“El Acueducto de Segovia es un enfermo crónico”
Hablar de Segovia es hablar de su Acueducto, uno de los principales atractivos turísticos de la localidad castellanoleonesa. Millones de turistas se desplazan cada año hasta la ciudad para contemplar esta maravilla arquitectónica, que está incluida desde 2006 entre los cien monumentos del mundo en peligro por el Fondo Mundial de Monumentos, ya que el Acueducto “es un enfermo crónico”, según explica Fernando Pedrazuela, doctor ingeniero en Minas, en una entrevista con El Norte de Castilla, “y necesita cuidados intensivos de manera continua”.
No es algo nuevo. El Acueducto de Segovia está en “estado crítico” desde hace décadas. La piedra utilizada en su construcción (no se sabe si en el siglo I o en el siglo II) es la principal culpable de su estado actual. «Eran rocas de gran alteración, deleznable, con poca tenacidad y escasa dureza», características ideales para que los canteros pudieran talladas pero no para evitar su degradación con el paso del tiempo, como está sucediendo con el transcurrir de los años.
A día de hoy muchos de los sillares del Acueducto están en tal estado que «con el simple toque del dedo se desgrana, un movimiento tan simple como meter la mano entre los sillares es muy perjudicial para la estructura del Acueducto». No hay riesgo de caída, pero lo que Pedrazuela recomienda es una intervención de forma continua y pide a las universidades e instituciones que lleven a cabo estudios para conseguir una mejor conservación. Además, solicita que dejen de hacerse espectáculos pirotécnicos o conciertos en las inmediaciones del Acueducto, ya que «es como si le subiéramos en una estructura vibrante y le diéramos mazazos».
El proceso de restauración del monumento finalizó en 1999, pero ya desde 1992 se dejó de permitir la circulación de vehículos bajo algunos de los arcos del Acueducto tras la recomendación de los arqueólogos de la Junta de Castilla y León y de expertos internacionales.