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‘El refugio atómico’ o cómo estropear una idea estupenda

'El refugio atómico' (Netflix).
'El refugio atómico' (Netflix).

Crítica de la nueva serie de Netflix, El refugio atómico, creada por los mismos responsables de La casa de papel. La trama se sustenta en una idea estupenda pero se estropea por una falta absoluta de coherencia narrativa y emocional. Miren Ibarguren, Joaquín Furriel, Natalia Verbeke, Carlos Santos,Montse Guallar,Pau Simón, Alicia Falcó, Agustina Bisio, y Álex Villazán, entre otros, están al frente de esta fábula que intenta criticar a los ricos pero que se queda a medias entre el thriller más loco ( y marciano) y el melodrama evidente y poco creíble. El refugio atómico es un producto destinado a las masas pero se olvida de las reglas básicas de la narración para ofrecernos giros muy chulos pero poco creíbles.

Sinopsis y datos de producción

En un búnker de lujo diseñado para resistir cualquier catástrofe imaginable, un grupo de multimillonarios se ve forzado a convivir tras encerrarse ante la amenaza de un conflicto global sin precedentes. Kimera Underground Park se convertirá así en un escenario claustrofóbico para dos familias marcadas por una herida del pasado. Aislados bajo tierra y sin posibilidad de escapar, dan rienda suelta a unas personalidades cargadas de ácido sulfúrico, destapando sus secretos más inconfesables. Pero también surgen las alianzas más inesperadas. Una radiografía emocional excesiva y sorprendente de unos multimillonarios viviendo en un agujero de oro.

Esta nueva producción de Vancouver Media para Netflix es una creación de Álex Pina y Esther Martínez Lobato y cuenta con 8 episodios. La dirección corre a cargo de Jesús Colmenar, David Barrocal y Jose Manuel Cravioto. El guión está firmado por Álex Pina, Esther Martínez Lobato, David Barrocal, David Oliva, Lorena G. Maldonado y Humberto Ortega. Y del diseño visual se ha encargado Migue Amoedo. Se estrenó el pasado 19 de septiembre en Netflix.

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‘El refugio atómico’ (Netflix).

Acciones y reacciones

«Esta historia comienza como todas las historias que merecen ser contadas: por una mujer». Esta es la impecable manera en la que abre el Spiderman de Sam Raimi, el primero, el de 2004. Todos fuimos a ver la película de uno de los superhéroes más populares del mundo pero con esa frase en off de Tobey Maguire se agarraba al espectador, le hacía bajar a tierra y a tocar sus emociones más básicas. Te venía a decir, que por muchos efectos digitales que vayas a ver el las próximas dos horas, al final, lo que te van a contar es una historia de amor, que no era algo tan alejado de tí como creías.

El arranque del primer capítulo de El refugio atómico me recordó un poco al Spiderman. Una serie con un título así ya te anuncia de qué va a ir y, sin embargo, el prólogo se encarga (de manera pastelosa, todo hay que decirlo) de presentarnos a un personaje, su historia y su tragedia. Aquí no sólo verás el fin del mundo, te vienen a decir los creadores.

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‘El refugio atómico’ (Netflix).

Álex Pina y Esther Martínez Lobato saben muy bien que series y películas sobre apocalipsis y sobre refugios hay muchas, por ello, han querido sorprender al espectador y ofrecerle otra cosa, algo que, por miedo a los spoilers, no voy a revelar aquí.

El giro final del primer capítulo es potente y transforma lo que estás viendo en otra cosa muy distinta, con otros códigos. Hasta aquí todo bien. El problema es que El refugio atómico desvela demasiado pronto sus cartas y no sabe seguir con la expectación creada.

Lo vimos en Vis a vis, en Sky Rojo e incluso en La casa de papel (aunque mejor hecho) La ley que mueve las series en las que está implicado Álex Pina es la de la acción como motor de la historia. Esto provoca muchos giros locos y muchas sorpresas pero tiene un inconveniente.

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‘El refugio atómico’ (Netflix).

Las tramas deberían evolucionar por los personajes, no por lo que les pasa. Es en sus reacciones donde está el corazón de la historia. Si sucede lo contrario (cuando sólo hay acción, acción y acción) se puede caer en la falta de interés y, sobre todo en la incoherencia.

En El refugio atómico la falta de raccord (continuación) emocional de los personajes es difícil de digerir. En cuestión de segundos se pasa de la tristeza a la soberbia o a la felicidad sin motivo alguno. Esto es porque, aquí, la trama es más importante que los personajes.

Y aunque tiene sus misterios (por qué sucede lo que sucede) los vaivenes del guion te dejan un poso de déja vu, de algo ya visto. Algo irónico cuando la serie está obsesionada con sorprender. Llega un momento que tanto capricho argumental te distancia de la trama y se consigue lo opuesto a lo que se pretende: aburrir.

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