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Cómo sobrevivir a los audios de WhatsApp sin perder amigos ni la paciencia

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Nacho Grosso
  • Nacho Grosso
  • Cádiz (1973) Redactor y editor especializado en tecnología. Escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios de difusión y blogs en español.

Los audios de WhatsApp son como los spoilers: aparecen cuando menos te lo esperas y pueden arruinarte el día. Una persona, un botón de micrófono y cinco minutos libres pueden ser el cóctel perfecto para una nota de voz que compite con los podcast de Jordi Wild. Lo peor es que nadie te avisa. Un “oye, te cuento rápido” puede ser el prólogo de una epopeya en tres actos, con giros argumentales, suspiros, risas nerviosas y ruidos de fondo que ni un documental de La 2.

Quien los manda es un adicto

Hay algo terapéutico en hablarle al móvil sin filtro. Como si WhatsApp fuera un psicólogo gratuito, las personas se explayan, reflexionan en voz alta y hasta se responden a sí mismas. Todo esto mientras tú, que solo querías saber a qué hora quedamos, tienes que escuchar 3 minutos y 27 segundos de divagación existencial sobre si las croquetas congeladas saben igual que las caseras.

Hay técnicas para no morir en el intento

La opción más inmediata es acelerar la reproducción. Escuchar a tu cuñado hablar como Alvin y las Ardillas puede ser raro, pero también muy eficiente. Si el mensaje no era para tanto, en un minuto queda resuelto.

Otra estrategia clásica y elegantemente pasiva es la de «no he podido escucharlo, estaba en una reunión». Sirve igual en casa, en el súper o tumbado en el sofá con una serie de fondo. Si el audio era importante, seguro que acaban escribiéndolo.

También puedes responder con otro audio, pero breve. Devolver el golpe con una nota de voz de 15 segundos es una forma de mostrar cortesía sin caer en la trampa de la charla infinita. Y si lo tuyo es leer, no oír, puedes echar mano de la herramienta que convierten voz en texto. Santa medicina, oye.

Audios que deberían estar prohibidos

Hay tipos de audios que deberían venir con una advertencia al principio, como los documentales: “lo que está a punto de escuchar puede herir su sensibilidad”. Uno de los peores es el que se graba en exteriores, con viento, tráfico o el típico perro ladrando de fondo. A los diez segundos ya no sabes si es un mensaje o una escena de ‘Callejeros’.

También están los audios-ensayo, en los que la persona habla, se contradice, se corrige, se distrae, y finalmente te cuenta que ya no importa porque ha cambiado de idea. Lo peor es que duran siete minutos.

Y luego está el audio accidental, ese que alguien graba sin querer, lo manda, y solo contiene un suspiro o el sonido de unas llaves en el bolso. Cero contenido, cien por cien desconcierto y tiempo perdido.

Esto lo tiene uno de mis contactos.

Pero también tienen su corazoncito

No todo van a ser quejas. A veces, los audios de WhatsApp tienen su magia. Escuchar la voz de alguien que está lejos, recibir una felicitación sincera o una receta de tu madre narrada paso a paso tiene su encanto. La clave, como en tantas cosas, está en el equilibrio.

Escúchate con criterio

Antes de enviar un audio, hazte una simple pregunta: ¿esto lo podría haber escrito en dos líneas? Si la respuesta es sí, no hay duda: mejor escribirlo. Y si te mandan uno de esos que parece el tráiler de una serie, ya sabes cómo actuar, velocidad x2, excusa amable, y si hace falta, transcripción.

Y si quieres seguir al tanto de las funciones nuevas que WhatsApp introduce para domar estos audios, y a quienes los mandan sin control, el blog oficial de WhatsApp es una fuente muy útil para no perder detalle.

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