclama el Ejecutivo de Armengol, continúa siendo un erial de inversión pública pese a las promesas realizadas, sin ir más lejos, por la ministra de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno de España, Reyes Maroto.
En concreto, en octubre de 2020, en plena crisis económica derivada de la pandemia y con la principal industria de Baleares con el agua al cuello, Maroto anunciaba una inyección de 20 millones con el objetivo de abordar las consecuencias de la caída del turismo y, además, promover las grandes transformaciones pendientes del modelo turístico balear en su respectivo ámbito territorial para ahondar en su sostenibilidad.
Unos millones que pasaron de largo, y se quedaron en el anuncio: ni un solo euro para reconversión de esos destinos.
En 2016 el actual Govern aprobaba la ecotasa para grabar las estancias turísticas, cuyo destino iba a ir dirigido a la inversión pública para fines medio ambientales. Lleva recaudado más de 200 millones de euros, y ni uno solo ha ido a parar a la inversión pública en esos destinos turísticos de los que las arcas autonómicas ingresan pingües beneficios en materia de impuestos.
Y no será porque el sector turístico no lo haya solicitado. Los hoteleros de Playa de Palma, desde 2019, vienen exigiendo al alcalde socialista, José Hila, que la mitad de la recaudación que se obtiene en la zona con el impuesto de turismo sostenible, se invierta allí como sería de justicia para, entre otras cuestiones, ejecutar unas imprescindibles mejoras en los accesos de la autovía y la construcción de zonas peatonales, vías ciclistas o polideportivos, para que los 20.000 residentes en Playa de Palma y sus miles de turistas, puedan ir a practicar deporte.
También el Ejecutivo de Armengol proclamó a los siete vientos el aluvión de millones que iban a suponer los fondos europeos Next Generation para esos destinos turísticos abandonados por la inversión pública. A fecha de hoy, no se ha ejecutado ni el cambio de farolas prometido por el Ayuntamiento de Palma, para la primera línea de la Playa de Palma, y actualmente se mantienen, los monolitos de cemento con focos, para estupor de cualquier viandante.
Un paseo por las desoladas calles de segunda línea de la zona como la de Trasimé, Trencadors, Maria Antònia Salvià, Rafel Serra o Mateo Rotger lo dice todo: aceras de hace 30 años de apenas un metro de ancho y farolas de los años ochenta del pasado siglo.