Valla de Melilla

La Guardia Civil en precario en Melilla: Marlaska pone sólo a 30 agentes para 12 kilómetros de valla

Inmigrantes en la valla de Melilla. (Foto: EP)
Inmigrantes en la valla de Melilla. (Foto: EP)
David García de Lomana

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, tiene a una treintena de guardias civiles custodiando los 12 kilómetros de la valla de Melilla, lo que supone un solo agente por cada 400 metros de vallado. Además, «a veces» sólo es posible contar con «la mitad» de los efectivos, según denuncia Jucil. La precariedad sobre el perímetro fronterizo coincide con el aniversario del último asalto masivo: más de 2.000 inmigrantes ilegales trataron de sortear la valla, una tragedia que dejó al menos 25 víctimas -23 inmigrantes y dos gendarmes marroquíes-, según la versión oficial del país vecino. Las ONGs elevaron la cifra de fallecidos hasta los 37.

Así lo ha evidenciado esta semana el sindicato Jucil de la Guardia Civil en voz de su secretario general, Ernesto Vilariño, quien ha criticado que «un año después de la última invasión de la valla de Melilla por cerca de dos millares de inmigrantes subsaharianos, nada ha cambiado en la línea fronteriza entre el territorio español y Marruecos. Sólo una treintena de guardias civiles vigilan la valla» de la ciudad española con el país del Magreb.

En una rueda de prensa en su visita a la ciudad española del norte de África, el líder nacional de Jucil ha asegurado que la situación en Melilla sigue «igual». «Da la impresión de que el desastre humanitario provocado por el último salto multitudinario a la valla del 2 de marzo del año pasado apenas ha removido conciencias políticas en nuestros gobernantes, ni por los fallecidos que hubo en el lado marroquí de la frontera ni por los guardias civiles heridos por intentar el control de la violencia desplegada por quienes lograron cruzar la valla y entraron sin permiso en España», ha denunciado el representante de la asociación profesional.

Según Vilariño, la vigilancia de la valla de Melilla sigue a cargo de los guardias civiles del Servicio de Seguridad Ciudadana, integrado por unos 150 componentes, aunque es «un número virtual» porque «la realidad es bien distinta». «Esa cifra está formada por cinco turnos de treinta integrantes cada uno, los necesarios para cubrir los descansos, las vacaciones o los permisos extraordinarios. Pero lo que no se cubre son los casos de destinos que en realidad están comisionados en otros puestos, en ocasiones desde hace años», ha subrayado.

El dirigente nacional de Jucil ha aseverado que «difícilmente se cumple esa cifra de 30 integrantes por turno porque en la mayor parte de las ocasiones hay tres o cuatro patrullas, y a veces sólo la mitad».

Tras reunirse con los asociados de Jucil en la ciudad autónoma, Vilariño ha indicado que «si se repitieran los acontecimientos vividos hace un año, menos de 30 guardias civiles, y quizá alguno más con los ocho miembros de Grupos Rurales de Seguridad que existen por turno, serían la última barrera que defiende la frontera sur de Europa de las invasiones de inmigrantes».

Plantilla escasa y sin medios

«Las unidades de Seguridad Ciudadana ni cuentan con el material adecuado ni con suficientes elementos humanos para contener avalanchas como la que se les vino encima el año pasado», ha remarcado por su parte el secretario de Comunicación de Jucil, Agustín Leal.

«Además de estrecheces de personal, los encargados de la vigilancia de la valla cuentan con una dotación escasa, cuando no inexistente, de medios de protección. Aún utilizan cascos que se han demostrado de escasa capacidad de resistencia y los 150 que han llegado nuevos se reservan para las unidades GRS, pero tienen que compartirlos», ha apuntado el responsable de Comunicación de Jucil.

A lo anterior, ha añadido Leal, se une que los escudos de que disponen «están muy deteriorados y las máscaras antigás no son las adecuadas y resultan muy incómodas de utilizar». Por ello, ha asegurado que «enfrentarse a una masa de cientos de personas desesperadas por entrar, que vienen con garfios afilados, con piezas metálicas en su calzado para superar la valla y que no dudan en utilizar contra los guardias civiles es una de las tareas que más heridos ha provocado sin que parezca existir interés desde nuestros gobernantes en que cambie esta situación».

Incertidumbre sobre su futuro

Jucil entiende que debe aclararse con rapidez cuál será el futuro de estos guardias civiles que se ocupan de la vigilancia de la valla y que, según lo previsto, pasarán a una nueva compañía del servicio Fiscal y de Fronteras. «Pero queremos que estos compañeros, algunos con muchos años de servicio y su vida afincada en Melilla, tengan prioridad para formar parte de este servicio, sea cual sea la fórmula que se utilice por parte de la administración», ha añadido Vilariño.

Los representantes de Jucil han precisado que en la actualidad, con un único paso abierto entre España y Marruecos a través de Melilla, «la situación en la aduana es tranquila, aunque exija cerca de dos horas de espera» a quienes desean cruzar de un país al otro.

«Las dificultades empezarán si con el mismo personal se abre también el paso de Farhana y quizá el del Barrio Chino, porque se produciría una grave falta de personal para atender los cruces de una manera segura», ha concluido Vilariño.

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